Media votos
6,5
Votos
5.754
Críticas
5.255
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
7,3
15.999
Western. Bélico
George Custer (Errol Flynn) llega a la Academia de West Point lleno de arrogancia y vanidad. Aunque su carácter indisciplinado le ocasionará numerosos problemas con sus superiores, debido a la acuciante necesidad de oficiales para la Guerra de Secesión (1861-1865), es enviado al frente. Terminada la guerra, se casa con Beth (Olivia de Havilland), pero pronto le asignan un nuevo destino: la guerra contra los indios. Al frente del Séptimo ... [+]
20 de septiembre de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
194/04(10/08/17) Clásico de la época dorada de Hollywood realizado por Raoul Walsh para la Warner, biopic arrugado por el tiempo sobre la mítica figura del General George Armstrong Custer, protagonizado por un carismático Errol Flynn (en el primero delos 7 films que hizo con el director) acompañada por su icónica pareja Olivia de Havilland (última vez con Flynn en un film, de los ocho que coprotagonizaron, desde ”El capitán Blood” en 1935 hasta esta), el año anterior, habían hecho “Camino de Santa Fe” de Michael Curtiz, y en ese film, curiosamente era el futuro presidente Ronald Reagan quien encarnaba al general George A. Custer. Escrito por Wally Kline (“El chico de Oklahoma”), Aeneas MacKenzie (“Los 10 Mandamientos”) y con diálogos adicionales Leonore Coffee (“Miedo súbito”), se inspira libremente en un personaje histórico, idealizando de modo cuasi hagiográfico su figura, siguiendo la máxima fordiana de “El hombre que mató a Liberty Valance”, <Cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda>. Como film de ficción, sin tener que atenerse a los hechos reales, resulta un film dinámico, conjugando aventuras, comedia, drama, épica, crítica al capitalismo feroz, con algún bajón y tramo cercenable para dar más agilidad, desembocando en un final climático que no por esperado no resulta menos homérico, en lo que puede verse como un intento de recuperar el éxito de “La carga de la Brigada Ligera” (1936), también de la Warner con Flynn y de Havillnad de protagonistas. Pero como el protagonista es un personaje histórico se debe hacer un análisis sobre la veracidad del relato y aquí no se sostiene tanta alteración y tergiversación, en pos de ensalzar y “santificar” al militar. Es una muy libre biografía del general desde su ingreso en la academia militar de West Point hasta su muerte, junto a todo el Séptimo Regimiento de Caballería, en la épica batalla de Litle Big Horn, acaecida el 25 y 26 de Junio de 1876 siempre recordada cómo la gran derrota del ejército americano frente a las tribus indias. El jefe Sioux Tasunka Witko, más conocido cómo Caballo Loco, logró unir a siete tribus y combatir cara a cara al célebre Séptimo de Caballería encabezado por el general Custer (Para leer más sobre el protagonista real y la batalla ir a mi enlace al final dela crítica). Cinta en la que Walsh intenta dar alma y justificaciones nobles al comportamiento bélico de los nativos, el director declaró más tarde: “La mayoría los westerns habían representado al indio como un salvaje pintado y vicioso. En esta película traté de mostrarlos como individuos que sólo se vuelven violentos cuando sus derechos según lo definido por el tratado fueron violados por los hombres blancos”. El popular Caballo Loco, líder indio es encarnado por el mexicano Anthony Quinn.
La cinta arranca en tono de comedia bufa, con la entrada de Custer en la academia militar, apoyándose en su ingenuidad y rebeldía pendenciera, ello sazonado con el comienzo del romance entre el protagonista y la dulce Elizabeth, mostrado este como una especie de mini-Romeo & Julieta, ello en lo que es un estudio de personalidad (con bastante de beatificación ficcional), con un tipo arrogante, narcisista, individualista, impulsivo, aventurero, valiente, sacrificado, idealista, y sobre todo noble y honesto, capaz de sacrificarse por la mayoría si es necesario (el final), ello para embestirle de dimensión trágica. Ello en un desarrollo con picos de calidad, con momentos atractivos, con acción bien llevada (sobre todo las batallas), con una relación romántica llevada con mucho humor, con una gran química entre la pareja, pero en su metraje hay algunos valles en que se estanca. Pretende mostrar al personaje con imperfecciones y aristas, como la caída en el abismo (del alcohol y la ociosidad) cuando él como tiburón de guerra está en la reserva, o el modo en que trata los nativos indios de modo paternalista, con comprensión, pero con condescendencia, y con estos rasgos ásperos se le dota de un aura fatalista crescente, pero esto le queda muy forzado, metido con calzador, se agradece el intento de Walsh de no caricaturizar cual zombis a los indios, sobre todo teniendo en cuenta el año en que se hizo, pero le queda impostado.
