Que puedo decir sobre esta bazofia que no se haya dicho ya. "Street Fighter: La última batalla" se ha convertido ya en un mito, en una leyenda, en una película que de tan mala que es, la hace entrañable, y hasta resulta simpática de ver. Bueno, y si conoces el videojuego, encima te puedes reir y todo, con lo que convierte a esta película en una comedia involuntaria.

Estas son las cosas que pasan cuando le das a un guionista, que probablemente no haya jugado a un videojuego en su vida, una licencia tan jugosa como lo es Street Fighter. Y mira que el videojuego tiene su historia (ahí está la película de animación de "Street Fighter II: The Animated Movie" para demostrarlo), pero aquí el amigo de los niños Steven E. de Souza no se le ocurre otra cosa que inventársela, provocando una incoherencia gigante entre el film y el videojuego.

Ryu y Ken timadores, Sagat y Vega chusmeros, Honda, Balrog y Chun-Li periodistas, Dee Jay malo, Dhalsim transformado en un doctor, Cammy teniente de las Naciones Aliadas, Zangief estúpido perdido, Sawada que no lo conoce ni su padre, un M. Bison feo y anoréxico (pobre Raul Julia), T-Hawk convertido en sargento de las Naciones Aliadas,... ¿pero que esto?

La película ya no sólo es que falle como adaptación del videojuego, sino que también fracasa como película de acción, ya que ni la historia ni las escenas de lucha llaman la atención (y es que si cuando haces una película de peleas, contratas a actores que no saben pelear...). Sólo destaco a Van Damme, pero no por su interpretación de Guile (totalmente distinta a la del videojuego), sino porque es el único que pega patadas como Dios manda.