Ya que mis amigos son un poco freakies (y yo mismo también, para que negarlo) nos hemos propuesto para este sábado un marathon de las tres películas del señor de los anillos en su versión extendida, es decir, que Sauron nos pille confesados. Yo por suerte o desgracia, ya que tengo cosas pendientes que hacer me he venido a casa y reengancharé más tarde con "El retorno del rey", pero ahora acabo de sobrevivir al enésimo visionado de "La comunidad del anillo".

Frodo era un tío bajito que vivía feliz con su tío en un apacible lugar llamado "La comarca", lejos de los asuntos importantes de elfos, hombres, enanos y otras razas no tan civilizadas, hasta el día que su tío la lió y su viejo amigo el mago se coscó de que el tío era más espabilado de lo que parecía y escondía para si un peligroso secreto: era el poseedor del Anillo de Poder, la posesión más preciada del señor oscuro que recobraba sus fuerzas en el este.

Con éstas, y con que su tío era un yonqui perdido del Anillo, Frodo se convirtió en el tio más gafe de la Tierra Media al ser el ganador del mayor marrón de todos los tiempos de la Tierra Media, convertirse en portador de tan pesada carga para ser perseguido a todas horas por un ojo cotilla en llamas y unos tipos a caballo con pinta de pocos amigos. Pasó de ser un tio sonriente a más no poder en el primer cuarto de película a un ojeroso y demacrado hombrecillo con cara de susto (o estreñido, dependiendo de la escena) para el resto de las tres.

Interpretaciones discutibles y tendencias sexuales ambiguas aparte, tanto esta primera entrega como las que siguieron son excelentes adaptaciones de la soberbia obra de Tolkien, que si bien se toman alguna licencia omitiendo personajes y situaciones y variando ligeramente algunas de ellas, conservan íntegro todo el espíritu épico de la obra literaria sumándole la espectacularidad de tamaña superproducción y fantástica caracterización.

Bueno pues en un rato me voy a ver la tercera... otra vez... ya os contaré.

¡Noooo.... pueeeeedes... pasaaaaar!