Para quien esto firma, la primera Un lugar tranquilo tampoco fue tan maravillosa como se dijo en su momento.
Era buena, sin duda, incluso muy buena, perfectamente rodada y con mucho impacto, pero también pecaba de poca credibilidad en muchos momentos y, en general, no sé puede decir en absoluto que fuese algo magistral.
En 2020, en plena pandemia y rompiendo records pandémicos, precisamente, de taquilla, llegó esta secuela, y por desgracia el nivel ha bajado notablemente desde que conocimos a la atribulada familia Abbott.
El problema de esta secuela es que no hacía ninguna falta. La historia, pese a la explosiva conclusión de la primera parte, podría haberse quedado perfectamente así (y más después de ver lo que resuelve esta película... y hasta ahí podemos leer). Los nuevos personajes no tienen excesivo carisma, y la trama avanza dando buenos sustos, pero poco más.
Con todo, hay que reconocer que John Krasinski sigue demostrando su valía tras la cámara, que Emily Blunt es una maravilla haga lo que haga, y que Millicent Simmonds es una estrella. Lástima que su condición de sorda vaya a marcar inevitablemente au recorrido como actriz, porque perfectamente podría haber estado en Stranger Things (no me digan que no pega en la ficción de los Duffer, o que incluso podría haber sido una excelente Eleven) o en cualquier proyecto, con esa mirada y esa expresividad que tiene.
Correcta, entretenida, pero intrascendente.

Lo mejor: La realización de Krasinski y las interpretaciones de Blunt y Simmonds.
Lo peor: Es innecesaria a nivel historia.