Christopher Nolan además de ser un director y guionista fuera de serie es un valiente.
Coger el cadáver putrefacto del hombre murciélago que había dejado Joel Schumacher y resucitarlo para conducirlo a las alturas de la cinematografía es una proeza al alcance de muy pocos, casi un milagro.
Un personaje de cómic que durante la década de los 90 se había convertido progresivamente en el hazmerreír del fandom de pronto pasó a ser dignificado como ningún otro héroe de las viñetas lo había sido antes a través una adaptación cinematográfica.
Auténticos héroes y demonios de la mitología pagana moderna puestos a escena a través un excelente guión que abordaba conflictos morales tan antiguos como la Humanidad, narrados a un ritmo frenético y con una complejidad psicológica encomiable que no cae para nada en los tics típicos del género al que pertenece.
Una historia que además de entretener hace pensar, y estremecerse ante personajes tan inquietantes como el Joker portentosamente recreado por Heath Ledger, y todo lo que éste representa tan en vigencia en los tiempos que corren: el caos, la ambigüedad moral, el total desprecio por la condición humana y sus valores.
Sin duda todo un hito del filmografía moderna, y una de las pruebas fehacientes de lo que un buen cómic puede aportar al mundo del cine cuando cae en manos de una mente creativa de primer orden, como es el caso de Nolan, del cual espero grandes cosas y espero que se consolide definitivamente entre los grandes del cine de todos los tiempos.