Reseñable es el modo en que el realizador sutilmente (o no) arremete contra el capitalismo salvaje, el inhumano que por hacer crecer sus beneficios no duda en provocar guerras, asimismo en esta envenenada crítica se ataca a los políticos oportunistas, a la corrupción del poder, el que se deja mangonear por intereses espurios, a las connivencias entre las empresas y los estados, y como de estos lobbies se pueden derivar contiendas bélicas arteras.
Taras: La cinta como ya he dicho tiene tramos innecesarios de relleno que entorpecen la evolución de la narración, como es el bloque de la vida civil de Custer, con unas intrigas políticas simplistas de brocha gorda; Tampoco el humor es homologable al SXXI, bastante plano, que no mueve más allá de una mueca; esto del humor tiene su derivada racista (aunque tiene el perdón del contexto en que se hizo), ello en varias vertientes, Hattie McDaniel en un rol similar a “Lo que el viento se llevó”, cliché de cuasi-Tio Tom ingenuo que está para servir al blanco, o con el camarero negro tartamudo del que se ríe Errol Flynn, o como Custer llama “chico” (apelativo condescendiente de resonancias racistas en USA) a Toro Sentado, marcando esto estereotipo xenófobo; También elementos narrativos mal encarados y poco creíbles, como que Custer sea tan tonto de creerse que puede ir a la academia militar con varios perros; o el modo tan vergonzante en que Custer atrapa a Caballo Loco, una escena risible, como te puedes creer que este indígena pudiera liderar a miles de guerreros?; La huida de Caballo Loco del fuerte es delo más penosa, primero el modo en que lo sacan de la celda y después Custer y no ordena le persigan (¡!!);...(sigue en spoiler)
La cinta arranca en tono de comedia bufa, con la entrada de Custer en la academia militar, apoyándose en su ingenuidad y rebeldía pendenciera, ello sazonado con el comienzo del romance entre el protagonista y la dulce Elizabeth, mostrado este como una especie de mini-Romeo & Julieta, ello en lo que es un estudio de personalidad (con bastante de beatificación ficcional), con un tipo arrogante, narcisista, individualista, impulsivo, aventurero, valiente, sacrificado, idealista, y sobre todo noble y honesto, capaz de sacrificarse por la mayoría si es necesario (el final), ello para embestirle de dimensión trágica. Ello en un desarrollo con picos de calidad, con momentos atractivos, con acción bien llevada (sobre todo las batallas), con una relación romántica llevada con mucho humor, con una gran química entre la pareja, pero en su metraje hay algunos valles en que se estanca. Pretende mostrar al personaje con imperfecciones y aristas, como la caída en el abismo (del alcohol y la ociosidad) cuando él como tiburón de guerra está en la reserva, o el modo en que trata los nativos indios de modo paternalista, con comprensión, pero con condescendencia, y con estos rasgos ásperos se le dota de un aura fatalista crescente, pero esto le queda muy forzado, metido con calzador, se agradece el intento de Walsh de no caricaturizar cual zombis a los indios, sobre todo teniendo en cuenta el año en que se hizo, pero le queda impostado.
Reseñable es el modo en que el realizador sutilmente (o no) arremete contra el capitalismo salvaje, el inhumano que por hacer crecer sus beneficios no duda en provocar guerras, asimismo en esta envenenada crítica se ataca a los políticos oportunistas, a la corrupción del poder, el que se deja mangonear por intereses espurios, a las connivencias entre las empresas y los estados, y como de estos lobbies se pueden derivar contiendas bélicas arteras.
