Roger Michell, un director especializado en películas muy comerciales, vuelve a acertar con Al límite de la verdad.
Dos hombres, en momentos vitales muy diferentes pero, como descubrimos según avanza la acción, en realidad no tan diferentes, se ven envueltos en una serie de venganzas el uno contra el otro, en una suerte de espiral de días de furia como aquel que llevaba a Michael Douglas al abismo o como le ocurría también, con algo más de humor y sarcasmo, al personaje de Ricardo Darín, "Bombita", en Relatos salvajes.
Y precisamente quizá eso es lo que le falta a la película, un poco más de mala baba y de intensidad dramática, pero eso sería otra película, por supuesto. Lo que propone Michell es un eficaz thriller de entretenimiento puro y duro para ver en el cine con unas palomitas, y sin duda consigue ser ese entretenimiento. Además, saca buen partido al antagonismo entre dos actores tan diferentes como Samuel L. Jackson y Ben Affleck.
Notable resultado para una cinta que no tiene nada de malo. Más bien al contrario.

Lo mejor: Lo entretenida que es y lo bien que funciona en sus objetivos.
Lo peor: Quizás le falta algo más de mala leche.