Adrien Brody, sin haber llegado a caer en la "maldición del Oscar" (mucho más común en mujeres que en hombres, por desgracia para las actrices), es quizás uno de los actores recientes que menos ha aprovechado su premio de la Academia. Quizás ha sido por malas decisiones, ya que ha llevado un perfil más bien bajo salvo en King Kong o The Village (que no son precisamente las cintas más exitosas de Peter Jackson y M. Night Shyamalan, aunque en el caso del realizador hindú, sí es la mejor, para quien esto firma), o quizás simplemente se trata de que siempre ha sido y todavía es un intérprete más bien indie, no muy indicado para taquillazos o películas populares/comerciales.
En Backtrack, Brody hace un buen trabajo, porque es un buen intérprete (soberbio, de hecho, en El pianista, por la que ganó todos los premios habidos y por haber), pero la película no le acompaña, ya que e trata de un thriller bastante anodino con la psicología como telón de fondo y los límites de la locura y lo sobrenatural cruzándose continuamente. No es especialmente mala, pero resulta bastante pesada y sobre todo no ofrece nada novedoso.
No merece mucho la pena ocupar el tiempo en verla.