Taras: La cinta como ya he dicho tiene tramos innecesarios de relleno que entorpecen la evolución de la narración, como es el bloque de la vida civil de Custer, con unas intrigas políticas simplistas de brocha gorda; Tampoco el humor es homologable al SXXI, bastante plano, que no mueve más allá de una mueca; esto del humor tiene su derivada racista (aunque tiene el perdón del contexto en que se hizo), ello en varias vertientes, Hattie McDaniel en un rol similar a “Lo que el viento se llevó”, cliché de cuasi-Tio Tom ingenuo que está para servir al blanco, o con el camarero negro tartamudo del que se ríe Errol Flynn, o como Custer llama “chico” (apelativo condescendiente de resonancias racistas en USA) a Toro Sentado, marcando esto estereotipo xenófobo; También elementos narrativos mal encarados y poco creíbles, como que Custer sea tan tonto de creerse que puede ir a la academia militar con varios perros; o el modo tan vergonzante en que Custer atrapa a Caballo Loco, una escena risible, como te puedes creer que este indígena pudiera liderar a miles de guerreros?; La huida de Caballo Loco del fuerte es delo más penosa, primero el modo en que lo sacan de la celda y después Custer y no ordena le persigan (¡!!);...(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
… La parada militar del Séptimo de Caballería ante el político, con todos los soldados borrachos, queda chusca por lo inverosímil de la situación; El modo estratégico sinsentido de encarar la Batalla de Little Big Horn, un atropello a la realidad, muy bien rodada, con carga de caballería espectacular, pero que al rascar se ven las costuras; Tampoco me ha gustado el epílogo, innecesario modo de hacer ganar una batalla después de muerto a Custer, grimante el buenismo cuasi de Jesucristo resucitando a través de una carta chantajeadora, estridente.
La puesta en escena resulta notable, con una esmerada dirección artística de John Hughes (“El sargento York” o “El tesoro de Sierramadre”), haciendo creíble los escenarios, las casas solariegas, la Academia militar, las casa solariegas, los campos de batalla, el fuerte, filmándose en exteriores de California: en Pasadena (Busch Gardens y Midwick Country Club), L.A. (Iverson Ranch, Lasky Ranch, Lasky Mesa, y West Hills), Calabazas (Warner Ranch), Alhambra y en platós de Warner Burbank Studios, esta inmersión en la época aumentada por el espléndido vestuario creado por Milo Anderson (“Robin de los Bosques””), sobre todo en los vestidos de Havilland. Todo esto maximizado por la excelente fotografía en glorioso b/n de Bert Glennon (“La diligencia”), sabiendo captar con gran vibración la acción en las cargas de caballería, así como emitiendo épica en la batalla final de la masacre., así como manejando de modo alegórico los contrapicados para mitificar a Custer. El score corre a cargo del maestro vienés Max Steiner (“Lo que el viento se llevó”), aportando resonancias elegiacas, mezclado con tonos románticos, siendo elemento importante en la batalla final, durante la que se intercalan evocaciones sonoras de melodías indias y fragmentos de la canción militar tradicional de origen irlandés “Garry Owen”, adoptada como himno oficioso del 7º de Caballería, tema que suena también sobre títulos de crédito iniciales y finales y la cantan a coro en el Bar Monroe, añade otras canciones de época, como “I Wish I Was In Dixie’s Land”, “When Johnny Comes Marching Home”, “Taps”, la marcha nupcial de Mendelsshon y otras.
Errol Flynn borda al héroe del Séptimo de Caballería, dotando al militar de carácter jovial, batallador, simpatía, dureza, principios morales, fanfarronería, pedantería (en la vida real llegó a escribir cartas anónimas ensalzando su figura a los periódicos), ello impregnando al rol de dinamismo y energía vital, impresionante en la mejor escena del film a mii modesto entender, la de la despedida de él de Beth; Olivia de Havilland resulta muy hermosa en su papel de amante esposa de Custer, sabiendo realzar el humor, lo malo es que su rol queda en mera muleta anímica de Custer, superficial en este sentido, aunque con una fabulosa compenetración con Flynn, brotando de modo natural su relación, estremecedora (como Flynn) en la despedida, conmovedora.
