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Voto de TOM REGAN:
7
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/7.png)
7,5
10.160
Comedia. Drama
Don Rafael Costa, embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación. (FILMAFFINITY) [+]
1 de octubre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
315/28(23/09/22) Estimulante film que me he visto con motivo del medio siglo del estreno (10/09/1972), la película más exitosa de Luis Buñuel, ganó el Oscar en 1972 a la mejor película extranjera. Producción francesa de marcado carácter surrealista en su (mantra) objetivo de arremeter contra las clases altas, contra su nihilismo, su hipocresía, demagogia, clasismo, y corrupción moral, ello con un tono de comedia negra con mucho elemento divertido, en ton o sardónico, adusto, flemático, recurriendo a retorcer el absurdo. Guion escrito por el de Calanda junto a su colaborador habitual en su etapa gala, Jean-Claude Carrière (“Diario de una camarera” en 1964, “Belle de jour” en 1967, “La Vía Láctea” en 1969, “El discreto encanto de la burguesía” en 1972, “El fantasma de la libertad” en 1974, y la que fue su última cinta con “Ese oscuro objeto del deseo” de 1977). Versando el argumento sobre un grupo de elitistas burgueses que intentan, a pesar de las continuas interrupciones, cenar juntos, un continuo y frustrante ‘coitus-interruptus’, siendo en este caso similar a la también buñueliana “El ángel exterminador” (1962), donde unos burgueses (en este caso mexicanos). Film que me resulta estimulante pero que en su carácter surrealista tiene su atractivo y su lastre, pues todo me resulta tan sugerente como facilón en su sentido de atacar con lo burdo, con viñetas muy trilladas en los vicios de las clases altas, no teje una historia dramática orgánica, son set pieces que redundan y terminan en tierra de nadie.
La historia consta de varias escenas vinculadas temáticamente: cinco reuniones de un grupo de amigos burgueses y los cuatro sueños de diferentes personajes. Con una estructura episódica, con recurrente escena en que los seis personajes protagonistas deambulan por un camino asfaltado por en medio de la nada hacía ningún sitio, el comienzo de la película se centra en las tertulias, con redadas policiales, duelos, maniobras militares, madres muertas que vuelven como fantasmas, mientras que la última parte se centra en los sueños (alguno dentro de otro sueño), indagando en sus temores, sus fantasmas, con humillaciones públicas, pero ambos tipos de escenas se entrelazan. También hay escenas que involucran a otros personajes, como dos que involucran a una terrorista latinoamericana de la ficticia República de Miranda. Ello con la habitual caricaturización de las instituciones clásicas de nuestra sociedad como son el matrimonio (con ese adulterio bufonesco), la iglesia católica (en la figura de ese obispo que quiere ser jardinero y a al final se convierte en justiciero asesino), los políticos (en la figura de ese embajador que es narcotraficante), la familia (cuando un personaje cuenta su infancia en que se le apreció la madre para conminarle a un parricidio), o el ejército (con esos ridículos militares).
Comienza marcando las cartas de algo que cual Mito de Sísifo se repetirá una y otra en un bucle interminable, cuando François y Simone Thévenot, Florence, y Don Rafael Acosta, embajador (del ficticio) del país latinoamericano de Miranda , respaldado por militares (ejemplo de las dictaduras del tiempo en Sudamérica como Guatemala, Bolivia, Panamá, Honduras, Ecuador, Argentina, Brasil o Perú), todos vestidos elegantemente, llegan a la casa de Alice y Henri Sénéchal para una cena, para sorpresa de Alice. Expresando su pesar, les informa que la cena era para la noche siguiente y que Henri ni siquiera está allí. Después de momentos incómodos, insisten los acompañe a un pequeño y restaurante cercano. Llegan al restaurante para descubrir que está cerrado. Una camarera abre la puerta y les hace pasar y les explica el restaurante ha cambiado de manos recientemente, pero les atenderán. Oyen gemidos de una habitación de al lado, y al mirar que es, descubren mujeres llorando sobre un cadáver. El dueño cayó muerto esa tarde y están esperando al enterrador, con lo que salen del local. Y con ello en una sola noche dos cenas fallidas, acentuando el sentido del humor entre sardónico en la primera cena y el oscuro de la segunda.
Hay otra cena donde la lujuria sexual, y el temor a ‘sus propios patios traseros’ hacen que se frustre la cena; otra termina de improviso en un escenario de teatro, “No sé mis líneas”, murmura Sénéchal (Jean-Pierre Cassel), esta escena termina siendo un sueño dentro de un sueño; otra es interrumpida por la aparición del ejército irrumpiendo en la casa de la cena por unas maniobras; otra acaba en un duelo a muerte por salvaguardar el honor de Miranda; Y hasta son arrestados, pero esto para que vemos la corrupción del poder.
