Funciona más como curiosidad que como logro cinematográfico esta extraña película de vocación teatral, un tanto surrealista, de cuyo argumento no conviene contar mucho para no quebrantar el asombro (por decir algo) que puede provocar en determinados espectadores aficionados a los giros de guión. Baste decir que John Taylor, un ladrón que acaba de dar un golpe y resultar herido, busca refugio en casa de Warnick Wilson haciéndose pasar por el amigo de una amiga suya.
A partir de ahí la película va navegando sinuosamente entre la comedia y el trhriler y lo que en un principio es chusco y llamativo acaba resultando incluso plomizo por excesivo y delirante. La intriga que propone es más bien previsible y anodina y los chistes, tras la fugaz sorpresa inicial, carecen del suficiente empaqe para que puedan parecernos originales.
Es de agradecer, por otro lado, que el metraje no sea demasiado abultado porque, de ser así, la película probablemente naufragaría en su propia desmesura: leo por ahí que El perfecto anfitrión procede de un corto de su realizador y, visto lo visto, es posible que el filme funcione mejor como obra breve que como película de algo más de una hora y media, como le sucede a ésta. Una vezconocido el meollo de la historia, se tiene la sensación de que su autor ha pretendido estirar el chicle con la única intención de llegar al formato estándar de largometraje. Y eso, desde luego, no beneficia a la película.