Huston es un director mítico, se sienta en la misma mesa que Allen, Coppola, Scorsese, Wyler. Capaz de, con algunos de sus títulos, de estar a la altura de Ford, Dreyer, Murnau, Wilde o Hitchcock.

Tocó con gran maestría géneros dispares: aventuras (EL HOMBRE QUE PUDO REINAR, TENER O NO TENER,), cine negro (EL HALCÓN MALTÉS), western (LOS QUE NO PERDONAN), bélico (EVASIÓN O VICTORIA), comedia (LA REINA DE ÁFRICA).

Esta película, si bien podría situarse como bélica o dentro del subgénero de campos de prisioneros, es, sobre todas las cosas, un film de puro entretenimiento. Entiéndase esto más como un piropo y un reto cinematográfico que como un desdén hacia el cine que es capaz de ser pensado para entretener la mente del espectador y darle dos hora de descanso.

Huston lo consigue con esta película que, si bien predecible e incluso increíble en algunos pasajes, logra su objetivo juntando actores como Michael Caine o Max von Sydow (nada más y nada menos) con rostros más populares como Stallone o, fuera del circo del cine, el fabuloso futbolista Pelé.

Funciona en su parte dentro del campo de prisioneros y funciona en la parte deportiva, con un partido de fútbol que nos deja imágenes icónicas de esa relación tan poco explotada del fútbol con el cine. No podemos olvidar, si la vimos de niños, esa chilena imposible de Pelé o esa parada de Stallone.