Es una verdadera lástima observar por donde ha decidido llevar la película su director y guionista Noah Baumbach cuando partía de una idea muy original y divertida.

Josh y Cornelia, interpretados por Ben Stiller y Naomi Watts, que encima derrochan simpatía y química en pantalla, se encuentran en ese momento de la vida en el que sus mejores amigos han sido padres y ellos, por unas circunstancias o por otras, todavía no lo son. Se encuentran a mitad de camino entre seguir viviendo como “jóvenes” o dar el paso para terminar de formar la familia.

Y esa es la línea argumental que Baumbach debería haber seguido, haber jugado con todos los elementos con los que dispone, incluso con los de la joven pareja y la pareja de amigos. En vez de eso, Baumbach decide tirar por el retrete la película y sacar una subtrama de giros y más giros que, para colmo, no tiene una resolución positiva o de la cual aprender. Es triste ver como se desperdicia la película en todo su tramo final.

Divierte ver a Stiller hacer de Stiller por enésima vez, pero con gracia. Divierte ver a Watts bailar hip-hop. No me divierte la fiesta del chamán ni la trama secundaria que termina por convertirse en la principal. Una lástima.

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