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España España · MADRID
Voto de Spark:
5
Western. Drama Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Smit-McPhee). [+]
2 de enero de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Campion realiza una aceptable adaptación de la novela de Thomas Savage, pero decir que esta obra cinematográfica es equiparable a la cumbre de Campion ("El piano" (1993)) es pasarse... tres pueblos. Es como decir que "Tetro" (2009) es tan buena como "El Padrino" (1972) porque comparte a Francis Ford Coppola como director y guionista. Que sea dirigida y escrita por la responsable de "El piano", no convierte a todos sus trabajos posteriores en obras maestras.

Porque "El poder del perro" no es una obra maestra. Es una obra rutinaria, cuyos defectos y virtudes se entrelazan para dar un resultado mundano y pasajero. Y es una pena porque los mimbres estaban ahí, pues su premisa es jugosa (con unos personajes que esconden grandes deseos y resquemores, y con una trama que les lleva por amores, traiciones y crímenes) y aquí sin embargo de tanto que se sugiere... al final se pierde por sus paisajes y contemplaciones y no imprime ritmo evolutivo a sus situaciones más relevantes (que no son tan arrojadas, resolutivas y humanas como podrían haberlo sido). Así que no: esto no es "El piano" ni cuenta con una cadencia tan vehemente y cercana para con el espectador.

Estamos ante una novela de grandes ingredientes que ha sido desaprovechada bastante, que por momentos sabe dejarnos una configuración multifacética y honda en sus personajes (siendo Benedict Cumberbatch el que más se aprovecha de estos retales de inspiración. Componiendo a un sociópata aterrador por lo creíble y cercano que resulta, con unas autojustificaciones (de esas personas que nunca hacen nada mal, que cuando hacen llorar a los demás es "porque se lo merecen" o "porque lo necesitan", que cuando habla mal de alguien es porque "todos los demás piensan lo mismo") que ha sido criado así y que lo tiene tan interiorizado que ha dejado de sentir empatía o compasión hacia los demás. Un personaje que rabia ante su frustración personal y que lo paga con los demás sin ningún atisbo de humanidad. En el caso de este personaje, hay que admitir que posee una construcción perfecta) para luego pasar olímpicamente en la construcción de los demás elementos de la trama (el resto de personajes parecen una broma (el de Kirsten Dunst en especial) que son meros convidados de piedra). Con una trama que incide en escenas que no aportan nada y redundan, en lugar de optar por ocasiones de nervio, honestidad y garra humana. Y no me vale ese truco de "es un film de silencios, deja mucho para la imaginación del espectador", caray precisamente imaginación es lo que le pedimos a un largo de ficción (tampoco es esperable un drama de época de una inspiración en su libreto como en la adaptación fílmica de la trilogía de "El Señor de los Anillos", pero un "Brokeback Mountain" (2005) o un "Sin perdón" (1992) sí pudo producir dado el material de base de Savage).

Así pues estamos ante una cinta que peca de timorata, que de tanto "sugerir" se queda en una mera sugerencia. En una oportunidad desaprovechada que aun así mantiene ciertos apoyos como para tornarse en un pasatiempo soportable (con la velocidad x1.5 segundos de Netflix, que nunca ha sido más agradecida. Dado que los personajes tardan siglos en soltar una frase y ciertos planos se mantienen con una dilatación inútil). Es soportable gracias a la edición y mezcla de sonido tan sobresaliente, gracias a una cinematografía magnífica de grano embobantemente definido, a una fotografía que sabe combinar con delicia sus tonos ocres y sus amplios planos paisajísticos (como cuadro el producto es de 10. Otra cosa es como película de ficción) de admirable hermosura.

Hay también en el film una notable labor de caracterización tanto en vestuario como en maquillaje, y por supuesto contamos con unas actuaciones solventes. Cumberbatch es el principal beneficiado del largo y logra con su inquisidora mirada, su fuerza contenida y sus anhelos más hondos a un personaje tan "hostiable" como repleto (no es de extrañar fuera nominado al Oscar, pues su innata y vigorosa interpretación es lo mejor de toda la película). El resto solventa sus papales con dignidad, pero no pueden rescatar a sus personajes de un guion que tan solo los esboza (Kirsten Dunst se ha visto con papeles más colmados como en "La seducción" (2017) o la serie "Llegar a ser Dios en Florida" (2019), y ha dado actuaciones más admirables. Mientras Kodi Smit-McPhee se mantiene en el notable nivel de la mucho más recomendable "Déjame entrar" (2010)). La banda sonora por su parte resulta de lo más oportuna (pero en ningún caso memorable) con esas notas de piano discordantes cada vez que la alcoholizada y destrozada Rose entra en escena (pero este recurso no es de una brillantez inusitada. Es como cuando suena una guitarra española cada vez que parece Antonio Banderas en "The Code" (2009) y más films de serie B).

Así pues estamos ante una cinta de buena planta, pero de contenido mediocre. Que desde luego tenía más potencial, pero que lo que nos ofrece es suficiente como para distraer en líneas generales durante hora y pico por Netflix. Pero desde luego no le llega ni a la altura de los zapatos de Ada en "El piano". "El poder del perro" está más cercana a dramas someros como "La buena esposa" (2017), "Foxcatcher" (2014), "Héctor" (2004) o "Judy" (2019). Solo recomendable a los muy fans de los dramas ascetas.

Lo mejor: Su ambientación.
Lo peor: Su "ritmo".
Spark
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