Por en medio hay ramales de sub tramas que sirven para exponer la convulsa mente buñueliana. Con la del jardinero-obispo (lo que le gusta a Buñuel jugar con las falsas apariencias del atuendo) que termina en vendetta, eso sí, antes toca la vocación; tenemos el intento de las tres mujeres protagonistas intentando tomas te, café, o leche en un restaurant, y que acaba con un soldado que les cuenta un sueño siniestro y retorcido con varios asesinatos, con aparición de un fantasma; otro soldado cuenta un sueño de un paseo fantasmal (más fantasmas), donde también aparece otra madre (otro mantra del film).
La historia consta de varias escenas vinculadas temáticamente: cinco reuniones de un grupo de amigos burgueses y los cuatro sueños de diferentes personajes. Con una estructura episódica, con recurrente escena en que los seis personajes protagonistas deambulan por un camino asfaltado por en medio de la nada hacía ningún sitio, el comienzo de la película se centra en las tertulias, con redadas policiales, duelos, maniobras militares, madres muertas que vuelven como fantasmas, mientras que la última parte se centra en los sueños (alguno dentro de otro sueño), indagando en sus temores, sus fantasmas, con humillaciones públicas, pero ambos tipos de escenas se entrelazan. También hay escenas que involucran a otros personajes, como dos que involucran a una terrorista latinoamericana de la ficticia República de Miranda. Ello con la habitual caricaturización de las instituciones clásicas de nuestra sociedad como son el matrimonio (con ese adulterio bufonesco), la iglesia católica (en la figura de ese obispo que quiere ser jardinero y a al final se convierte en justiciero asesino), los políticos (en la figura de ese embajador que es narcotraficante), la familia (cuando un personaje cuenta su infancia en que se le apreció la madre para conminarle a un parricidio), o el ejército (con esos ridículos militares).
Comienza marcando las cartas de algo que cual Mito de Sísifo se repetirá una y otra en un bucle interminable, cuando François y Simone Thévenot, Florence, y Don Rafael Acosta, embajador (del ficticio) del país latinoamericano de Miranda , respaldado por militares (ejemplo de las dictaduras del tiempo en Sudamérica como Guatemala, Bolivia, Panamá, Honduras, Ecuador, Argentina, Brasil o Perú), todos vestidos elegantemente, llegan a la casa de Alice y Henri Sénéchal para una cena, para sorpresa de Alice. Expresando su pesar, les informa que la cena era para la noche siguiente y que Henri ni siquiera está allí. Después de momentos incómodos, insisten los acompañe a un pequeño y restaurante cercano. Llegan al restaurante para descubrir que está cerrado. Una camarera abre la puerta y les hace pasar y les explica el restaurante ha cambiado de manos recientemente, pero les atenderán. Oyen gemidos de una habitación de al lado, y al mirar que es, descubren mujeres llorando sobre un cadáver. El dueño cayó muerto esa tarde y están esperando al enterrador, con lo que salen del local. Y con ello en una sola noche dos cenas fallidas, acentuando el sentido del humor entre sardónico en la primera cena y el oscuro de la segunda.
Hay otra cena donde la lujuria sexual, y el temor a ‘sus propios patios traseros’ hacen que se frustre la cena; otra termina de improviso en un escenario de teatro, “No sé mis líneas”, murmura Sénéchal (Jean-Pierre Cassel), esta escena termina siendo un sueño dentro de un sueño; otra es interrumpida por la aparición del ejército irrumpiendo en la casa de la cena por unas maniobras; otra acaba en un duelo a muerte por salvaguardar el honor de Miranda; Y hasta son arrestados, pero esto para que vemos la corrupción del poder.
