Mira que de crío me gustaban estas chorradas de torturas, pero revisando la saga con ojo objetivo es que la mayoría de sus entregas son una puta mierda. Malas con avaricia, de argumento cada vez más rebuscado, estúpido e inverosímil. Ni muertes originales salvan estos bodrios, de tenerlas, porque cada entrega son más bochornosas.

La secuela que nos ocupa parte de la premisa de que Jigsaw planificó varios juegos mortales para después de su muerte, lo que de por sí es una idea ridícula. Trampas desde la tumba, lo que nos faltaba. El viejo ni muerto para de pasearse por pantalla en forzados flashbacks que nada tienen que ver con la historia actual. Puro relleno donde tenemos que soportar su verborrea habitual de superioridad moral. Las trampas por su parte son tan vistosas como imposibles, a estas alturas ni me rayo porque me estén mostrando mecanismos estrafalarios tremendamente complicados que construye un tío en media tarde en edificios laberínticos de docenas de salas reforzadas en titanio.

Al otro lado del cristal está Hoffman, cuyos flashbacks son aún peores, pues reinventan momentos vistos en películas anteriores perdiendo la poca coherencia que tenían ya entonces. A su lado la mujer del viejo muerto, que después de llevar un par de películas ocupando espacio inútil ha decidido dar un paso al frente y formar parte del juego mientras pone morritos. La sorpresa del final es que no hay sorpresa. El montaje sigue siendo tan malo como de costumbre, la mitad de las escenas de la película están recicladas de entregas anteriores, y la sensación constante es la de estar viendo una película de segunda mano.

Al menos me he echado unas carcajadas de lo mala que es. Por cierto, esta entrega fue censurada en España, donde la calificaron X, lo que resulta cuanto menos risible dado que es de las menos gráficas de la franquicia. Es muy violenta, eso sí, pero no explícita, apenas vemos algún miembro volador y un cuerpo partido. La dos y la tres, por ejemplo, son bastante más bestias.