Cuando terminé de ver la proyección del "Árbol de la vida" no prendió en la sala los aplausos que inicié. Me quede sólo. Ya sé que no es costumbre, pero estoy seguro que si la peli hubiera provocado los mismos sentimientos que en mí suscitaron las imágenes, hubieran acompañado mi emoción. Donde algunos quisieron ver una narración yo vi poesía y donde algunos vieron imágenes del National Geographic yo ví metáforas. Cuando me muestran los dedos del pie de un niño recién nacido veo a mis nietos, el camisón por el rio las enaguas de Rosa, y los cristales rotos el Barrio del Rosario. Percibo el nacimiento del mundo, aplaudo el recorrido magistral por la infancia, me acojona la presencia de la muerte, y veo la playa de "La Infancia de Iván" cuando todos juntos se están preguntando: ¿Quién es ese que oscurece nuestro designio?
Siempre me ha gustado Malick, tanto el de la Delgada Línea Roja, como el del Nuevo Mundo, pero en ésta ocasión se ha colocado en otra dimensión, en la dimensión del cine trascendente, en la línea de Ozú , Bresson o Dreyer. Y al decir trascendente quiero decir “la otra fuerza” por utilizar un término de Jung. Sabemos que en el libro de Job el protagonista es un hombre bueno a quien Dios permite que Satanás lo someta a las más duras pruebas, pero utilizar como pretexto el libro más difícil del Antiguo Testamento, no nos puede llevar a la conclusión de que estamos viendo una película religiosa, tenemos que pensar en Prometeo, en los castigos que sufre Edipo, o en las peripecias que el dios Marduk profiere a un rey de Babilonia.
Diece Lucien que el film es sólo apto para poetas (verdaderos poetas, no soplagaitas con versillos en un pañuelo de moquear), para amantes del gran cine (Bergmann, Antonioni, Tarkovsky, Dreyer) y para filósofos. Si sólo quieres ver una película, pasar el rato, éste no es tu film. Este film es para aquellos que preguntan por lo que hay detrás de las barricadas misteriosas y pueden digerir tres horas de cine llevados por el poder de la metáfora. Me apunto a esta reflexión aunque lo de verdaderos poetas no sea mi caso, soy un simple aficionado. (a la lectura).