Cuando uno se dispone a ver “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” no puede esperar sino una comedia en toda su plenitud, y comedia es, pero no es su totalidad.
El tufillo a realidad, deshonrosa e incluso macabra, hace de los personajes, gente de la que apiadarse no de la que reírse, y los puntos como el hecho de llamarse “jedi” y demás no hace que cambie su aspecto final.
No es “the men who stare at goats” una comedia al uso, no produce carcajadas en el espectador atento, produce a lo sumo sonrisas (por algunos de sus gags y por su diálogo fluido). Da la impresión de que Heslov se apoya en su reparto para dar cera a los que han dirigido su carrera, y al estado y la sociedad americana en general, y lo hace de una forma dubitativa.

Es como la famosa viñeta de “El besugo de Franco”, pero con cuatro pares de huevos menos que el dibujante.