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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
8
Ciencia ficción. Fantástico Seis valientes astronautas viajan en una cápsula espacial de la Tierra a la Luna. La primera película de ciencia-ficción de la historia fue obra de la imaginación del director francés y mago Georges Méliès (1861-1938), que se inspiró en las obras "From the Earth to the Moon" (1865) de Julio Verne y "First Men in the Moon" (1901) de H. G. Wells. Se trata de un cortometraje de 14 minutos de duración realizado con el astronómico ... [+]
3 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de sentido común pensar que cuando se dan los primeros pasos en una disciplina (artística o no) los resultados de esos experimentos suelan basarse en intentos tímidos o dubitativos, especialmente cuando dicha disciplina requiere del empleo de una tecnología apenas descubierta o, en el peor de los casos, aún por descubrir. Quizá sea este razonamiento el que me lleve a la sorpresa cuando contemplo obras tan audaces y arrojadas como «Viaje a la luna», aventura iniciática y fundacional donde las haya emprendida por el mago Méliès, un hombre que no solo se atrevió a desafiar las posibles limitaciones de los materiales que manejaba, sino también a plantar el estandarte de la imaginación en un medio de comunicación que hasta ese momento solo se había restringido a mostrarnos la realidad en veinticuatro fotogramas, lo cual, hay que decirlo, para la sociedad del momento era ya demasiado.

Pues bien, lo cierto es que Méliès se atrevió además a introducir el factor narrativo, la posibilidad de llevar el medio visual que dominaba al terreno de la ficción… Y no conforme con eso, ¡se arrojó de cabeza sobre una historia de ciencia-ficción! Basándose en una obra literaria de otro gran visionario, su compatriota Verne, Méliès narra en este impresionante cortometraje la aventura de un grupo de astronautas abocados a una misión tan imposible y quimérica como la de contar un viaje espacial a través del cinematógrafo: una visita a la superficie lunar.

La magia del cine se vuelve evidente en el paralelismo de las dos epopeyas. La ficticia nos cuenta la historia de ese grupo de aventureros espaciales que, montados en un cohete, alunizan sobre el ojo del satélite y deben enfrentar a los hostiles habitantes que los reciben de muy mala gana. La proeza real nos narra el periplo de un cineasta (palabra que bien puede haberse acuñado por primera vez para referirse con ella a Méliès antes que a ningún otro) que se propuso contar algo que estaba entre las páginas de un libro, y no apelando a la imaginación de los lectores sino mostrándoselo en una pantalla, valiéndose para eso de ese invento maravilloso que por entonces estaba en boca de todos. Ambas aventuras acaban de la mejor manera; quien vea el corto puede enterarse del destino de los astronautas. La gesta de Méliès no solo no ha terminado aún, sino que puede que nunca lo haga. Su legado, en todo caso, resulta inmarcesible.

«Viaje a la luna» apostilla el nacimiento del cine como tal, el florecimiento de una idea que ya nunca moriría: la de contarnos una historia a través de ese aparatito tan original que enlaza veinticuatro imágenes por segundo y gracias al cual, y con la imaginación como estandarte, genios como Méliès descubrieron que un nuevo universo era posible.

Notable.
Arsenevich
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