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Voto de TOM REGAN:
8
7,4
31.682
Drama. Comedia
A Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, le comunican por correo que ha ganado un premio. Cree que se ha hecho rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota durante años por el alcoholismo de Woody, tomará un cariz distinto para sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
25/08(10/02/14) Alexander Payne en su sexto film realiza una conmovedora Oda al Padre. Adapta por vez primera un guión no escrito por él, es de Bob Nelson (hace un cameo en el bar de Hawthorne) inspirándose en la relación con su padre, acierta de pleno, libreto que tiene sus constantes, road-movie, radiografía de la vejez, el paso lapidario del tiempo, estudio de una familia disfuncional, las falsas amistades, el egoísmo, lienzo de la ambigüedad inherente a la condición humana, el reverso amargo del Sueño Americano, temas tocados con ingenio exhibiendo mordacidad, cinismo y humor caustico, retratando a una sociedad mezquina. El vehículo son dos protagonistas entrañables, padre e hijo, alegoría de Don Quijote y Sancho Panza, el padre un hombre de vuelta de todo, al borde de la demencia senil, es el soñador-optimista que recobra la ilusión al creerse millonario, y el hijo es el realista-pesimista que aún sabiendo la verdad hará de escudero en esta travesía homérica por esta meseta manchega americana, estableciéndose una conmovedora relación intergeneracional, en la que el hijo se ve en el espejo del padre, durante esta bella odisea irá redescubriendo a un padre que no conocía, tras el alcohólico cascarrabias que el medio-soportaba hay un hombre con un pasado, con heridas sin cicatrizar que le marcaron, un hombre que pudo haber tenido otra esposa, con unos sobrinos hieráticos y mezquinos. Woody representa a muchos ancianos que en su ocaso de vida se miran y creen sus vidas desperdiciadas, siendo la obra un Canto a la Fuerza motora de la Ilusión.
La historia arranca en Billings (Montana), Woody Grant (gran Bruce Dern), es un hombre mayor obsesionado con ir a Lincoln (Nebraska) a recoger un ‘supuesto’ premio de 1 millón de dólares, una carta le ha llegado comunicándole que ha sido agraciado con este premio en un sorteo, su hijo David (estupendo Will Forte) su familia, su Kate (gran June Squibb), y sus hijos, David (estupendo Will Forte) y Ross (buen Bob Odenkirk), intentan convencerle de que es un timo, pero él sigue empeñado en ir a Nebraska, con el dinero quiere comprarse una camioneta (tiene retirado el carnet de conducir) y un compresor. David tras una reciente separación de su pareja, Noel (correcta Missy Doty), decide acompañar al padre para desengrasar llevándolo en su subaru, son 850 millas, tras un pequeño accidente de Woody, David decide parar en el fin de semana en la ciudad natal del padre, Hawthorne (ficticia, en realidad Norfolk en Nebraska), que les pilla casi de camino, visitaran al hermano de Woody (correcto Rance Howard) y familia, allí ha quedado para una reunión familiar con su madre y hermano.
Bob Nelson expone un relato con efluvios a deja vú, un trayecto de reencuentro entre padre e hijo, es algo muy visto, pero el guionista sabe darle un toque genuino, Payne nos habla de la codicia, de la esperanza, de familias hipócritas, del perdón, de la vejez como patología con los primeros achaques de desorientación, del amor fraternal, del matrimonio, es una tragicomedia tierna, con un delicioso toque humanista, con trazos existencialistas, con un humor inteligente que brota de modo natural. Es una road-movie que discurre por el crepúsculo de la vida, por la nostalgia de las decisiones que marcan una existencia, cercana al espíritu de ‘Una Historia Verdadera’ de David Lynch, siendo el camino un viaje de redención, en el que las emociones manaran de forma fluida sin caer en sensiblerías edulcoradas, goteando una turbadora melancolía, convirtiéndose en una emotivo recorrido. Todo esto enmarcado en un fresco de la América profunda, esa que conoce Payne (es de Nebraska), primero con planos preciosos de carreteras de rectas infinitas, a los lados llanuras interminables sembradas de maizales, y luego con el pueblo de Hawthorne haciendo un estudio de pequeños núcleos donde todos se conocen y se cruzan el bar del pueblo, aquí combina el director los personajes de falsa moral con las gentes de una pieza.
