Siempre intento ser objetivo. Sé que suena raro cuando le acabo de dar un 9 a esto, pero las dos preguntas que siempre me hago a la hora de valorar una película son ¿qué se poropone? y ¿qué consigue?
Pues bien, teniendo en cuenta que su único propósito es llegar a ser el cóctel de parodia bizarra definitivo, yo digo sin ningún temor a equivocarme: felicidades, objetivo logrado.
No decae en ningún momento. Plano tras plano, escena tras escena asistimos a un compendio de los clichés más icónicos del cine tardoochentero y protonoventero. Todo aquello de lo que te reíste en las pelis de Chuck Norris, Schwarzenegger, Van Damme, Stalone, Steven Seagle y compañía es puesto a tope de ciclos empaquetados en la más friki y desternillante de las tramas policíacas. Pero ¡ojo! si crees que por estar hecha de topicazos es predecible siquiera por un momento te equivocas.
Esto es un producto, como he dicho, bizarro hasta la médula y más fiel a su espíritu que el 99% de lo que Hollywood nos echa. Entiende perfectamente el material del que se nutre y sabe perfectamente como retorcerlo y llevarlo a la hipérbole para sacarle el máximo rendimiento. Ni rastro de contención o medias tintas. Nunca deja de subir la apuesta, siempre fuerza la rosca, siempre da un pasito más, siempre usa tus expectativas de trampolín para ponerte delante algo mucho más loco de lo que te puedas esperar.
Cada cacho de este genial esperpento es una pequeña joya del humor absurdo y su conjunto no solo rebosa un cachondeo supercontagioso y una personalidad arrolladora, es que te deja con ese sabor de boca de lo auténtico, de lo hecho por gusto, del "arte colega" cercano y sin pretensiones ni snobismo.
Como dije en otra crítica, llama a tu camello, convoca a tus camaradas, aprovisionaos de licor, alcanzad la ebriedad y disponeos a pasar uno de los más cachondos y divertidos ratos que tendréis en vida.

Me encantaría ver a Carlos Boyero viéndola. Como mínimo le da un ictus.