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8
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Intriga
La hermosa señora Paradine (Alida Valli) es acusada de haber asesinado a su marido ciego. De su defensa se encarga el abogado Keane (Gregory Peck) que, aunque está casado con una atractiva mujer (Ann Todd), se enamora perdidamente de su cliente y se deja convencer de su inocencia. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2012
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando veo “El Proceso Paradine” nunca pienso en “Testigo de Cargo” –una comedia de misterio con la que apenas comparte escenario judicial- sino en “Rebeca” y “Vértigo”, también en “Atormentada”.
De “Rebeca” toma la escenificación de Cumberland, esa versión breve y perversa de Manderley, decorado gótico de la pesadilla. Es, además, una lectura irónica e incompleta de “Cumbres Borrascosas” como avance de lo que luego será “Atormentada”; la pareja Latour-Maddalena procede por vía bastarda del dúo Heathcliff-Catherine, así como la pareja Flusky-Henrietta será su descendencia legítima.
No obstante, creo que es “Vértigo”, de la que me parece que es un pequeño anticipo, la afinidad más interesante para entender esta película dentro de la obra de Hitchcock, para lo cual invoco el postulado esencial de su cine: el punto de vista. “El Proceso Paradine” es, sobre todo, una genuina historia de amor, irracional y enfermiza, gótica y maligna, cierto, pero está formulada desde la perspectiva de un forense cuya voluntad se va viendo afectada paulatinamente.
De “Rebeca” toma la escenificación de Cumberland, esa versión breve y perversa de Manderley, decorado gótico de la pesadilla. Es, además, una lectura irónica e incompleta de “Cumbres Borrascosas” como avance de lo que luego será “Atormentada”; la pareja Latour-Maddalena procede por vía bastarda del dúo Heathcliff-Catherine, así como la pareja Flusky-Henrietta será su descendencia legítima.
No obstante, creo que es “Vértigo”, de la que me parece que es un pequeño anticipo, la afinidad más interesante para entender esta película dentro de la obra de Hitchcock, para lo cual invoco el postulado esencial de su cine: el punto de vista. “El Proceso Paradine” es, sobre todo, una genuina historia de amor, irracional y enfermiza, gótica y maligna, cierto, pero está formulada desde la perspectiva de un forense cuya voluntad se va viendo afectada paulatinamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Así, en “El proceso Paradine” se encuentra el mecanismo, casi patológico, que inspira la fascinación sin reservas y las consecuencias fatídicas que ésta ocasiona a un observador neutral, trascendiendo la simple historia de femme fatale a que ha sido relegada por el oficialismo crítico. Hitchcock utiliza el perfil del rostro de Maddalena en “El proceso Paradine” de manera muy similar a como lo hará con el de Madeleine (qué curiosa coincidencia) en “Vértigo”. Coherente con este planteamiento, la tragedia de “El proceso Paradine” no aparece con el desenlace fatal, surge cuando el protagonista toma conciencia de forma brutal que él en realidad no es el protagonista; apenas es un simple mirón ajeno por completo a la historia.
El momento se escenifica con un travelling antológico: un lento movimiento de cámara semicircular parte de la nuca de Gregory Peck/Anthony Keane para acabar recogiendo la expresión de su rostro. Es difícil sugerir mejor la idea de encuentro irremediable con la miseria de uno mismo. La esencia de este travelling no es la funcionalidad del movimiento físico que proporciona sino el choque emocional provocado por un movimiento espiritual. Un travelling casi idéntico al final de “El buscavidas” dará cuenta de un impacto muy similar en el personaje de Eddie Felson, y es de justicia reconocer que su efecto es aún más estremecedor.
Recordemos el famoso travelling completamente circular de “Vértigo”; en él, el protagonista no consigue encontrarse, el sentimiento y la pasión los recupera pero pasan de largo sin que llegue a comprender la razón (¡Lógico: ama a una mujer inexistente!). En el travelling de “Vértigo” el movimiento se le escapa a Scottie, mientras que en el de “El Proceso Paradine” Keane no puede escapar a él.
El momento se escenifica con un travelling antológico: un lento movimiento de cámara semicircular parte de la nuca de Gregory Peck/Anthony Keane para acabar recogiendo la expresión de su rostro. Es difícil sugerir mejor la idea de encuentro irremediable con la miseria de uno mismo. La esencia de este travelling no es la funcionalidad del movimiento físico que proporciona sino el choque emocional provocado por un movimiento espiritual. Un travelling casi idéntico al final de “El buscavidas” dará cuenta de un impacto muy similar en el personaje de Eddie Felson, y es de justicia reconocer que su efecto es aún más estremecedor.
Recordemos el famoso travelling completamente circular de “Vértigo”; en él, el protagonista no consigue encontrarse, el sentimiento y la pasión los recupera pero pasan de largo sin que llegue a comprender la razón (¡Lógico: ama a una mujer inexistente!). En el travelling de “Vértigo” el movimiento se le escapa a Scottie, mientras que en el de “El Proceso Paradine” Keane no puede escapar a él.