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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Intriga Nominada a tres premios Oscar, incluido el de Mejor Actor. Denzel Washington y Frances McDormand protagonizan esta adaptación, cruda y audaz, de Joel Coen. Un lord escocés es convencido por unas brujas de que se convertirá en el futuro rey de Escocia. Adaptación de "Macbeth", de William Shakespeare.
2 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
35/35(29/01/22) Sugerente nueva versión del clásico homónimo de William Shakespeare publicado en 1606, dirigido y guionizado por Joel Coen, en lo que es la primera película dirigida únicamente por uno de los hermanos Coen sin la participación del otro. Siendo protagonizada en la figura del Baron de Glamis por un arrollador Denzel Washington (hay que salvar la licencia de que un rey escocés sea negro, aunque Denzel ya hizo algo similar en otro papel shakesperiano en cine en 1993, con su Príncipe Pedro de Aragón en “Mucho ruido y pocas nueces” de Kenneth Branagh), como la mítica Lady Macbeth está una sensacional Frances McDormand (productora del film, y gran impulsora del proyecto, al que empujó a su marido Joel Coen), destacando entre los secundarios el carismático dublinés Brendan Gleeson como efímero rey Duncan asesinado (ello en una escena brutal en primer plano hundiéndosele el cuchillo en su pecho), y sobre todo la fascinante neoyorkina Kathryn Hunter en el rol de las tres brujas, embutida en una túnica negra, retorcida en un cuerpo enjuto, pálido, con ojos saltones, siniestra, aterradora, con la segunda aparición en el castillo de Macbeth, ello en una especie de pesadilla onerosa, subida en una biga, y reflejándose en un estanque, donde se desdoble en las tres, una contorsionantemente siniestra profeta, con una voz cavernosa-ominosa, lóbregamente fascinante. Siendo muy fiel al material de origen, manteniendo el característico pentámetro yámbico del Bardo de Avon, impregnando de fatalismo el metraje, con los magnicidios, infanticidios, premoniciones malditas, pesadillas, supurando por los fotogramas el halo de ambición desmedida por el poder, de amoralidad, y como ello lleva al sendero de los sentimientos de culpa expresados en los delirios visuales, en la locura, ello desarrollado con los sempiternos monólogos y diálogos cargados de metáforas líricas.

Llama la atención ya de inicio que es rodada en monocromo b/n y en relación de pantalla casi cuadrada, esto último un artificio desconcertante. Siendo realmente teatro filmado en estudio de sonido, donde ellos escenarios resultan singulares en lo diáfano, a la par que expresionistas, por mor del gran diseño de producción de Stefan Dechant (“Avatar” o “Alicia en el País de las Maravillas”) creando un castillo de estancias enormes sin adornos, pasillos infinitos, grandes arcos, almenas desproporcionadas en tamaño en su gran altura, una estructura rectilínea, con patios desprovisto de vida, todo cargado de gelidez y opresión, y sin visión exterior, especie de cárcel alegórica, que en comunión con la cinematografía del francés Bruno Delbonnel (“Amelie o “A propósito de Llewyn Davis”) a influencias pictóricas como las del italiano Giorgio de Chirico, dotando de sombras alargadas, así como oscuridades tenebrosas que bebe indudablemente del expresionismo gótico. Eso en interiores, en exteriores la neblina y los cielos apagados lo cubren todo (como dice el texto de Shakespeare, Macbeth le pregunta a su mujer: ‘Cómo va la noche?’, y ella le espeta, ‘Casi en lucha con la mañana, mitad por mitad’), todo ello con marcadas profundidades de campo que aíslan a los protagonistas en la inmensidad. Sumando recursos dramáticos inteligentes, escenificando tramos de paranoia oníricos punzantes, con momentos intensos en su simbolismo, como cuando no pueden lavarse la sangre de las manos por mucha agua que se echen.

Esta es una de las obras más populares de Shakespeare, ha tenido cuatro directores de prestigio que han ofrecido su particular visión: Orson Welles en 1948, Akira Kurosawa en 1957 con “Trono de sangre”, Roman Polanski en 1971 y el menos conocido Justin Kurzel que en 2015 hizo la más reciente hasta esta. Es por ello, que siendo tan archiconocida y llevada tantas veces al cine, la pregunta es obvia (no soy Trimagasi). Era necesaria otra versión más que no aporta algo nuevo, que se atiene al mismo patrón rígido de la historia? Y habrá respuestas para todos los gustos, puede gustar, entretener, por su agilidad y no mucho metraje, tiene recursos estéticos originales, tiene actuaciones muy buenas, pero no te dejará huella, por lo menos a mí. La solemnidad con que Joel se atiene al corsé de la obra le hace adusto. Teneidno el hándicap de que su metraje de solo 107 minutos es su enemigo, al ocurrir todo demasiado apresuradamente, elipsis que suceden abruptamente, donde se acortan textos, y otros muchos se eliminan. Siendo el colmo que no hay batalla final, todo se reduce a que Macbeth se asoma, ve al famoso bosque de Birnam avanzar, se postra en su trono y ya están dentro del castillo sus enemigos, sin mediar enfrentamiento alguno, Macbeth se deshace de uno, tras lo que el siguiente es Macduff con el que mantiene un duelo paladín en las almenas, y ya está, todo tan abreviado que parece que se les hacía tarde ¿?).

Denzel Washington es un poco mayor para su rol (y hace gala de ello con su rostro ajado, con cabello y barba canoso), pero por el contrario imprime un cansancio vital extraordinario a su actuación, con una declamación dura y seca, con el modo dramático de filmarla en determinados momentos (al principio con contrapicados y gradualmente desde alto para achicarlo), teniendo un lenguaje gestual que va agarrotándose conforme avanza la trama; Frances McDormand demuestra su poderío, esa fuerte personalidad que transpira en su rostro arrugado, con un rol ‘caramelo’ que es Lady Macbeth, esa ‘consejera’ que azuza con bilis la sed de trono de su marido, loe m puja con argumentos espoleantes, y la actriz la hace suya, y también la vemos en su físico un arco de desarrollo abocado al abismo; Lo malo es que entre McDormand y Washington hay nula química, no ves lujuria y pasión entre ellos, no ves amor, ves a dos ‘socios’ y no a dos amantes, son un matrimonio casto, y eso es un lastre poderoso. Ni tan siquiera se toca el tema de porque no tiene hijos, ya digo, como si no fueran esposos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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