Sebastián Lelio se marcó un 2017 de antología, con la dupla formada por la muy premiada y celebrada Una mujer fantástica y la magistral y muy reivindicable Disobedience (uno de los mejores filmes con pareja romántica femenina jamás rodados).
En 2018 nos ofreció Gloria Bell, el remake americano de su propia película Gloria, rodada en 2013 con nacionalidad chilena. Confieso que no he visto la original, pero el visionado del remake hace plantearse varias cosas. La primera y más importante es la siguiente: ¿de verdad es tan interesante la vida de esta Gloria Bell como para dedicarle una película? O dicho de otra forma: ¿qué nos quiere contar Lelio con esta historia? Porque si pretende que sintamos simpatía o lástima por lo perdida que está esta buena señora tan sumamente egoísta, perturbada (por no decir directamente loca... ver su último encuentro con Arnold, un personaje que, con todos sus defectos, sí resulta bastante patético) y dedicada al hedonismo, fracasa completamente. De hecho, ni siquiera queda muy claro si las tramas de los dos hijos de la protagonista con sus respectivas parejas y/o hijos importan demasiado o simplemente están ahí porque tiene que haber personajes secundarios.
Así, el tedio y la nada se soporta porque el trabajo de Julianne Moore y John Turturro es soberbio. Tienen una química fabulosa y, aunque el guión no los acompaña, se las arreglan para componer dos personajes tridimensionales y llenos de matices gracias a los matices de sus miradas y gestos.
Curiosa, con escenas logradas, pero vacía en su conjunto.

Lo mejor: Julianne Moore y John Turturro, fantásticos y con una química envidiable.
Lo peor: ¿De verdad es tan interesante la vida de esta señora?