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España España · Baltimore
Voto de ndpru:
10
Romance. Drama Adèle (Adèle Exarchopoulos) tiene quince años y sabe que lo normal es salir con chicos, pero tiene dudas sobre su sexualidad. Una noche conoce y se enamora inesperadamente de Emma (Léa Seydoux), una joven con el pelo azul. La atracción que despierta en ella una mujer que le muestra el camino del deseo y la madurez, hará que Adèle tenga que sufrir los juicios y prejuicios de familiares y amigos. Adaptación de la novela gráfica "Blue", de Julie Maroh. (FILMAFFINITY) [+]
15 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida de Adèle" es una película tan necesaria como real. No por la trama homosexual, que al final resulta puramente anecdótica, sino por la honestidad con la que nos presenta esa necesidad de amar inherente al ser humano. Es la vida de Adèle y es la nuestra, la de aquellos que hemos querido y nos hemos perdido en sensaciones que no entendíamos; que hemos tenido miedo de sentir pero que nos hemos rendido ante la necesidad de hacerlo.

Hay tanto de verdad en ese -mucho más poético- "no es por ti, es por mí" que experimenta Adèle en su primera relación con un chico, que casi parece un espejo de lo que muchas veces nos ha tocado vivir. Adèle vive tan intensamente, y a la vez le faltan tantas cosas, que cuando no siente es tan difícil juzgarla como difícil es no ponerse en su lugar. Kechiche no censura los errores de su protagonista ni los edulcora, igual que no embellece las escenas más costumbristas de la película porque no hay nada más real que nuestra propia vulgaridad. Tampoco nos cuenta lo que sucede entre elipsis porque, al acabar conociendo las consecuencias de lo que no se muestra, inevitablemente lo imaginamos.

Con el paso de los años Adèle se equivoca tanto que al final tendrá que cargar con la búsqueda de una redención que se convertirá en su propia penitencia. Sufrimos con ella porque hemos estado en el mismo lugar y hemos tenido la misma herida abierta. Sabemos que el arrepentimiento dura toda la vida, como ese primer amor marcado a fuego que no se olvida porque nunca se ha querido con tanta libertad y vehemencia. La libertad para aprenderlo todo, que permite probar cosas nuevas y follar a escondidas entre carcajadas; que origina esos primeros celos y esa capacidad para sentirse infinito. Y cuando se pierde, no hay castigo más cruel que los recuerdos de nuestra propia intimidad.

Pero, más allá del guión, todo el mérito es de una Adèle Exarchopoulos capaz de aguantar larguísimos primeros planos ofreciendo la mirada más sincera de los últimos años. Ella es la Adèle despeinada que busca, que llora, que come, que se arrepiente, que suplica, que folla con tanta pasión que no puede reprimir las lágrimas. La Adèle pragmática que miente, que se contradice, la que se manifiesta contra los recortes y la que sólo quiere ser amada. Imposible discernir si la Adèle actriz ha estado alguna vez presente a lo largo de la historia o se ha abandonado a ese personaje universal con el que Kechiche nos ha pegado una patada en el estómago.

Al final, tres horas que se hacen cortas porque en ellas pasan la vida de Adèle y nuestros recuerdos, ahora más plenos desde que hay otra historia más a la que podemos llamar nuestra. Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux han llegado, han dado un golpe en la mesa y se han unido a ese club de élite de actores que han dignificado el amor que se mira en la gente corriente. Esos amores modernos que nos han dejado Ethan Hawke, Julie Delpy, Felicity Jones, Anton Yelchin, Ryan Gosling, Michelle Williams, Heath Ledger, Jake Gyllehaal, Tom Cullen y Chris New. A todos ellos, GRACIAS.
ndpru
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