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Voto de Spark:
7
5,7
1.350
13 de marzo de 2021
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Drama intrigante cargado de contenido, que expone y desarrolla de forma apropiada y proporcionada los hechos acaecidos en la isla norteamericana de Chappaquidick que supusieron un punto y aparte en la vida política de Edward Moore "Ted" Kenedy (Jason Clarke): su accidente automovilístico que se saldó con una víctima (y no daré más detalles para no spoilear la cinta a todo aquel que, como yo, no fuera conocedor de estos hechos sesenteros) y la posterior reacción personal y publicitaria que tuvo tanto el menor de los Kennedy como su equipo de asesores.
Voy a exponerlo con franqueza; la cinta no opta por ampliar sus miras y ahondar con arrojo y multifacetas por la vida de este singular político (cuya infancia y adolescencia se denotan cruciales para comprender al menos mínimamente su peculiar forma de ser), ni tampoco ofrece aristas personales más allá de este acontecimiento puntual y su manejo por parte del clan Kennedy y sus acólitos y seguidores a ciegas. Así pues esto no es "Elizabeth" (1998) y su viaje vital ni "Lincoln" (2012) y su abanico de personajes y matices. Sin embargo, y a pesar de autolimitarse en su temática de conjuras muy concretas y apartando de sí la propuesta de ser algo más (una obra maestra del cine político) que un largometraje de género interesante, los que nos aporta "El escándalo de Ted Kennedy" es tan indignante como impactante en su justa medida.
La cinta no hace alardes narrativos en su puesta en escena (cosa que también pudo elevar bastante el metraje si se hubiera querido. Pero aquí no tenemos la fotografía o la música de "Invictus" (2009) o "Lincoln") y lo expone todo con mundaneidad pero precisión. Y es que el corazón del film se haya en su guión y sus interpretaciones. Un guión que no tarda demasiado en arrancar, ofreciendo una presentación de personajes usual pero creíble y cabal, y que, una vez inmerso en su nudo nos lleva por una espiral de engaños, torpezas, egocentrismos y amoralidades tan deleznables como aterradoramente verosímiles... y por un personaje tan claroscuro y marcado por el pasado que te crees de inmediato su tremenda falta de empatía (este Ted Kennedy me recordó en su construcción, evolución y actuación al Emperador Cómodo interpretado por Joaquin Phoenix en "Gladiator" (2002). Así que eso es decir mucho y muy bueno).
Así pues la cinta no solo es entretenida siempre, sino que va asombrando y enrabietanto de forma gustosa por momentos. El film también deja un poso meditabundo con la mera exposición de la trama de su protagonista, y sin lanzarnos a la cara esta reflexión de forma sectaria o torticera: que es muy peligroso que la sociedad mitifique a una persona (sea de derechas, de izquierdas o mediopensionista), pues se le acaba permitiendo y justificando que cometa todo tipo de tropelías y crímenes haciendo daño a los demás de forma en ocasiones irreversible. ¿Qué la cinta critica a la sociedad en la que vivimos cargada de endiosamientos absurdos?, en realidad no, solo expone unos hechos ocurridos cuyas consecuencias reales son producto de ello. Unos hechos por los que bucea con perspicacia y ponderación entre curioso tejemaneje legal, curioso tejemaneje político y curioso tejemaneje mediático.
En definitiva estamos ante una cinta de intrigas políticas calamitosas distraída siempre, atrapante a ratos... y con cierto calado ineludible. Con un personaje principal mimado en su libreto (y eso que no es un ser que nos resulte cómplice precisamente) e interpretado de forma estimable (a Clarke se le da de maravilla encarnar a este tipo de personajes, para muestra de ello su rol en "El diablo a todas horas" (2020)), unos secundarios que sacan oro de sus más esbozados pero sutiles personajes (Ed Helms, que está mucho más contenido que en su vertiente cómica, encaja como un guante como el personaje espectador, y Bruce Dern está sublime como al apoplégico Joshep Kennedy), y una evolución argumental presta y potente. El aspecto visual pudo dar mucho más de sí y aupar la cinta a niveles sobresalientes, pero no es el caso (la banda sonora es olvidable y prescindible, la fotografía correcta pero ordinaria, la realización llena de planos/contraplanos más teatrales que cinematográficos, y el diseño de escenarios tan apto como perezoso).
Es recomendable a todo tipo de público adulto (que esté abierto a todo tipo de géneros, incluyendo el drama de tenebrosos complots políticos) para ver al menos una vez en la vida. No llega a las cotas de "Invictus", "María, Reina de Escocia" (2018), "Lincoln" o "La favorita" (2018), pero está al nivel de "Primary Colors" (1998), "Selma" (2014) o "El hundimiento" (2004), "Candidata al poder" (2000) o "The Queen" (2006).
Lo peor: Una realización y fotografía poco imaginativa y extraordinaria.
Lo mejor: La sutil pero robusta interpretación de Jason Clarke en un personaje nada fácil. El guión...
