Continúan las aventuras de los cazafantasmas y su líder psíquica que camina entre los muertos de vez en cuando. Esta entrega es la típica que revisita el pasado y lo enreda con el presente en una historia de no mucha coherencia, pero la suficiente para que no nos tiremos de los pelos.

El personaje de la médium está mejor perfilado que en las anteriores películas, transmitiendo un poco esa soledad, tristeza y dolor que padece como efecto secundario de su don. Sus compinches aportan el contrapunto cómico, a la vez que le ofrecen el lazo emocional que nunca tuvo. Se entiende mejor su relación.

Una pena que la historia repita bastantes de los errores de las anteriores. Fantasmas que se dedican a asustar cuando su objetivo, supuestamente, es ayudar. Sobresaltos baratos pero muy abundantes. El mundo fantasmal es tópico, sin rastro de aquella estética de carnaval de terror de la película original. El villano, pues un nuevo bicho feo y malo del que nadie se molesta en contar nada, y que es derrotado de la forma más patética posible. Y todo el entramado familiar es un añadido que aporta más bien poco. Tampoco faltan las referencias gratuitas a la historia original y el cameo del demonio, a pesar de no tener nada que ver con esto.

En fin, que al final es otra de fantasmas que a duras penas logra destacar en algo. Ligeramente superior a la anterior entrega, pero igualmente prescindible.