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Voto de Chris Jiménez:
8
Terror. Thriller Edimburgo, 1831. Donald Fettes, un joven estudiante de medicina, llega a la mansión del doctor MacFarlane, un prestigioso cirujano y profesor, para servirle como ayudante. El siniestro cochero John Gray es quien le proporciona clandestinamente al médico los cadáveres que utiliza en sus clases y en sus investigaciones, cadáveres frescos procedentes de las tumbas del cercano cementerio. Gray aprovechará la situación para chantajear a ... [+]
10 de mayo de 2024
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Noche cerrada, lluvia torrencial y terroríficos relámpagos. Dos hombres, dos médicos, echando por tierra cualquier valor relacionado con la humanidad, y todo con un único motivo: contribuir a la ciencia.
Los caminos que por ella puede tomar el ser humano son oscuros e incomprensibles...

No podría ejemplificarse mejor este pecado que en el relato del gran Louis Stevenson "The Body Snatcher", publicado en 1.884 y que utiliza de base hechos tan espeluznantes como el saqueo de tumbas y los asesinatos de William Burke y William Hare para el eminente científico y maestro de anatomía Robert Knox, en una Edimburgo donde la primera práctica estaba a la orden del día. El autor le pasa el testigo a otro doctor, Wolfe MacFarlane, asistente de Knox, y nos cuenta, a través de la voz de un narrador en primera persona, la manipulación al joven doctor Fettes, quien va perdiendo poco a poco sus valores...
Un material perfecto para una audaz película de terror. Eso pensó Val Lewton, el hábil autor y productor de títulos de bajo presupuesto para RKO, y además el salvador del sr. Boris Karloff después de su exilio de la Universal; sin embargo el material original parece demasiado audaz incluso para la serie "B", así que el guión de Philip MacDonald y Lewton va a incluir una serie de detalles que, de algún modo, arrojan una luz a la oscuridad podrida en la que nos hundía Stevenson. Detalle que sobresale desde el primer momento: la presencia de una niña parapléjica y cuya madre suplica a MacFarlane para que la opere.

Por supuesto no existía ninguna pobre dama que tuviera que ser salvada, el personaje de Fettes se muestra aquí en su juventud, al contrario que en el relato, donde le vemos demacrado por la edad y el alcohol, y MacFarlane parece asumir el papel del dr. Knox, ya que acepta al anterior como su asistente. El cambio más sustancial es el de John Gray, quien originalmente tenía una participación muy reducida a pesar de su estrecha relación con el doctor, pero todo esto cambia ya que le da vida Karloff, y así él se convierte en el protagonista de la historia, quitándole ese privilegio a Fettes. Y no es que sólo sea el protagonista...
Por obra y gracia del actor, que tal vez nos regale aquí la mejor interpretación de su vida, Gray es algo así como un maestro de ceremonias, un titiritero del Mal que domina a los demás con su pérfida presencia e ingenio depravado; pero es curiosa la forma en que aquí se repara la maldad, porque MacFarlane es la imagen de la moral corrompida, sin embargo los cuerpos que usa en sus experimentos gracias a su colaboración con Gray, quien los sustrae del cementerio, tienen un fin redentor: liberar a una niña de su parálisis. Quizás resulte más perverso este detalle del guión, que hasta ella percibe, de ahí su imposibilidad de andar tras la operación.

La trama entonces se centra en el duelo entre Gray y MacFarlane, en el control que el primero, cual brujo de cuento de horror, ejerce sobre el segundo, quien sigue la inhumana práctica no sólo de usar cadáveres para sus clases de anatomía, sino de personas asesinadas; y cuesta creer que un tema tan sórdido y moralmente deplorable fuese tratado en aquel momento, con la estricta censura de Hollywood en su apogeo, por lo que el film tiene ese espíritu desafiante que tenía el cine pre-Código Hays (pero, de nuevo, el relato de Stevenson es más cínico y pesimista porque no hay ninguna niña de por medio).
Robert Wise, al inicio de su carrera y tras haber servido en RKO como asistente y editor, filma prestando una atención especial a las atmósferas, cada vez más opresivas e inquietantes conforme el malévolo poder de Karloff crece sobre el resto de individuos; el rastro del horror gótico clásico y las sombras del expresionismo son el atractivo de fondo para una historia que no pierde el tiempo en artificios baratos, ni muertos vivientes, ni criaturas de fantasía, sino en el puro y genuino terror psicológico, donde la presencia del Mal es algo tangible y la ciencia la siniestra quimera que lleva a la degradación del alma y la mente.

Las muestras de cinismo, crueldad, obscenidad y bajeza moral de esta película causan una sensación de malestar, reforzada por la sonrisa perpetua en el rostro de Gray, un Diablo humano, y la frialdad del carácter de MacFarlane, que tras un acto terrible acaba inevitablemente convertido, y ya para siempre, en el reemplazo del mismo Gray, quien sigue consumiéndole aun sin estar presente en estado físico. La total sumisión del primero a su control durante el intenso clímax, a bordo del carruaje y bajo el violento temporal, logra algunos de los momentos más memorables del cine de terror de todos los tiempos.
Sin embargo el Fettes de Russell Wade es un tipejo sin carisma, un cero a la izquierda demasiado ingenuo y también cínico, pues mucho se queja ante su maestro del reprochable negocio con Gray pero luego se olvida de ello con la mayor frialdad; su análogo literario se presentaba atormentado y reflexionando sobre cómo la manipulación de MacFarlane le cambió, hasta volverse igual que él. Otro fallo horrible del guión es la participación de un algo débil Béla Lugosi en su última película junto a Karloff; evidentemente él debería haber sido MacFarlane y no Henry Daniell (aunque éste hace un papel brillante), así el duelo entre ambos actores habría sido antológico.

Además, para acabar reducido a un personaje tan torpe y con esa nula trascendencia en la trama (tampoco existe en el relato) hubiera sido mejor que ni aceptara la oferta de Lewton. Por su parte "The Body Snatcher", ayudada por una divertida (y algo macabra) campaña de publicidad, fue un éxito de taquilla...aunque no se libró, como es comprensible, de ser atacada en varias ciudades por sus temas y violencia, obligando a la productora a censurar algunas escenas.
Chris Jiménez
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