Peculiar producción que en su momento impactó por su contenido más que por su reparto internacional, encabezado por un Harvey Keitel post-Scorsese y un Klaus Kinski que ya se conocía España de sobras desde sus peregrinaciones al spaghetti-western almeriense... Y digo que impacta porque el género fantástico español no tenía reconocimiento y la película de Fernando Colomo (uno de los pilares de la comedia moderna española) no fue la excpeción. Al contrario, se fraguó en un fracaso comercial que ni la presencia de Miguel Bosé (en esos tiempos enarborando su aclamada canción “Amante Bandido”) como reclamo estético ayudó.

Tomar una nave espacial a su llegada a la Tierra en plena Edad Media e interpretarla con la mítica y característica descripción de un dragón ya despierta el delirio de unos guionistas con muchas ganas de contar (entre ellos el escritor Andreu Martín) pero poco que ofrecer. Y recurrir a la torpeza y vis cómica de algunas de sus protagonistas (a excepción de un concienzudo y juicioso Klaus Kinski disfrazado como de mago Merlín) no salva ni mucho menos una función condenada al más ruin de los fracasos hechos con poca gracia. Una lástima porque los efectos especiales no se merecen tan languida y aborrecible historia que deja entrever el mito de San Jorge y el Dragón.

Una Edad Media cuyos exteriores fueron rodados en Olot y el castillo de Requesens, en la Jonquera.