Esta película es un clásico y sólido melodrama con una acertadas gotas de cine negro. Tenemos a Barbara Stanwyck debatiéndose entre su amor desmedido, desde la infancia, por un hombre que no le conviene, y su matrimonio de apariencia con otro al que no ama. Cuando el primero regresa a su pueblo años después, y se vuelven a encontrar vuelve a desatarse la pasión y el conflicto está servido.
Esta película como tantas otras de la época tiene la virtud de no perder nunca el estilo, la elegancia y la contención pese a tratar temas excesivamente melodramáticos, que en otras manos podrían haber sido material de derribo.
Con los personajes justos y sin más secuencias que las necesarias (digamos que no se pierde el tiempo con historias o personajes paralelos), el director pone en imágenes con notable eficacia el más que solvente guión con el que cuenta.
Además del notable trío protagonista, destacar la soberbia presencia de Judith Anderson en los excelentes primeros minutos de película.