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Voto de Natxo Borràs:
8
Comedia. Drama. Fantástico Totó es un bondadoso huérfano que vive, igual que otros muchos desharrapados, en un mísero barrio de chabolas en las afueras de Milán. Cuando en los terrenos donde viven se descubre petróleo, Totó, tan ingenuo como bienintencionado, decide enfrentarse al poderoso señor Mobbi, el dueño del suelo. Aunque contiene elementos fantásticos, constituye con "Ladrón de bicicletas" y "Umberto D." la gran trilogía neorrealista de De Sica. (FILMAFFINITY) [+]
5 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Neorealismo Italiano no significó mostrar en carne propia la realidad y la nula prosperidad de la realidad del dia a dia en la Italia de la posguerra, que tuvo que sufrir una lenta recuperación económica después de la devastación de la II Guerra Mundial y que cineastas encabezados como Roberto Rossellini mostrarían con toda su dureza, fieles a la realidad del momento. Vittorio de Sica, que también había seguido esas pautas con la imprescindible “Ladrón de bicicletas”, se enfrascó en su siguiente proyecto, “Miracolo à Milano” en elaborar una fábula fantástica sobre la injusticia y la pobreza ambientado en la célebre capital lombarda.

La película narra el nacimiento, entre unas lechugas, de Totò (interpretado por el actor Francesco Golisano que fallecería prematuramente a los veintinueve años de edad, en 1959), su adopción por una tierna anciana (Emma Gramatica) hasta su salida del orfelinato y su aventura en esa gran e invernal ciudad poblada por la niebla (la secuencia del funeral por las silenciosas calles te hace entrar de lleno en la situación) así como el pesimismo de unas gentes ensimismadas a contemplar como pocos privilegiados salen con todo su esplendor cada noche del célebre teatro de ópera de la Scala. Pero la verdadera magia de la historia se desarrolla prácticamente en las barracas, en las afueras, donde los pobres soñadores de una vida más afortunada sobreviven cooperando entre ellos, sonriendo, cantando, bailando, intentando alejarse de esa miseria que consiguen valorar como el oro. Y todo gracias a la alegría que exhuma el joven y desorientado Totò, reflejo de la juventud y la ambición que busca e intenta construir un futuro mejor.

Vittorio de Sica, junto con los escritores Cesare Zavattini i Suso Ceccho d´Amico que hicieron proezas en un guión sumamente entregado a la imaginación y a la metáfora, rodaría poco después “Umberto D.” (1952) más descarnada aunque también alejada de los dogmas establecidos por el movimiento neorrealista.
Natxo Borràs
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