Siempre he considerado los primeros 30 minutos de esta película como lo mejor que ha hecho Pixar en toda su historia. Son 30 minutos de absoluta obra maestra deliciosamente disfrutables en los que brilla todo, desde una música que subraya las imágenes haciéndonos emocionar como pocas bandas sonoras lo consigue, hasta una variedad de secuencias que tocan distintos temas y géneros, como la apertura de la película con esa historia de amor que nos deja con la garganta encogida o el inicio del viaje con toques e influencias de Julio Verne. Tanta imaginación, tanta emoción, tanto talento... Es una media hora de cine de animación insuperable.

Lo que ocurre es que desde el momento en que los viajeros ponen pie en la selva comienza una película muy diferente, una más simplona, que parece tener mucho menos que contar, donde ya no todos los elementos funcionan igual de bien. La verdad es que los 60 minutos que prosiguen a esos perfectos primeros 30 parecen escritos por otros guionistas diferentes. Para mi esa es ya otro tipo de película que encajaría más con lo que son las animaciones de nivel medio, una historieta de aventuras cómica que en comparación con su destacado primer tercio resulta algo más infantil, peor narrada y mucho menos inspirada. No obstante, seguiría funcionando como peliculita de bajas pretensiones, sobre todo por algunos gags. Si a los 30 primeros minutos les daría un 10, a los 60 restantes les daría un 6,5. Así que ni para uno ni para otro y le pongo una media de los dos tramos para ser justos.

Nota: 8,5