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Voto de Chris Jiménez:
8
Acción. Drama Gennosuke asesina a uno de los ministros de su clan, como parte de un complot para conseguir una reforma. Con todos sus antiguos camaradas buscándole para acabar con su vida, Gennosuke se verá obligado a abandonar el tipo de vida que lleva. En el exilio, conocerá a Yamane, una maestro samurái, quien le ayudará a recuperar su honor. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2020
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El cine de samuráis pareció adquirir un nuevo contexto cuando a mediados de los '50 Kurosawa presentaba su inmensa "Los Siete Samuráis".
Desde entonces luchar por el honor del clan y la lealtad dentro del microcosmos de la nobleza pasaron a no ser los preceptos básicos para ofrecer al público, de todas formas, un auténtico "chambara".

Pero si este cine cambió por completo fue gracias a la intromisión de Sanjuro, el primer héroe samurái cínico y oportunista, una revolución en Japón en la Historia del género; muchos cineastas siguieron el ejemplo de "Yojimbo", y entre ellos cabe mencionar a Hideo Gosha; emigrado de los estudios de la cadena Fuji TV, este talentoso director entraría por la puerta grande de la industria cinematográfica gracias a que en Shochiku le contrataron para realizar una película de su popular serie "Sanbiki no Samurai" (versión radical y mordaz de "Los Siete Samuráis" y "Yojimbo"); esta obra permanece como uno de los más brutales y emocionantes "chambara" que se han filmado, y tan sólo con su debut Gosha hizo gala de sus habilidades tras la cámara como un maestro.
El éxito le llevaría poco después a preparar otro proyecto con la productora y su guionista Eizaburo Shiba, que se inicia con una imponente escena de apertura en la áspera naturaleza. Como un guiño a "La Leyenda del Gran Judo" de Kurosawa y al "Onibaba" de Shindo, esta historia empieza entre grandes tallos de cortaderas (susuki), donde un ronin cansado es seducido por una mujer para luego descubrirse el engaño, pues ella le ha vendido a sus fieros perseguidores; la traición femenina, el frenesí de la cacería y la transgresión de los códigos de honor ya forman parte del argumento.

Vamos al año 3.º de la era Ansei (1.857), cuando el emperador Komei se enfurece con la llegada del comodoro Matthew Perry y la presión que ejerce sobre Japón para abrir sus puertos al comercio internacional; esta infiltración de Occidente revela lo caduco y absurdo del código de honor samurái y las leyes de la clase alta. Gennosuke, guerrero del clan Kakegawa, se erige contra ésto y aboga por reformas progresistas, pero en la nobleza, como bien nos había presentado Gosha, sólo hay sitio para la ambición, la hipocresía y la maldad. El guerrero es ahora un ronin, y en esta persecución a la que somos lanzados para vengar al consejero Yamaoka, a quien el anterior asesinó, no habrá sitio ni para un gramo de ética ni honor, salvo los que defiende el protagonista.
En mitad de esta búsqueda frenética entre bosques, ríos y campos (la naturaleza de nuevo convirtiéndose en un protagonista más de la trama), aparece la presencia de una gran cantidad de oro que se oculta en las montañas. A partir de ahora la estructura narrativa se acoge a las tradiciones del cine de aventuras, incluso del "western", con el codiciado oro escondido como resorte de las acciones de los personajes y los sucesos, recordándose en la distancia "La Fortaleza Escondida". Este refugio natural salvaje sirve a Gennosuke para embrutecerse como la bestia vagabunda en la que está presto a convertirse, aunque su honor se verá nuevamente infundido por otro samurái que es su reflejo torcido, Yamane, quien busca el oro para su propio clan.

Las figuras de proyección vuelven a revelarse importantes para el director: un samurái que rechaza el clan, otro que arriesga su vida por él; frente a este dúo masculino, tres mujeres: Misa, la princesa noble que ansía venganza por el asesinato de su padre; Taka, mujer de Yamane, que soporta la enfermiza obsesión de su marido por complacer al clan; y Osen, furcia mentirosa y traidora que regenta la vieja posada. Féminas de nuevo retratadas con dureza y determinación por el director como ya hiciera en su anterior film; todos estos personajes confluirán en el vasto paisaje natural, escenario de la aventura pero también testigo de todos los engaños, tragedias, mezquindades, traiciones y muertes que están por ocurrir.
Porque esto es lo realmente importante para Gosha, además de ofrecernos grandes dosis de acción y salvaje violencia: reparar con el máximo detalle en la repugnante catadura de todos los personajes, llevados o por la codicia o por el odio; el oro y el respeto del clan (que pagará a aquellos que explota con la muerte, para más inri) es más importante que la vida de la esposa, el honor en la nobleza es puro humo, se ayuda a los demás por el interés y sobre todo se miente para guardar las apariencias (tras ser atacada, Misa conservará las formas como hija de samurái que es). Al parecer el único honesto y sensato es Tanji, quien sueña con dejar su pobre vida si da con el oro.

Pero el director y Shiba tampoco dejan que sean los corruptos y los poderosos los que ganen, sino los valientes y honrados, y permiten que los que habían perdido su rumbo existencial puedan recuperarlo con honor, el que al final triunfa entre tanta barbarie y brutalidad. Vueve a trabajar para Gosha ese excelente Mikijiro Hira en un papel digno de cualquier film de Kobayashi, seguido de grandes actores como Go Kato, Kunie Tanaka, Eijiro Tono y Takeshi Kato; ahora el imponente trío femenino lo forman Yoko Mikahra, Toshie Kimura, que ya vimos en "Tres Samuráis fuera de la Ley", y la bella actriz Shima Iwashita.
Otros protagonistas son la edición, la excelente fotografía en blanco y negro de Toshitada Tsuchiya y los escenarios naturales, donde Gosha crea una puesta en escena absorbente y con la mirada dirigida al frenesí de la acción, cuya cámara recoge a través de imágenes ásperas, duras e implacables, elementos que hacen de éste otro gran relato "ken-geki", donde se cruzan géneros propios del cine occidental, filmado con nervio y un gran sentido de los códigos del estilo y la forma que daría al nipón aún más notoriedad dentro del cine de samuráis.

Justo después Gosha lo dejaría de repente y por un breve momento para acometer su primer "thriller" de tonos sociales, con Tatsuya Nakadai de protagonista: "Gohiki no Shinshi".
Chris Jiménez
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