En el rodaje de la Batalla final de Little Big Hoirn, con gran habilidad por Walsh utilizó más de 1.000 extras, mayoría filipinos duplicando los sioux porque sorprendentemente, sólo 16 Sioux reales de la reserva en South Dakota Fort Yates respondieron a la llamada de casting (el resto, presumiblemente, se niega a insultar los recuerdos de sus antepasados). Docenas de dobles se lesionaron en las caídas, tantos que el estudio tuvo que instalar un hospital de campaña en la localización para atender las lesiones diarias, con médicos y enfermeras - y veterinarios - asistiendo a jinetes y caballos cojeando. De hecho, tres especialistas murieron durante el rodaje de la filmación de la batalla, uno de un cuello roto, otro de un corazón ataque, y otro empalado en su propia espada.
En conjunto me queda una película superada por el tiempo, que la dejan en una interesante propuesta, con mucho de carácter antropológico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/09/murieron-con-lasbotas-
La puesta en escena resulta notable, con una esmerada dirección artística de John Hughes (“El sargento York” o “El tesoro de Sierramadre”), haciendo creíble los escenarios, las casas solariegas, la Academia militar, las casa solariegas, los campos de batalla, el fuerte, filmándose en exteriores de California: en Pasadena (Busch Gardens y Midwick Country Club), L.A. (Iverson Ranch, Lasky Ranch, Lasky Mesa, y West Hills), Calabazas (Warner Ranch), Alhambra y en platós de Warner Burbank Studios, esta inmersión en la época aumentada por el espléndido vestuario creado por Milo Anderson (“Robin de los Bosques””), sobre todo en los vestidos de Havilland. Todo esto maximizado por la excelente fotografía en glorioso b/n de Bert Glennon (“La diligencia”), sabiendo captar con gran vibración la acción en las cargas de caballería, así como emitiendo épica en la batalla final de la masacre., así como manejando de modo alegórico los contrapicados para mitificar a Custer. El score corre a cargo del maestro vienés Max Steiner (“Lo que el viento se llevó”), aportando resonancias elegiacas, mezclado con tonos románticos, siendo elemento importante en la batalla final, durante la que se intercalan evocaciones sonoras de melodías indias y fragmentos de la canción militar tradicional de origen irlandés “Garry Owen”, adoptada como himno oficioso del 7º de Caballería, tema que suena también sobre títulos de crédito iniciales y finales y la cantan a coro en el Bar Monroe, añade otras canciones de época, como “I Wish I Was In Dixie’s Land”, “When Johnny Comes Marching Home”, “Taps”, la marcha nupcial de Mendelsshon y otras.
Errol Flynn borda al héroe del Séptimo de Caballería, dotando al militar de carácter jovial, batallador, simpatía, dureza, principios morales, fanfarronería, pedantería (en la vida real llegó a escribir cartas anónimas ensalzando su figura a los periódicos), ello impregnando al rol de dinamismo y energía vital, impresionante en la mejor escena del film a mii modesto entender, la de la despedida de él de Beth; Olivia de Havilland resulta muy hermosa en su papel de amante esposa de Custer, sabiendo realzar el humor, lo malo es que su rol queda en mera muleta anímica de Custer, superficial en este sentido, aunque con una fabulosa compenetración con Flynn, brotando de modo natural su relación, estremecedora (como Flynn) en la despedida, conmovedora.
En el rodaje de la Batalla final de Little Big Hoirn, con gran habilidad por Walsh utilizó más de 1.000 extras, mayoría filipinos duplicando los sioux porque sorprendentemente, sólo 16 Sioux reales de la reserva en South Dakota Fort Yates respondieron a la llamada de casting (el resto, presumiblemente, se niega a insultar los recuerdos de sus antepasados). Docenas de dobles se lesionaron en las caídas, tantos que el estudio tuvo que instalar un hospital de campaña en la localización para atender las lesiones diarias, con médicos y enfermeras - y veterinarios - asistiendo a jinetes y caballos cojeando. De hecho, tres especialistas murieron durante el rodaje de la filmación de la batalla, uno de un cuello roto, otro de un corazón ataque, y otro empalado en su propia espada.
En conjunto me queda una película superada por el tiempo, que la dejan en una interesante propuesta, con mucho de carácter antropológico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/09/murieron-con-lasbotas-