Por en medio hay ramales de sub tramas que sirven para exponer la convulsa mente buñueliana. Con la del jardinero-obispo (lo que le gusta a Buñuel jugar con las falsas apariencias del atuendo) que termina en vendetta, eso sí, antes toca la vocación; tenemos el intento de las tres mujeres protagonistas intentando tomas te, café, o leche en un restaurant, y que acaba con un soldado que les cuenta un sueño siniestro y retorcido con varios asesinatos, con aparición de un fantasma; otro soldado cuenta un sueño de un paseo fantasmal (más fantasmas), donde también aparece otra madre (otro mantra del film).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El elenco actoral resulta homogéneo en su pomposidad y transmisión de pedantería. Siendo el que más protagonismo (en lo que es un reparto coral), su actor fetiche coruñés, Fernando Rey como Don Acosta, siempre en sus films como un caballero elegante y refinado, en este caso como embajador de un país hispanoamericano, siendo su rol una cuasi parodia de su éxito internacional del año anterior “French Connection”, donde hacía de capo pérfido de la mafia de las drogas, aquí es un narcotraficante que utiliza su condición de diplomático para traer la droga de su país, exponiendo su demagogia cuando se escandaliza porque un coronel enciende un ‘porrito’. Es el ejemplo de la hipocresía política (por sus negocios de tapadillo), de la hipocresía de los supuestos caballeros (engaña a su amigo con su esposa; por cierto, como con la cena no puede llegar a consumar por diferentes motivos). Incluso tiene un encuentro con una terrorista izquierdista (caricaturizada Maria Gabriella Maione) a la que trata con flema y aparente delicadeza, pero todo es fachada en él, y termina la mujer siendo torturada en un piano, de donde aparecen fetiches buñuelianos en forma de insectos (cucarachas). El actor borda su personaje (y cuando no?); Paul Frankeur da vida al despistado François Thévenot, ejemplo del que no quiere ver lo evidente, esto reflejado cuando encuentra a su esposa con otro y no lo ve raro; Jean Pierre Cassel como Henri Sénéchal, otro petulante elitista, casado con la superficial Alice a la que encarna Stéphane Audran; Delphine Seyrig como Simone Thévenot en otro papel kitsch; Bulle Ogier como Florence, hermana de Simone con su gusto por los ‘Dry Martini’, esto sirve para mostrar la arrogancia moral de esta pedante clase, cuando hablan de que solo los de su clase saben saborear esta bebida, y para demostrarlo llaman al chófer y le ofrecen el ‘Dry Martini’ y este lo engulle sin saborearlo, riendo de él; también está Julien Bertheau como el obispo con afición a la jardinería, tenido una rocambolesca historia final, cumple el actor.
La puesta en escena destaca por algunas composiciones claramente influenciadas por las pinturas de otro aragonés universal como Goya, ello gracias a la notable cinematografía de Edmond Richard (“El Proceso” o “Los Miserables”), con reminiscencias a la serie negra (ejemplo: ‘Saturno devorando a su hijo’)
Buñuel bromeó una vez que cada vez que necesitaba una escena extra simplemente filmaba uno de sus propios sueños. Este film incluye tres de los sueños recurrentes de Buñuel: un sueño de estar en el escenario y olvidar sus líneas, un sueño de encontrar a su primo muerto en la calle y seguirlo a una casa llena de telarañas, y un sueño de despertar ver a sus padres muertos mirándolo.
La película fue un éxito comercial y de crítica. Ganó el Premio de la Academia a la Mejor Película en Lengua Extranjera, y los Premios BAFTA a la Mejor Actriz en un Papel Protagónico (Audran) y Mejor Guión Original (Buñuel, Carrière).
Me queda una película fresca en muchos aspectos, atemporal, pero no hinca el diente, se queda en lo bufonesco. Gloria Ucrania!!!
PD. No pueden faltar en un buñueliano film el fetichismo del director, con los zapatos, los pies, las sotanas, los animales de granja, los insectos, o los objetos religiosos.
La puesta en escena destaca por algunas composiciones claramente influenciadas por las pinturas de otro aragonés universal como Goya, ello gracias a la notable cinematografía de Edmond Richard (“El Proceso” o “Los Miserables”), con reminiscencias a la serie negra (ejemplo: ‘Saturno devorando a su hijo’)
Buñuel bromeó una vez que cada vez que necesitaba una escena extra simplemente filmaba uno de sus propios sueños. Este film incluye tres de los sueños recurrentes de Buñuel: un sueño de estar en el escenario y olvidar sus líneas, un sueño de encontrar a su primo muerto en la calle y seguirlo a una casa llena de telarañas, y un sueño de despertar ver a sus padres muertos mirándolo.
La película fue un éxito comercial y de crítica. Ganó el Premio de la Academia a la Mejor Película en Lengua Extranjera, y los Premios BAFTA a la Mejor Actriz en un Papel Protagónico (Audran) y Mejor Guión Original (Buñuel, Carrière).
Me queda una película fresca en muchos aspectos, atemporal, pero no hinca el diente, se queda en lo bufonesco. Gloria Ucrania!!!
PD. No pueden faltar en un buñueliano film el fetichismo del director, con los zapatos, los pies, las sotanas, los animales de granja, los insectos, o los objetos religiosos.