Aunque son radicalmente distintas, no he podido evitar acordarme de Ghost Dog, la inolvidable película de Jim Jarmusch, mientras veía este Cinturón rojo de David Mamet. Supongo que fue por esos protagonistas que se convierten, a través de las artes marciales, en símbolos de valores ya perdidos en nuestro mundo actual. Sin embargo, mientras Ghost Dog era una historia atrapante y estimulante, con un firme fondo filósófico, la película de David Mamet tiene esas mismas pretensiones pero nunca llega a materializarlas con acierto o con gancho suficiente en pantalla.
Mamet sabe trazar personajes, pero no parece darles una historia que les merezca. Parece que los secundarios animarán la función, pero al final resulta que aportan bien poco a la trama. La trama se salpica con algunos episodios que únicamente tienen la intención de recalcar algunos rasgos de carácter de Mike Terry (Chiwetel Ejiofor), el protagonista de la función. El tramo final es el esperado y su resolución es previsible, pero Mamet ha sabido llevarnos hasta él a pesar del ritmo tan irregular que marca. Cuando aburre, Cinturón rojo se recupera con algún giro más o menos creíble; cuando está animándose, Mamet echa el freno, frustrando al espectador. Como el protagonista, el espectador tiene a veces que pelear para llegar al final.
El resultado es una película curiosa, que no trasciende como debiera. Creo que Cinturón rojo debería limarse en algunos subterfugios y detalles innecesarios y emplear ese tiempo y esos recursos en dar a los personajes una trama más consistente y dinámica. En conclusión: aceptable, pero mejorable.