Nos encontramos evidentemente ante una película de esas en las que si el director no hubiese aparecido en el rodaje hasta habría quedado mejor.

Dirección de actores? No, aquí cada uno va a su libre albedrío sin saber que hacer, pensar, sentir o decir.

Guión coherente? Lo dudo. No se explica con lógica ni el momento, ni los motivos de los personajes.

Dicho esto lo siguiente que debo añadir es:

¿Debe esforzarse la productora, el encargado de casting, o quién sea en la actualidad, el que dirime esta cuestión, en encontrar los actores adecuados para el film?
La respuesta es no. Ya que sin cimientos adecuados la casa no estará bien asentada.

Lo único que salvaría de esta película es la actuación siempre competente de Sam Elliott. Ya que nunca he logrado quitarme de la cabeza la sensación de que Kilmer, hace de Kilmer en todas sus películas (que te guste o no ya es problema tuyo ); y de que Rusell nunca será actor por más que lo intente (parece que las comidas antes del rodaje le sientan tan mal), o al menos ese es el gesto que compone siempre con su rostro.

El truco de decir que tiene una espléndida fotografía o vestuario ya no cuela desde los años 20 del siglo pasado, es lo menos que hay que cuidar si hay dinero para la producción. Así mismo el introducir un par de video-clips violentos a la mitad y al final del film no justifica que una película se pueda catalogar de pistoleros.

Total: los malos querían acabar con Earp, yo he acabado con herpes.