En confianza, si no me hubiera leído el libro no sabría que pensar de esta modernez, aparte de que las elipsis en la acción y las pinceladas apenas esbozadas son del tamaño de Guadalajara. Y es que el libro de Tolstoi es muy poco cinematográfico en el fondo, pues se basa en un continuo introducirse en la mente de los personajes y cienes de páginas de reflexión psico-filosófica. De hecho, lo único realmente adaptable es la historia de Ana Arkadievna y el conde Vronski, que protagonizan una pánfila historia de amor que le sirve a Tolstoi de excusa para desarrollar el viaje espiritual del personaje de Levin, su alter ego. Ciñéndonos a la película, el "romántico" affaire de los dos tórtolos sigue siendo bastante memo, y el espacio dedicado a Levin es anecdótico, lo cual es una pena porque sus escenas en la campiña rusa son lo mejor del metraje con mucha diferencia y nos dejan con ganas de más, hartos ya de los lloriqueos de la Karenina. Se percibe que tanto Wright como Stoppard han leído y comprendido la carga existencial de la novela, pero han optado (no hay otra opción) por un espectáculo estético en mi opinión demasiado ligero para la tragedia que en el fondo es, y en el que la decisión de filmar el 95% de la acción en un teatro es intelectualmente loable pero no contribuye a enganchar al espectador: Dogville hace algo parecido con mucho mejor resultado. ¿Y la Knightley?. Yo personalmente no la soporto pero reconozco que se esfuerza y hace un trabajo serio, insuficiente para conseguir que haya la más mínima química con Johnson, lo cual es un serio problema. En definitiva, ejercicio acrobático con alguna escena muy lograda pero innecesario y un pobre homenaje a la literatura rusa.