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Voto de harryhausenn:
7
5,9
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Drama
Sharad Nerulkar ha dedicado su vida a convertirse en vocalista de música clásica india y estudia con diligencia las tradiciones y las disciplinas de los antiguos maestros, de su gurú y de su padre. Pero pasan los años y Sharad comienza a preguntarse si realmente es posible alcanzar la excelencia que añora. Un recorrido por la devoción, la pasión y la búsqueda de lo absoluto en la Bombay contemporánea. (FILMAFFINITY)
8 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más sonar los primeros acordes de la raga, la música penetra el cuerpo del espectador. Las notas retumban en las paredes del auditorio que vemos en plano panorámico. El canto del maestro resuena en nuestro interior y sus ecos, por un lado, y el compás de la melodía por el otro, nos envuelven en sus vibraciones, conduciéndonos a un trance amplificado gracias al tratamiento del sonido y de la imagen por parte del director. Los vastos interiores de estas primeras escenas musicales acompañan las reverberaciones a la perfección, pues la expansión del formato de la imagen da mayor libertad a la extensión del sonido. Hipnotizados y sumidos en el sosiego, la narración avanza mientras nos mece con su arrullo, cual arroyo que murmulla. Una aliteración cinematográfica que se mantiene durante más de dos horas.
Sorprende que una película considerablemente larga y relativamente lenta, acerca de un tema tan particular como la música clásica india, sea capaz de absorbernos desde el comienzo. Un film que se tuesta a fuego lento y del que sentimos su calidez desde que las primeras llamas brotan. Su tono se mantiene hasta el final al igual que el maestro sostiene hasta el infinito las notas que genera en su garganta. Aunque The disciple podría caer en el cliché de las relaciones alumno y mentor lo cierto es que este último tal parece ausente, pues es la mirada del sucesor la que prima sobre el maestro, más que la figura de éste en sí misma. Prueba irrefutable de ello es la manera en la que el protagonista observa al artista a sus espaldas, mientras ambos se encuentran sobre las tablas en pleno recital.
Por otro lado, más que un relato acerca de un debutante, The disciple es la crónica de la construcción de una pasión, acerca de la capacidad de transformar en curiosidad la transmisión de conocimiento de un padre severo. La película nos muestra que toda curiosidad inmune al paso del tiempo termina evolucionando en fascinación, al igual que nosotros, espectadores, terminamos rendidos a la naturaleza tan particular de la propuesta de Tamhane.
Sorprende que una película considerablemente larga y relativamente lenta, acerca de un tema tan particular como la música clásica india, sea capaz de absorbernos desde el comienzo. Un film que se tuesta a fuego lento y del que sentimos su calidez desde que las primeras llamas brotan. Su tono se mantiene hasta el final al igual que el maestro sostiene hasta el infinito las notas que genera en su garganta. Aunque The disciple podría caer en el cliché de las relaciones alumno y mentor lo cierto es que este último tal parece ausente, pues es la mirada del sucesor la que prima sobre el maestro, más que la figura de éste en sí misma. Prueba irrefutable de ello es la manera en la que el protagonista observa al artista a sus espaldas, mientras ambos se encuentran sobre las tablas en pleno recital.
Por otro lado, más que un relato acerca de un debutante, The disciple es la crónica de la construcción de una pasión, acerca de la capacidad de transformar en curiosidad la transmisión de conocimiento de un padre severo. La película nos muestra que toda curiosidad inmune al paso del tiempo termina evolucionando en fascinación, al igual que nosotros, espectadores, terminamos rendidos a la naturaleza tan particular de la propuesta de Tamhane.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cuando a la mitad del relato un santo temporal tiene lugar, el corte en la narración tántrica hace que por un momento, se disipen las notas musicales y los sonidos: es entonces cuando la entereza y la determinación del protagonista comienzan a flaquear, como si la música se hubiera ido a otra parte. La cuesta abajo y sin frenos tras haber coronado el pico de euforia juvenil. Su maestro pierde capacidades, el talento se va diluyendo de manera irremediable y la transmisión del conocimiento resulta ora imposible, tras el encuentro con un supuesto experto de la materia que despedaza despiadadamente cada una de las figuras sagradas del ámbito; ora inútil, ante la indiferencia de los organismos oficiales, más sumidos en la burocracia que en la cultura.
Si aceptar la decepción forma parte de la madurez, eso es lo que ocurre en el magnífico desenlace cuando el eterno aprendiz abandona con gesto afligido el escenario en medio de una raga. Persisten las notas, los sonidos. Es decir, la pasión sigue presente, pero el intérprete ya no. Ese eco que por unos segundos sobrevive entre los muros del auditorio a la ausencia del artista tal podría ser el rayo de esperanza, último en abandonar el salón de música con forma de caja de Pandora. Para todos aquellos que en algún momento de su vida han sentido la ambición y las ganas, no estar a la altura de sus pasiones es la sentencia más cruel y despiadada que el destino pueda prepararles.
Por fortuna, el epílogo lanza un capote al héroe y le permite una redención, un sendero cuya canción lo guía hacia otros derroteros en los que podrá transmitir su legado. Cuando el objeto de nuestra pasión es inalcanzable, el amor por el arte se vuelve platónico, trágico o romántico.
hommecinema.blogspot.com
Si aceptar la decepción forma parte de la madurez, eso es lo que ocurre en el magnífico desenlace cuando el eterno aprendiz abandona con gesto afligido el escenario en medio de una raga. Persisten las notas, los sonidos. Es decir, la pasión sigue presente, pero el intérprete ya no. Ese eco que por unos segundos sobrevive entre los muros del auditorio a la ausencia del artista tal podría ser el rayo de esperanza, último en abandonar el salón de música con forma de caja de Pandora. Para todos aquellos que en algún momento de su vida han sentido la ambición y las ganas, no estar a la altura de sus pasiones es la sentencia más cruel y despiadada que el destino pueda prepararles.
Por fortuna, el epílogo lanza un capote al héroe y le permite una redención, un sendero cuya canción lo guía hacia otros derroteros en los que podrá transmitir su legado. Cuando el objeto de nuestra pasión es inalcanzable, el amor por el arte se vuelve platónico, trágico o romántico.
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