Los hermanos Joel y Ethan Cohen, después de su debut oficial con la perturbadora “Sangre Fácil” (Blood Simple, 1984) se apuntaron a la comedia sin olvidarse de esos paisajes tan característicos de la árida Nortamérica olvidada de la mano de Dios (en éste caso la desértica Arizona), repleta de caricaturescos personajes propios de un drama local antes de que una sátira sobre a dónde va la sociedad yanqui. Vendida como si se tratara de una simple comedia, ciuando uno visiona la película (sin tener en cuenta la rúbrica de sus directores) se dará cuenta de que se enfrenta a un entramado diferente: un atracador de supermercados de buen corazón llamado McDunnough (Nicolas Cage), la agente policía de la que se enamora (brillante Holly Hunter) y los friquis secundaods por dos sobresalientes John Goodman y William Forsythe interpretando a dos presos fugitivos dignos de un tebeo cómico. No falta tampoco el millonario local (Trey Wilson), un empresario del mueble cuya mujer le ha dado quintillizos y que uno de ellos será el rehén de la pareja protagonista con el fin de cumplir el deseo de formar un hogar y olvidarse de lo terrible que supone para ella no tener hijos.

Con una formidable banda sonora que incluye temas folclóricos compuestos con nervio y gracia acordes al desenfreno que se produce durante toda la función, los Coen dieron cuerda a un género que ofrecía más humor que risa (salvo la embarazosa escena con Cage intentando escoger a qué bebé raptar), metiéndose más de lleno en los estereotipos de sus caracterizaciones (entre secundarios también aparecen unos fantásticos M. Emmet Walsh y Frances McDormand) antes que dejar perder un argumento que podía haberse quedado vacío.