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Voto de echulin:
4
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Acción. Thriller. Drama
John Eastland regresa de Vietnam y trata de pasar página ganándose la vida como puede, pero la ciudad está completamente tomada por bandas callejeras de todo tipo; cuando su mejor amigo, y antiguo compañero en el frente, sea brutalmente atacado por una de ellas John jurará venganza contra toda la criminalidad de Nueva York. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2014
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender esta película, hay que haber vivido en los 80. Yo recuerdo que de vez en cuando a algún excombatiente de la guerra de Vietnam se le iba la olla y causaba una pequeña masacre en EEUU. "Stress postraumático", lo llamaban.
También recuerdo que cada plaza o parque tenía a su grupito particular de yonkis, que en sus ratos libres (que era todo el día) se dedicaban a robar radiocassettes de los coches y a asaltar viviendas, y con sus navajas de mariposa en los bolsillos.
Eran tiempos donde los delicuentes que asustaban eran los que campaban a sus anchas por las calles, generalmente pertenecientes a grupos marginales o llevados por los vicios. Luego llegó la globalización, y aparecieron los peores delincuentes, los de corbata de seda y traje de Armani. Los que provocan más daño y tienen la ley de su parte, porque se la hacen a medida, como el traje.
En esta película tenemos a un vengador, un tipo que se toma la justicia por su mano, un cowboy solitario que quiere limpiar su ciudad de podredumbre. La verdad es que tal y como lo plantearon, yo lo veo más como una serie que como peli. Aquí el protagonista extermina sin orden ni concierto, con unos casos demasiado forzados, demasiado preparados, y así no mola. O bueno, mola a medias, porque la sordidez de los casos y del modus operandi del exterminador son suficientemente brutales como para que la peli tenga su público.
Es una de esas películas que se alquilaban en VHS y flipabas en colores, porque nunca habías visto nada igual en TVE (que sólo emitía clásicos de Hollywood). Hoy en día el público es más exigente y los estudios no apuestan por nada que se salga de su policorrectismo y esquemas manidos y funcionales. No es de extrañar que películas así se hayan convertido en pelis de culto.
También recuerdo que cada plaza o parque tenía a su grupito particular de yonkis, que en sus ratos libres (que era todo el día) se dedicaban a robar radiocassettes de los coches y a asaltar viviendas, y con sus navajas de mariposa en los bolsillos.
Eran tiempos donde los delicuentes que asustaban eran los que campaban a sus anchas por las calles, generalmente pertenecientes a grupos marginales o llevados por los vicios. Luego llegó la globalización, y aparecieron los peores delincuentes, los de corbata de seda y traje de Armani. Los que provocan más daño y tienen la ley de su parte, porque se la hacen a medida, como el traje.
En esta película tenemos a un vengador, un tipo que se toma la justicia por su mano, un cowboy solitario que quiere limpiar su ciudad de podredumbre. La verdad es que tal y como lo plantearon, yo lo veo más como una serie que como peli. Aquí el protagonista extermina sin orden ni concierto, con unos casos demasiado forzados, demasiado preparados, y así no mola. O bueno, mola a medias, porque la sordidez de los casos y del modus operandi del exterminador son suficientemente brutales como para que la peli tenga su público.
Es una de esas películas que se alquilaban en VHS y flipabas en colores, porque nunca habías visto nada igual en TVE (que sólo emitía clásicos de Hollywood). Hoy en día el público es más exigente y los estudios no apuestan por nada que se salga de su policorrectismo y esquemas manidos y funcionales. No es de extrañar que películas así se hayan convertido en pelis de culto.