¡Qué gusto produce ver a un hombre maduro! Y digo esto… ¡Porque escasean tanto! Conozco a hombres con mucha edad, adultos y viejos… pero, la gran mayoría, con una inmadurez que causa grima. Dice el diccionario que la madurez es la sazón de los frutos. Me vienen a la mente aquella clase de mangos que lucen “bien maduritos”, pero, al probarlos, saben tan ácidos que repugnan al gusto. Y así suele ocurrir con el común de los hombres. Tienen ya la edad donde se supone que se ha alcanzado la plenitud vital, pero en su ejercicio cotidiano, se revelan tan primarios, mezquinos e ingenuos que tan sólo producen grima. Y, en lo relativo al afecto, si que vemos necedades: posesivos, superficiales, maltratadores, inestables, faltos de inventiva, afanosos de reconocimiento… ¡Un sartal de deplorables situaciones que se tornan en sobradas razones para que el mundo entre en caos!

Hasta hoy, no he leído al galardonado con el premio Nobel, Sinclair Lewis, pero creo que voy a leerlo, pues, el recuerdo que tengo de dos películas basadas en obras suyas, “Cass Timberlane” y “Elmer Gantry”, es bastante satisfactorio, y con esta versión cinematográfica que, de “Dodsworth”, ha hecho William Wyler, quedo más que persuadido de su enorme talento literario.

“DESENGAÑO” es una historia de amor entre un hombre maduro -en todas las acepciones de la palabra y especialmente en lo relativo al afecto-, y una mujer mucho más joven e improvisada en lo relativo al amor, pero con un ímpetu y unas ansias de experimentarlo todo que, como bien lo hace su esposo, también nosotros le respetamos.

Animado por su esposa Frances, Samuel vende su empresa y se dedica a llevar con ella una vida placentera a bordo del Queen Mary. Pero, las edades pesan, y mientras Frances anhela aún el baile, el licor y los coqueteos, Sam ve la vida de manera más pausada y contemplativa, y casi con indiferencia, se presta a los vaivenes de su vivaz esposa.

Cuando hay madurez, la plena confianza solidifica las relaciones, pero ante un ser inmaduro, el exceso de confianza posibilita sus liviandades… y Frances es un ser de estos últimos. Y se entrecruzan entonces dos visiones de la vida, siendo Sam el que da siempre lo mejor de sí, en un ejercicio de amor profundo capaz de soportar hasta sus límites, y conservando siempre la altura que merece cada una de las situaciones.

William Wyler, ha hecho un filme brillante y ejemplar que me merece el más alto reconocimiento. Tiene excelentes actuaciones, y en sus aspectos formales, resulta intachable por donde se le mire. Sam Dodsworth, por su parte, es hombre cabal que a todos nos sirve de ejemplo para aprender a manejar nuestras relaciones como es debido.

Título para Latinoamérica: “FUEGO OTOÑAL”