El irregular Frankenheimer firma aquí su mejor obra, de origen germano judío, este director que según he leído acabó dirigiendo esta película de casualidad, nos deja, bajo una aparente película de acción bélica, una de las más hermosas descripciones de lo que la belleza del arte puede llegar a significar para un espíritu libre, una nación y para la humanidad en general.
Está rodada en un blanco y negro de un modo muy acertado, transmitiéndonos esa sucia estética industrial que desprende toda la película, con locomotoras de hierro, manchas de hollín y humo de vapor.
La película arranca de un modo un poco lento pero una vez que el tren coge velocidad la acción se vuelve trepidante. Un tren cargado de cuadros, un oficial nazi obsesionado con llevarlos a Berlín y un maquinista escéptico al principio pero que poco a poco hará todo lo posible por detenerlo. Los buenos diálogos y la emoción están garantizados, os lo aseguro, disfrutarla.