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Voto de Chris Jiménez:
5
Ciencia ficción. Fantástico. Terror Las peores pesadillas se hacen realidad para un grupo de siete personas, que han sobrevivido a un holocausto nuclear. Desde su refugio en la montaña observan cómo plantas y animales empiezan a sufrir monstruosas mutaciones por efecto de la radiactividad. La supervivencia del grupo depende de su inteligencia para enfrentarse a grandes mutantes caníbales. (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fábula del fin de los días, la hecatombe ha sucedido y las ciudades son amasijos de escombros.
Con todo esto da comienzo el amanecer de una nueva era según la visión de uno de esos directores clave para entender la "sci-fi" de los '50 en adelante.

Además se halla en un momento importante. Roger Corman tiene 29 años y ha dirigido ya, oficialmente, dos películas, en el género que menos le atraía de todos: el "western". Es una parte más de la ínfima productora A.R.C. propiedad de Samuel Arkoff, James Nicholson y Alex Gordon, y va a ser contratado para ocuparse de su primer largometraje de ciencia-ficción escrito por el guionista todoterreno Lou Rusoff, cuñado Arkoff, tras ocurrírsele a Nicholson el título. Con exteriores situados en Los Angeles e interiores precarios el joven director se hizo con un presupuesto holgado, para lo que estaba acostumbrado (de 70.000 a 90.000 según las distintas leyendas).
Unos títulos de crédito llamativos, lo que sería una de sus señas de identidad para la posteridad, nos meten de cabeza en un entorno provocado por lo que parece ser una 3.ª Guerra Mundial con agravante atómico. Tema estrella de aquellos tiempos debido a la crisis de la Guerra Fría, era cuando Eisenhower y sus asesores planeaban respuestas nucleares contra la U.R.S.S. y se anunció que los comunistas podrían haberse infiltrado en la C.I.A., tiempos de pánico donde aún se respiraban las nubes radioactivas de Hiroshima y Nagasaki, haciendo que en la ficción esto se tradujera en historias de fantasía apocalíptica.

Pero el más directo predecesor de "El Día del Fin del Mundo" lo marca "Cinco", pequeño clásico de Arch Oboler pionero en proponer un entorno post-apocalíptico ocupado por unos pocos supervivientes. La principal desemejanza, además de que éste se filmó en exteriores, es que su cierta audacia presentando a un grupo heterogéneo lo pasa Rusoff por el filtro de lo convencional y lo fantasioso (al estilo de un John Wyndham, por ejemplo). También se permite licencias pues el tiempo de rodaje (menos de dos semanas) no dejaba márgenes para desarrollar la trama ni los personajes.
Ahora éstos aumentan a siete y se reúnen, al mismo tiempo y llegados de no se sabe dónde porque no se nos explica, en la morada del científico militar (o lo que quiera que sea) Maddison y su hija Louise, bien protegida en un cañón contra la radiación exterior. En primer lugar: ni las montañas protegen de la radiación ni por culpa de ella se producen mutaciones monstruosas, que será uno de los elementos clave de la historia, pero esto es horror/ficción de entretenimiento y no de base científica. La importancia recae en la relación de los seres humanos cuando no queda civilización a la que aferrarse, tema típico de estas historias e interesante si sabe llevarse a cabo.

El problema son esos convencionalismos del guión, que asigna a cada actor un rol de estereotipo algo farragoso, sin salirse demasiado de la norma: el sensato líder que a lo Noé acoge en su arca a los desamparados en el diluvio nuclear (un "johnwayniano" Paul Birch); el adonis valiente y romántico (Richard Denning); la chica pueblerina de espíritu puro (actriz de Universal Lori Nelson), en oposición con la mujerzuela de ciudad, desgraciada, lujuriosa y envidiosa (la actriz clásica de comedias Adele Jergens, y la más auténtica del acartonado grupo); el buscador de oro simpático pero cínico (la estrella del mudo Ray Hatton); y el italoamericano buscaproblemas que crispa el ambiente (repelente Mike Connors).
No cuesta averiguar, desde su aparición, quiénes van a quedar en pie; preferentemente aquellos con buenas intenciones, evocadores de la creencia religiosa y la fe, cristianos bondadosos. Por supuesto es la chica dispuesta a asumir los tradicionales votos nupciales la destinada a vivir; a la otra le espera lo que pide: un destino trágico. Los pecaminosos, brutos o egoístas no tienen ninguna posibilidad (cuando en la vida real sería al revés); el séptimo en discordia es un pobre tipo (inquietante Paul Dubov) afectado por la radiación que poco a poco irá mutando en una criatura humanoide violenta, a quien todos evitan con miedo.

Maddison incluso planea su asesinato sin pararse a pensar en la utilidad de observar los efectos para aprender. Durante un buen trecho de trama, como la base narrativa está establecida, no habrá casi movimiento ni sorpresas lejos de las rencillas entre los supervivientes encerrados; se forjan algunos misterios con respecto a las mutaciones y crece la paranoia y el miedo a la amenaza exterior, como si no fuese suficiente la amenaza interior, haciendo que no sea realmente necesaria la aparición de un monstruo extraño (mejoraría, dado las pobres técnicas y maquillaje, que éste se mantuviera oculto al ojo del espectador, insinuándose pero no mostrándose).
Valía más construir un elaborado drama humano. Pero esa no era la intención de los productores; tampoco de Corman, cuyas habilidades de cineasta no habían aflorado aún, quejándose muchos de los actores de su falta de dirección. Y es que éste no sé sentía entonces ni mucho menos un artista, sino un trabajador que deseaba poner sobre el tapete los resultados gastando lo menos posible; lo importante para él era ésto, el resultado final, no el proceso de realización...y esta falta de tacto en los detalles, de desgana en la calidad creativa, provoca la mediocridad en líneas generales.

Aun así, por alguna razón incomprensible, a pesar de todas esas flagrantes limitaciones y errores (¿no debería haber tenido el papel de Radek más protagonismo dramático?), el producto consigue entretener con su mezcla bizarra de suspense, melodrama negro de andar por casa, distopía, horror fantástico y romance.
Es esa curiosa habilidad mágica del nativo de Michigan de extraer algo bueno de donde aparentemente no lo hay y enganchar hasta el final. Desde luego funcionó en aquel momento, recaudando en sesiones dobles más del quíntuple del presupuesto; artista o no, sólo un genio logra eso.
Chris Jiménez
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