La puesta en escena es de enorme beldad, empezando por un estupendo diseño de producción de J. Dennis Washington (‘El Honor De Los Prizzi’ o ‘Los Dublineses’), proponiendo escenarios rurales sobrios, áridos, despojados de pompa, como las carreteras, las calles, el pueblo de Hawthorne, la antigua casa de los padres de Woody, y esto fotografiado brillantemente por Phedon Papamichael (‘Entre Copas’ o ‘Los Descendientes’), Payne quiso se inspirará en el film de Peter Bogdanovich ‘La Última Película’, además de beber de los fotógrafos estadounidenses que tan bien reflejaron la Gran depresiópn como Walker Evans o Dorothea Lange, por ello es en glorioso b/n, evocando tristeza con cielos grises que transmiten frialdad desolada, con tonalidades que emiten sentimientos sombríos, esplendida, a esto cabe añadir la música de Mark Orton, miembro del grupo ‘Tin Hat’, con un estilo folk-country-blues con profusión de guitarras y violines, yéndole estas melodías como un guante a la narración.
Bruce Dern es alma del film, a sus 77 años inunda la pantalla con su carismático rol, te seduce desde su primera aparición caminando por la carretera nevada y respondiendo lacónicamente a la policía, impresionante presentación, sencilla y apabullante, su llamativa imagen de calvo con canas revueltas enternece, sus andares torpes de pato emocionan, un hierático tipo en el borde de perder la cordura, su poderoso lenguaje gestual expresa que su tiempo ha pasado, su cansada mirada te sacude, maravilloso cuando le hablan y parece no enterarse estando en otro mundo, con su voz carcomida por las vicisitudes, un personaje lleno de aristas, un alcohólico algo descuidado con los hijos, aún así su voluntad quijotesca intenta firmar cheques que su mente no puede cubrir, el actor no cae en la sobreactuación desbordando naturalidad, emitiendo dolor, angustia, sentimientos nobles, veracidad, hastío y del que emana dignidad, no te puedes imaginar que finja, Colosal. (Continua en spoiler por falta de espacio)
La historia arranca en Billings (Montana), Woody Grant (gran Bruce Dern), es un hombre mayor obsesionado con ir a Lincoln (Nebraska) a recoger un ‘supuesto’ premio de 1 millón de dólares, una carta le ha llegado comunicándole que ha sido agraciado con este premio en un sorteo, su hijo David (estupendo Will Forte) su familia, su Kate (gran June Squibb), y sus hijos, David (estupendo Will Forte) y Ross (buen Bob Odenkirk), intentan convencerle de que es un timo, pero él sigue empeñado en ir a Nebraska, con el dinero quiere comprarse una camioneta (tiene retirado el carnet de conducir) y un compresor. David tras una reciente separación de su pareja, Noel (correcta Missy Doty), decide acompañar al padre para desengrasar llevándolo en su subaru, son 850 millas, tras un pequeño accidente de Woody, David decide parar en el fin de semana en la ciudad natal del padre, Hawthorne (ficticia, en realidad Norfolk en Nebraska), que les pilla casi de camino, visitaran al hermano de Woody (correcto Rance Howard) y familia, allí ha quedado para una reunión familiar con su madre y hermano.