Voy a exponerlo con franqueza; la cinta no opta por ampliar sus miras y ahondar con arrojo y multifacetas por la vida de este singular político (cuya infancia y adolescencia se denotan cruciales para comprender al menos mínimamente su peculiar forma de ser), ni tampoco ofrece aristas personales más allá de este acontecimiento puntual y su manejo por parte del clan Kennedy y sus acólitos y seguidores a ciegas. Así pues esto no es "Elizabeth" (1998) y su viaje vital ni "Lincoln" (2012) y su abanico de personajes y matices. Sin embargo, y a pesar de autolimitarse en su temática de conjuras muy concretas y apartando de sí la propuesta de ser algo más (una obra maestra del cine político) que un largometraje de género interesante, los que nos aporta "El escándalo de Ted Kennedy" es tan indignante como impactante en su justa medida.
La cinta no hace alardes narrativos en su puesta en escena (cosa que también pudo elevar bastante el metraje si se hubiera querido. Pero aquí no tenemos la fotografía o la música de "Invictus" (2009) o "Lincoln") y lo expone todo con mundaneidad pero precisión. Y es que el corazón del film se haya en su guión y sus interpretaciones. Un guión que no tarda demasiado en arrancar, ofreciendo una presentación de personajes usual pero creíble y cabal, y que, una vez inmerso en su nudo nos lleva por una espiral de engaños, torpezas, egocentrismos y amoralidades tan deleznables como aterradoramente verosímiles... y por un personaje tan claroscuro y marcado por el pasado que te crees de inmediato su tremenda falta de empatía (este Ted Kennedy me recordó en su construcción, evolución y actuación al Emperador Cómodo interpretado por Joaquin Phoenix en "Gladiator" (2002). Así que eso es decir mucho y muy bueno).
Así pues la cinta no solo es entretenida siempre, sino que va asombrando y enrabietanto de forma gustosa por momentos. El film también deja un poso meditabundo con la mera exposición de la trama de su protagonista, y sin lanzarnos a la cara esta reflexión de forma sectaria o torticera: que es muy peligroso que la sociedad mitifique a una persona (sea de derechas, de izquierdas o mediopensionista), pues se le acaba permitiendo y justificando que cometa todo tipo de tropelías y crímenes haciendo daño a los demás de forma en ocasiones irreversible. ¿Qué la cinta critica a la sociedad en la que vivimos cargada de endiosamientos absurdos?, en realidad no, solo expone unos hechos ocurridos cuyas consecuencias reales son producto de ello. Unos hechos por los que bucea con perspicacia y ponderación entre curioso tejemaneje legal, curioso tejemaneje político y curioso tejemaneje mediático.
En definitiva estamos ante una cinta de intrigas políticas calamitosas distraída siempre, atrapante a ratos... y con cierto calado ineludible. Con un personaje principal mimado en su libreto (y eso que no es un ser que nos resulte cómplice precisamente) e interpretado de forma estimable (a Clarke se le da de maravilla encarnar a este tipo de personajes, para muestra de ello su rol en "El diablo a todas horas" (2020)), unos secundarios que sacan oro de sus más esbozados pero sutiles personajes (Ed Helms, que está mucho más contenido que en su vertiente cómica, encaja como un guante como el personaje espectador, y Bruce Dern está sublime como al apoplégico Joshep Kennedy), y una evolución argumental presta y potente. El aspecto visual pudo dar mucho más de sí y aupar la cinta a niveles sobresalientes, pero no es el caso (la banda sonora es olvidable y prescindible, la fotografía correcta pero ordinaria, la realización llena de planos/contraplanos más teatrales que cinematográficos, y el diseño de escenarios tan apto como perezoso).
Es recomendable a todo tipo de público adulto (que esté abierto a todo tipo de géneros, incluyendo el drama de tenebrosos complots políticos) para ver al menos una vez en la vida. No llega a las cotas de "Invictus", "María, Reina de Escocia" (2018), "Lincoln" o "La favorita" (2018), pero está al nivel de "Primary Colors" (1998), "Selma" (2014) o "El hundimiento" (2004), "Candidata al poder" (2000) o "The Queen" (2006).
Lo peor: Una realización y fotografía poco imaginativa y extraordinaria.
Lo mejor: La sutil pero robusta interpretación de Jason Clarke en un personaje nada fácil. El guión...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Como el personaje de Ted Kennedy se nos hace cómplice y cercano al principio... para irse alejando de nosotros al observar su reacción hacia la tragedia, su falta de empatía y su egoísmo (el dibujo que configura "El escándalo de Ted Kennedy" (mostrando sin juzgar como su personaje no hace intento alguno de salvar a su acompañante, como tras la tragedia no siente nada de pena hacia la fallecida tan solo preocupación por su imagen, su fama y su éxito, como la falta de afecto paterna le sigue marcando con infantilismo (y patetismo) total, como por ser quien es se le permite utilizar la comisaría de policía como si le perteneciera y utilizar el despacho del comisario sin que este le tosa... en fin, todo detalle se aporta con equilibrio y fundamento) por desgracia no nos resulta ajeno en el mundo de los políticos.