En la película anterior, la saga alcanzó un momento altísimo. Si bien la trama siempre es, más o menos, enrevesada, todavía no perdía pie.
El hermano mayor de Owen Shaw, Deckard (Jason Statham), busca vengar a su hermano. De alguna manera, es responsable de la muerte de Han, aunque esto está un poco traído de los pelos y es un "fuera de campo" (más bien una excusa para enlazar con la tercera película de la saga), Deckard Shaw se hace con un dispositivo conocido como "El ojo de Dios" con el que puede, entre otras cosas, controlar todas las cámaras digitales del mundo. La creadora de este prodigio es Ramsey (Nathalie Emmanuel), secuestrada por terroristas. El equipo de Toretto gana, salvan a la muchacha, apresan a Deckard, terminan todos comiendo un asado y tomando birra.
En esta película, que arranca muy bien, aparece una tal Cipher (Charlize Theron), que es un personaje demasiado rebuscado. No se entiende bien qué papel juega, parece estar por encima de cualquier fuerza policial y militar, incluso criminal, jugando sus propias reglas según un panorama político fantasma e irreal. Cipher se encarga de chantajear a Dom Toretto para juegue para su bando, poniéndolo en contra de su familia, pero Letty sigue creyendo en él. Etc. Hobbs se ve en la obligación de colaborar con Shaw, que era malo pero se vuelve bueno, para poder vencer a Cipher. El único que parece entender algo es el personaje conocido como nadie (protagonizado por Kurt Russell), gran personaje, que parece estar del lado del gobierno de EEUU, pero en alguna agencia paramilitar. Total, que vencen los buenos, Dom Toretto consigue burlar a Cipher, quien no obstante se escapa.
La película está bien, pero le dieron demasiada rosca al argumento, con personajes que pasan de un bando a otro y vuelven a pasar, pierde encanto y consistencia, se vuelve todo muy caprichoso e inverosímil.