Bob Nelson expone un relato con efluvios a deja vú, un trayecto de reencuentro entre padre e hijo, es algo muy visto, pero el guionista sabe darle un toque genuino, Payne nos habla de la codicia, de la esperanza, de familias hipócritas, del perdón, de la vejez como patología con los primeros achaques de desorientación, del amor fraternal, del matrimonio, es una tragicomedia tierna, con un delicioso toque humanista, con trazos existencialistas, con un humor inteligente que brota de modo natural. Es una road-movie que discurre por el crepúsculo de la vida, por la nostalgia de las decisiones que marcan una existencia, cercana al espíritu de ‘Una Historia Verdadera’ de David Lynch, siendo el camino un viaje de redención, en el que las emociones manaran de forma fluida sin caer en sensiblerías edulcoradas, goteando una turbadora melancolía, convirtiéndose en una emotivo recorrido. Todo esto enmarcado en un fresco de la América profunda, esa que conoce Payne (es de Nebraska), primero con planos preciosos de carreteras de rectas infinitas, a los lados llanuras interminables sembradas de maizales, y luego con el pueblo de Hawthorne haciendo un estudio de pequeños núcleos donde todos se conocen y se cruzan el bar del pueblo, aquí combina el director los personajes de falsa moral con las gentes de una pieza.
La puesta en escena es de enorme beldad, empezando por un estupendo diseño de producción de J. Dennis Washington (‘El Honor De Los Prizzi’ o ‘Los Dublineses’), proponiendo escenarios rurales sobrios, áridos, despojados de pompa, como las carreteras, las calles, el pueblo de Hawthorne, la antigua casa de los padres de Woody, y esto fotografiado brillantemente por Phedon Papamichael (‘Entre Copas’ o ‘Los Descendientes’), Payne quiso se inspirará en el film de Peter Bogdanovich ‘La Última Película’, además de beber de los fotógrafos estadounidenses que tan bien reflejaron la Gran depresiópn como Walker Evans o Dorothea Lange, por ello es en glorioso b/n, evocando tristeza con cielos grises que transmiten frialdad desolada, con tonalidades que emiten sentimientos sombríos, esplendida, a esto cabe añadir la música de Mark Orton, miembro del grupo ‘Tin Hat’, con un estilo folk-country-blues con profusión de guitarras y violines, yéndole estas melodías como un guante a la narración.
Bruce Dern es alma del film, a sus 77 años inunda la pantalla con su carismático rol, te seduce desde su primera aparición caminando por la carretera nevada y respondiendo lacónicamente a la policía, impresionante presentación, sencilla y apabullante, su llamativa imagen de calvo con canas revueltas enternece, sus andares torpes de pato emocionan, un hierático tipo en el borde de perder la cordura, su poderoso lenguaje gestual expresa que su tiempo ha pasado, su cansada mirada te sacude, maravilloso cuando le hablan y parece no enterarse estando en otro mundo, con su voz carcomida por las vicisitudes, un personaje lleno de aristas, un alcohólico algo descuidado con los hijos, aún así su voluntad quijotesca intenta firmar cheques que su mente no puede cubrir, el actor no cae en la sobreactuación desbordando naturalidad, emitiendo dolor, angustia, sentimientos nobles, veracidad, hastío y del que emana dignidad, no te puedes imaginar que finja, Colosal. (Continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Will Forte es el gran descubrimiento de la cinta, actor salido de la cantera de ‘Saturday Night Live’, demuestra una fascinante química con Dern, una sutil actuación, en la que su David irá evolucionando tras ir sabiendo del pasado de su padre, sabrá de su gélido pensamiento respecto al matrimonio, al amor y a los hijos, y en su entente con una antigua novia del padre sabrá de la humildad que detentaba. Forte emite gran cariño, comprensión, afecto por su padre. June Squibb de 84 años (estuvo con Payne en ‘A Propósito de Schmidt’) exhibe una tremebunda vitalidad, un ciclón de cinismo, sarcasmo perspicaz, al principio creemos que es una marujona que asfixia a Woody, pero Payne la enviste de nobleza y dignidad en una espléndida escena que comienza con una hilarante pelea entre primos, tiene su zenit en su aparición poniendo los puntos sobre la íes, aquí nos gana, tiene otros buenos momentos como el del cementerio. Bob Odenkirk realiza un trabajo correcto como el triunfador retoño de los Grant , pero Payne no lo acartona, le da alma. Stacy Keach es el antiguo amigo Ed Peagram de Woody, el actor lo encarna con sibilina maldad, lo enviste de simpatía demagógica, le dota de extrovertida personalidad como la némesis de Woody.
