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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
7
Drama. Ciencia ficción. Romance Adaptación de una novela de Kazuo Ishiguro, el autor de "Lo que queda del día", que también fue llevada al cine (James Ivory, 1993). Kathy, Tommy y Ruth pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés aparentemente idílico, donde descubren un tenebroso e inquietante secreto sobre su futuro. Cuando abandonan el colegio y se acercan al destino que les aguarda, el amor, los celos y la traición amenazan con separarlos. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2011
70 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Generalmente cuando se piensa en ciencia ficción, automáticamente vienen a la mente rayos láser, naves espaciales y extraterrestres invasores. Y es cierto que la mayoría de producciones clasificadas en el género tienden a perderse en los efectismos formales y olvidan el fondo. ¿Enmarcamos la pura diversión estética de “La guerra de las galaxias” o “Star Treck” (con todo mi respeto, que ambas sagas me encantan) junto a la profundidad de “Solaris” o “Stalker”?

Los clásicos, los auténticos clásicos de la ciencia ficción literaria, que fueron la influencia directa de la ciencia ficción fílmica, son aquellos que utilizan el género para hablar de nosotros, de cómo la tecnología y lo desconocido nos afecta como humanos. Cómo afecta a nuestra libertad (“1984”), al derecho a ser diferentes (“Un mundo feliz”), a pensar y decidir por nosotros mismos (“Fahrenheit 451”), a cuestionarnos qué es estar vivo (“Yo, robot”) o hasta dónde podemos llegar en beneficio de una mayoría, como en “Never let me go”.

Una fábula distópica en la que se nos narra un pasado alternativo en el que las fronteras de la ciencia no están delimitadas por la ética, sino por la matemática del bien mayor. Si bien básicamente es un drama romántico, un triángulo amoroso que sirve de excusa para hablar sobre la importancia de amar y el tiempo que se nos concede para hacerlo, su fin no es otro que el exponer la auténtica naturaleza de unas criaturas que son tan humanas como cualquier persona “normal”; de la nula diferencia que puede haber entre aquello “artificial” cultivado con un único propósito y nosotros mismos, hombres y mujeres que regimos y decidimos sobre nuestras propias vidas.

Quizás la única distancia que nos separa de ellos es la nula resistencia (¿programada?), la total ausencia de rebeldía de estos seres, que se prestan resignados a la aniquilación como corderos al matadero, en el nombre de un cruel bien mayoritario. Estas criaturas que juegan, se enamoran, tropiezan y se equivocan, deseando, a pesar de su consciente caducidad en el mundo, tener unos instantes de felicidad por los que haya valido la pena vivir. Como nosotros.
RandolphCarter
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