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Voto de Chris Jiménez:
6
Acción. Aventuras. Bélico Marsella, años 20. Un boxeador ha desafiado a la mafia al intentar rescatar a su amante de las manos de un gángster. Para eludir el peligro, se alista en la legión francesa y lo trasladan a Marruecos. Allí participará en una peligrosa misión, en el corazón del desierto, a las órdenes de un tiránico oficial... (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2024
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Al parecer al señorito belga se le estaba acabando el fuelle a finales de los '90, igual que a muchos otros astros de la acción casposa, y eso que aún estaba en su mejor momento, pero cosas como "Double Team" o "Knock Off", sin mencionar las secuelas que aún se sentían de "Street Fighter", no hicieron mucho bien a su carrera...

Así que "Legionnaire" llegó en un momento oportuno para convertirse en un extraño experimento, en todos los sentidos, y no sólo por su parte. Para empezar el guión era en un principio una especie de comedia en el seno de la legión extranjera, eso es lo que quería Van Damme, sin embargo su compañero Sheldon Lettich, como de costumbre para él, arregló lo escrito hasta hacer de ello una pieza dramática de época, algo un tanto novedoso para el actor; luego llegó el cambio de dirección de Lettich al encargado de la 2.ª unidad y productor Peter MacDonald.
Este veterano ya había sustituido a Russell Mulcahy en la 3.ª entrega de "Acorralado" y no tenía muchas ganas de dirigir tras ocuparse de la decepcionante 3.ª entrega de "La Historia Interminable" (decididamente tuvo mala suerte en sus proyectos...), aunque la experiencia esta vez fue mucho mejor. La presente tiene un punto de partida atractivo para los que somos fans del actor en su faceta habitual, y aquí, a pesar de centrarse la historia en la Francia de los años '20, le queda muy bien hacer de playboy chulo y caradura, y más desempeñándose de duro boxeador al que la mafia local no tiene mucho aprecio.

Así que parece que de nuevo veremos a Van Damme dando golpes como en sus clásicas películas de torneos de lucha y enfrentándose a villanos terribles, incluso hay por ahí una subtrama romántica con una chica que antes era su novia pero ahora está en las garras del gángster de turno (Jim Carter...¿no nos hemos visto antes, monsieur?). Pero esto vira en redondo y en lugar de quedarse el protagonista peleando en Marsella hace exactamente lo mismo que Dubois en "The Quest" (no en vano el actor escribió el guión en ambas, situadas por cierto en la misma época): huir a otra parte para evitar los problemas.
Pero en lugar de ser atrapado por piratas y luego acabar en Siam, este Alain entra en la legión y le destinan a Marruecos. Una escapada gratuita que nada tiene que ver con lo que nos estaban contando; a partir de entonces esto se transforma en un drama dentro de un ejército muy particular compuesto de hombres que huyen de algo, un drama histórico con Van Damme, ni más ni menos. Y la forma en que se introduce en todo esto no es original, ni mucho menos las situaciones que se dan a su alrededor, abarcando el guión todos los clichés habidos y por haber del cine bélico enfocado en la preparación de soldados y con todos sus arquetípicos personajes y diálogos.

A pesar de los malos detalles salpicados aquí y allá, a pesar de que por enésima vez tengamos que ver al parlanchín y tonto italiano de las narices para añadir algo de humor y al negro melancólico y solitario como amigos del protagonista, incluido uno que no despierta mucha confianza, a pesar de que el personaje de Katrina es un absoluto cero a la izquierda que no aporta nada de nada en este guión, a pesar de tener que aguantar los gritos del clásico jefe cascarrabias de la tropa que no se se callará hasta que no le maten, sí que vemos cómo evoluciona el personaje principal.
Van Damme juega a probarse de nuevo en el terreno dramático y sobreponerse, no tanto con sus puños sino más con el sentido común y el esfuerzo, a las adversidades del terrible entorno en el que se ha metido y del que ya no hay posibilidad de huir y, cosa curiosa, esos estereotipos que orbitan a su alrededor también poseen instantes interesantes donde se les permite abrirse y desarrollarse, a menudo sorprendiendo con algún giro inesperado; lo que hay afuera, y ese es otro fallo del guión, no le importa a nadie en realidad. Se supone que estamos en Marruecos y que estos hombres luchan contra fuerzas bereberes...pero, ¿y qué más da?

Por lo que a mí respecta son enemigos impersonales que aparecen y matan a mucha gente; pueden ser bereberes o alienígenas de Venus, eso no altera la trama. Lo realmente incomprensible es que, llegados a este punto, la película quiera seguir manteniendo la historia del principio y por narices tenga que volver a aparecer el mafioso cabreado y ordenar a sus secuaces seguir persiguiendo al protagonista (lo divertido es que lo hacen, y sin explicaciones ni nada se encuentran con él por medio de la magia de la elipsis...¿pero saben estos subnormales el lío en el que se han metido?).
Quitando estas tremendas incoherencias uno puede quedarse con esos pocos personajes carismáticos y sus dramas personales, las bonitas localizaciones del desierto de Marruecos, donde se dispuso un rodaje difícil y caluroso, y las bien filmadas escenas de acción por MacDonald (sobre todo el espectacular clímax, con ecos inevitables de "El Álamo"). Sin embargo, y esa fue la parte más experimental del proyecto, los distribuidores consideraron que las últimas obras de Van Damme no habían sido muy exitosas, por lo que primero estrenaron el film en el extranjero, luego en formato vídeo en EE.UU. y por último en cines en el país.

Extraña maniobra con la mirada puesta en los beneficios del mercado doméstico que ya iba convirtiéndose en tendencia; sólo harían falta unos años para ver al belga y sus coetáneos (Seagal, Lundgren, Snipes...) convirtiéndose en miembros de honor de dicho mercado.
Eso sí, los proyectos que iban a protagonizar ni tenían el mismo nivel de presupuesto ni de atractivo que "Legionnaire", que es toda una "rara avis".
Chris Jiménez
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