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Voto de Sibila de Delfos:
5
Drama La irrupción del periodista Manuel Cueto en la vida del escritor Joaquín Góñez, a instancias de la editorial para la que Joaquín está escribiendo su último libro, provocará un gran desasosiego en la solitaria vida de este hombre que vive de espaldas al mundo y rehuye sus propios recuerdos. Acostumbrado a la soledad, el encuentro con el joven periodista despertará en él emociones olvidadas que lo transportan a la época de su niñez y a su ... [+]
22 de marzo de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adolfo Aristarain es un genio. Lo es porque sus guiones y su mano con los actores han dado lugar a castillos de naipes perfectamente construidos que no se derrumban ni en un solo momento, y además cuando se vuelven a evr, se les siguen descubriendo nuevos detalles y bellezas. Lo es porque ha conseguido que películas rabiosamente argentinas lograran emocionar en todas partes del mundo por los conflictos y sentimientos universales que presentan. Pero incluso los genios a veces patinan.
Roma es una película con momentos de gran cine, de gran intensidad, que son los protagonizados por un extraordinario José Sacristán y un Juan Diego Botto soso en un personaje... soso, la verdad. Las conversaciones entre ambos son electrizantes, y tienen esa pasión y esa brillantez característica de Aristarain. Pero ya está. Con la excepción del flashback que explica la niñez de Joaquín Góñez, el resto de la película es directamente aburrida, lenta y con una duración indefendible. Si durase media hora menos, podría alcanzar el notable, pero así es imposible. La vida de este hombre tampoco es tan interesante como para dedicarle una película más larga. Hubiese sido más interesante intercalar ciertos recuerdos selectos con la interacción entre Sacristán y Botto. Pero no, en su lugar Aristarain se pierde en una historia demasiado contemplativa, no exenta de momentos de mucha belleza y gran emotividad, pero en general fría y pesada, muy pesada.
No es que esté mal, pero a Aristarain hay que pedirle más. Y hay que pedírselo porque puede darlo perfectamente. Lo demostró, sin ir más lejos en sus anteriores películas con Sacristán y Botto, es decir, Un lugar en el mundo y Martín (Hache). Las dos, cada una a su manera (más distintas no podían ser) eran obras maestras.
Roma podría haber sido algo muy grande, pero sólo lo es en contados momentos. Lástima.

Lo mejor: José Sacristán, las escenas entre Joaquín y Manuel y la parte de la infancia del protagonista, únicos momentos donde la mano maestra de Aristarain para la narración sale a relucir.
Lo peor: Es larga... muy larga. Y lenta, lentísima. ¿De verdad hacía tanto metraje para contar esta historia?
Sibila de Delfos
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