Repasando la puntuación que le di a la primera película de las aventuras de Narnia no consigo recordar que es lo que vi en ella para ponerle un siete. Me imagino que entre la simpatía que despierta la película, y el buen sabor de boca que en estas películas siempre deja el disfrutarlas en pantalla grande la valoré más positivamente de lo que seguramente era. En cualquier caso el entusiasmo no me duró mucho porque no corri a ver su segunda parte cuando se estrenó en el cine. Algo de lo que, después de haber visto la película, ni me arrepiento ni me dejo de arrepentir.
El príncipe Caspian, que así se llama esta segunda entrega de Las crónicas de Narnia es una película tan vistosa y entretenida como funcional y previsible, o sea, ni entusiasmo ni decepción ni nada de nada. Bien si, pero nada más.
Los cuatro hermanitos que protagonizaron la primera entrega vuelven a Narnia un año después de ser proclamados reyes. Lo que para ellos en el mundo real ha sido solo un año, en Narnia, en cambio, han sido más de mil años. El mundo que se encuentran es completamente diferente al que dejaron, y la supremacía de los hombres sobre los narnianos es considerable. En este entorno el principe Caspian es el heredero del trono de Narnia, pero su tío conspira para arrebatárselo y este tiene que huir para no morir asesinado. En su huida cae en manos de los narnianos con los que se tendrá que aliar para sobrevivir y recuperar el trono. Y es justo en ese momento cuando llegan los cuatro reyes antiguos para ayudar es esa batalla.
La trama de la película es sencilla y su progresión se reduce a mostrar una serie de espectaculares batallas y enfrentamientos entre los dos bandos enfrentados.
La principal diferencia con la primera parte está en el tono de la historia. Lo que allí era fantasía casi infantil aquí pasa a ser una épica juvenil de carácter algo más oscuro. Y aunque se mantiene el aspecto fantástico del relato y de sus personajes, el punto fuerte de la película son los dos espectaculares enfrentamientos que centran la historia. El intento de asaltar el castillo del rey por parte de los narnianos, y la decisiva batalla final que decidirá el futuro de Narnia. Hay que reconocer que aunque la profundidad de la historia sea mínima, en estos dos momentos se alcanzan cotas bastante brillantes de espectáculo y emoción.
Se echa de menos la presencia de un malo a la altura de la Bruja Blanca, que en la primera parte interpretó la estupenda Tilda Swinton, y que aquí tiene una aparición testimonial. Por lo demás vuelve a ser la más pequeña de los hermanos la que se gana la simpatía del espectador mientras que el príncipe Caspian resulta bastante menos enérgico de lo que debiera.
En cualquier caso la saga de Narnia, hasta el momento, mantiene las adecuadas dosis de acción, aventura y espectáculo para que el público al que va dirigida pueda disfrutar de la historia, y sus acompañantes adultos no se aburran en absoluto.