El film posee momentos que navegan entre lo divertido, lo melancólico y lo patético equilibradamente, algunos de ellas ya comentadas, otras: Cuando padre e hijo hacen la visita express al Monte Rushmore, Woody lo desdeña pues está a mediohacer, la visita al hermano de Woody, primero con la charla con los dos paletos orondos primos de David, (Tim Driscoll y Devin Ratray), riéndose de él por su lentitud con el subaru, o el magnífico plano en que toda la familia de varones está reunida mirando la tele sentados en sillones a diferentes alturas, metáfora de la incomunicación, o la visita que David hace a Peg Nagy (buena Angela McEwan), la redactora del periódico local, y como descubre el pasado oculto de su padre, o cuando Woody, Kate y sus dos vástagos visitan la casa abandonada y embargada donde nació y creció el patriarca, alegoría del poder arrollador del tiempo, trémula, o cuando Ed lee en voz alta la carta del premio en el bar, estremece ver la cara de Woody embestida de dignidad, o cuando un abatido woody cuenta a David para que quiere la plata, se te pone el vello de punta, o la delirante de cuando David y Ross deciden recuperar el compresor del padre, y por supuesto el final, un emocionante broche (spoiler) conclusivo, Homenaje a nuestros progenitores.
Le falta para ser redonda, por ejemplo le sobra buenismo, le falta algo de mala leche, le sobra previsibilidad, le faltan giros sorpresivos, le sobra algún momento superfluo, y me falta saber por qué Woody se fue de Hawthorne, esto daría algo más de solidez y poso a la amargura del protagonista, es una tara que arrojaría luz sobre su taciturno carácter.
En conjunto, un muy recomendable Tributo a nuestros padres. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Te deja gran sabor de boca el regalo que el hijo hace al padre, primero cambiando su subaru por una camioneta y después dejando conducirlo a Woody por Hawthorne, este lo lleva con orgullo por el pueblo, despacio lo recorre saludando a los vecinos, no sin antes decir a David que se oculte, Woody desprende por su mirada Dignidad, delicioso.
El film posee momentos que navegan entre lo divertido, lo melancólico y lo patético equilibradamente, algunos de ellas ya comentadas, otras: Cuando padre e hijo hacen la visita express al Monte Rushmore, Woody lo desdeña pues está a mediohacer, la visita al hermano de Woody, primero con la charla con los dos paletos orondos primos de David, (Tim Driscoll y Devin Ratray), riéndose de él por su lentitud con el subaru, o el magnífico plano en que toda la familia de varones está reunida mirando la tele sentados en sillones a diferentes alturas, metáfora de la incomunicación, o la visita que David hace a Peg Nagy (buena Angela McEwan), la redactora del periódico local, y como descubre el pasado oculto de su padre, o cuando Woody, Kate y sus dos vástagos visitan la casa abandonada y embargada donde nació y creció el patriarca, alegoría del poder arrollador del tiempo, trémula, o cuando Ed lee en voz alta la carta del premio en el bar, estremece ver la cara de Woody embestida de dignidad, o cuando un abatido woody cuenta a David para que quiere la plata, se te pone el vello de punta, o la delirante de cuando David y Ross deciden recuperar el compresor del padre, y por supuesto el final, un emocionante broche (spoiler) conclusivo, Homenaje a nuestros progenitores.
Le falta para ser redonda, por ejemplo le sobra buenismo, le falta algo de mala leche, le sobra previsibilidad, le faltan giros sorpresivos, le sobra algún momento superfluo, y me falta saber por qué Woody se fue de Hawthorne, esto daría algo más de solidez y poso a la amargura del protagonista, es una tara que arrojaría luz sobre su taciturno carácter.
En conjunto, un muy recomendable Tributo a nuestros padres. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Te deja gran sabor de boca el regalo que el hijo hace al padre, primero cambiando su subaru por una camioneta y después dejando conducirlo a Woody por Hawthorne, este lo lleva con orgullo por el pueblo, despacio lo recorre saludando a los vecinos, no sin antes decir a David que se oculte, Woody desprende por su mirada Dignidad, delicioso.