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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
29 de diciembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué lástima que haya tantísima gente que confunde la autoridad con la imposición! Puede aceptarse, en algunas situaciones, en un policía, y en situaciones extremas, en un padre de familia, pero, que ésta sea la medida de cada día para educar a los hijos, es un absurdo porque en la imposición hay miedo, pero, ¡nunca hay aprendizaje! Quien actúa ante la imposición, no obedece, se somete; no dice lo que ha entendido, dirá aquello que le obligan a decir; y no cambia, solo buscará ocasión para la venganza. Porque maltrata, porque humilla y porque obliga, la imposición solo motiva repulsa y es engendradora de odio, porque, por esencia, el ser humano necesita razones, un trato pertinente, y ejemplo persuasivo…

En aquel momento del filme, cuando a, Alexander, se le presenta el espíritu del obispo, Edvard Vergerus (apellido muy reiterativo en la filmografía de Bergman como representación de aquellos hombres que cargan con los peores rasgos de personalidad), y le dice: “No vas a librarte de mi nunca”, suena como verdad implacable, pues, la infancia del director, Ingmar Bergman (Alexander en la película), plagada de limitaciones, de rigidez y maltrato al lado del pastor Luterano que le tocó por padre, lo dejó tan marcado que le chupó hasta el tuétano convirtiéndola en imágenes cinematográficas con las que hizo catarsis y sacó a la luz una obra de la envergadura de, <<FANNY Y ALEXANDER>>. Confieso, ahora, que no apruebo el título, pues, siento tan pasiva y escasa la participación de la pequeña Fanny que, emulando a Tarkovsky, me parece que pudo titularse: “La Infancia de Alexander”.

Bergman, ha logrado un filme magníficamente actuado: Jan Malmsjö, como el tormentoso obispo; Jarl Kulle haciendo de Gustav Ekdahl el “insaciable”; Pernilla August (aquí Allwin), como Maj, la amante de navidad; y el pequeño, Bertil Guve, en su valiente rol de Alexander, dan profundidad, vitalidad y firmeza a una historia que pareciera conjugar las ligerezas sociales de “El Discreto Encanto de la Burguesía”, con la mala educación que luego se le brinda a un niño, al cruel estilo de “David Copperfield”.

En esta crónica familiar, hay espacio para la fantasía, para las visiones espirituales, para expresar el escepticismo animado por un falso semidiós… y Bergman, logra dejar sentado que, cuando niño, no consiguió vivir en el mejor de los mundos, pero que, el sufrimiento y la experiencia alcanzados, pueden convertirse en un pequeño tesoro si se sabe hacer de aquello algo útil para toda la humanidad.

Enseña con amor, persuade con el ejemplo, no pretendas que tus hijos actúen a tu imagen y semejanza; déjalos ser, sirviendo tú de faro y no de alfarero… y entonces verás como un aire tibio penetra por la ventana y una nueva luz comienza a aflorar del corazón de aquellos a los que, ya tú, estás amando.
Luis Guillermo Cardona
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