¿Recuerdan La Misión? En la película de Roland Joffé, el padre Gabriel y el padre Rodrigo, los dos religiosos a quienes daban vida Jeremy Irons y Robert De Niro, tenían visiones contrapuestas sobre cómo enfrentarse a la inminente invasión portuguesa se la Amazonía, una vez los españoles abandonaban las misiones allí establecidas. Gabriel creía en el poder de la oración, mientras Rodrigo abogaba por la resistencia armada.
Pues bien, Sam Childers, tal cual lo vemos en El soldado de Dios, es un poco una mezcla entre Gabriel y Rodrigo, y tanto celebra una misa y predica sobre las bondades de Jesucristo como coge una metralleta para defender a los niños de la guerrilla.
El soldado de Dios no es una gran película. Su denuncia, aunque justa y apasionada, la hemos visto ya antes y mejor en otras cintas, y le faltan personajes secundarios interesantes y una narración más atractiva. Además, tiene un cierto tufillo a telefilme de sábado por la tarde que no le va nada bien.
Con todo, sí consigue resultar entretenida, tiene un correcto nivel de producción, y permite ver a Gerard Butler haciendo algo diferente al único papel que viene interpretando desde hace años. Nunca nos cansaremos de reivindicar su fabuloso Fantasma de la Ópera en 2004, y un talento que por desgracia desperdicia con frecuencia en su empeño por convertirse en el heredero guapo de Stallone, Van Damme y compañía. Una pena.

Lo mejor: Gerard Butler, antes de convertirse en el especialista en acción cutrecilla que es hoy, y la buena producción de la cinta.
Lo peor: Es un poco telefilme y deja sensación de dejà vu.