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Voto de TOM REGAN:
5
7,1
2.897
Intriga. Thriller. Cine negro
Tras dos años de reclusión, Stephen Neale abandona el sanatorio mental de Lembridge. Se encuentra entonces con un mundo distinto que nada tiene que ver con lo que él conocía. A su alrededor todo resulta inexplicable, sobre todo, el ser víctima de una persecución por parte de agentes del nazismo. Pero, cuando Stephen decide contarle a otras personas lo que le sucede, lo único que consigue es que piensen que está loco. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2024
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
129/24(20/05/24) Fallido thriller de espías esta producción estadounidense del director vienés Fritz Lang, pretende ser un Hitchcock y se queda en un plagio bastardeado del londinense. En el esfuerzo para ayudar a la propaganda USA en contra d ellos nazis, este fue un trabajo para Lang de encargo, siendo la tercera de las cuatro películas antinazis que el director realizó durante su estancia en Hollywood (las otras tres son “Hangmen Also Die”, “Man Hunt” y “Cloak and Dagger”), y este de queda en un film muy menor del cineasta responsable de “Metropolis”, “M, el vampiro de Dusseldorf” o “Furia”. El errático guion de Seton I. Miller (“Scarface” o “Robin de los bosques”) adapta muy libremente la novela de 1943 de Graham Greene (“El Tercer Hombre”, “El ídolo caído”, o “El sastre de Panamá”), la película cuenta la historia de un hombre recién liberado de un psiquiátrico que se encuentra atrapado en una red de espías internacional y perseguido por agentes nazis después de recibir sin darse cuenta algo que desean. Paras reforzar mi valoración hay que saber que, en una entrevista con Peter Bogdanovich, Lang afirmó que quedó "terriblemente sorprendido" cuando leyó el guión de Miller e intentó, sin éxito, rescindir su contrato. “Había firmado un contrato y tenía que cumplirlo”, dijo, “y eso es todo. Lo vi hace poco en la televisión, lo cortaron en pedazos y me quedé dormido”.
En Gran Bretaña en tiempos de guerra durante el Blitz, Stephen Neale (Ray Milland) es liberado del asilo de Lembridge. Mientras espera un tren a Londres, Neale visita una fiesta en el pueblo organizada por la organización benéfica Madres de Naciones Libres. Se le insta a ir a la tienda del quiromántico para que la señora Bellane (Hillary Brooke), una mujer mayor, le diga la fortuna. Él le pide que ignore el pasado y cuente el futuro, lo que la sorprende. Ella le dice crípticamente que participe en un concurso y adivine el peso de un pastel. Neale lo hace y gana el pastel. Entonces un joven rubio (Dan Duryea) se apresura a ver a la señora Bellane. La gente intenta persuadir a Neale para que le dé el pastel al rubio, pero Neale se niega. Neale sale de Lembridge con solo un ciego (Eustace Wyatt) compartiendo su compartimiento de tren.
Fritz Lang se inspira claramente en Alfred Hitchcock y sus famosos mantras cinéfilos tantas veces utilizados, como es un protagonista falso culpable que se encuentra en una odisea por demostrar su inocencia de un crimen, y con ello se ve envuelto en una red macro de espías, amén de haber un clásico McGuffin en la tarta, ah, y el interés amoroso del prota es una rubia. Esto el director lo adorna con algunos toques propios, con personajes pintorescos sombríos, sembrados de ambigüedad, con elementos de cine negro expresionista, siendo profuso en el uso de escaleras para muchas escenas, surtiéndose de la cinematografía en glorioso b/n de Henry Sharp (“The Crowd” o “Sopa de ganso”), siéndome el mejor plano por la tensión que puede emitir cuando una habitación queda a oscuras tras huir el villano cerrando la puerta, alguien (no quiero spoilear) le dispara y vemos el orificio en la madera por el que entra la luz, unos segundos eternos y tras ello se abre la puerta, se hace la luz y con ella vemos el cadáver provocado.
La trama es confusa, caótica, difusa, arrojándose en brazos de un montón de casualidades, siendo más sencillo que te toque el gordo de la lotería que la cantidad de componentes azarísticos que se suceden. No hay vergüenza al rebosar el metraje de escenarios excéntricos poco verosímiles, un psiquiátrico, una feria en el campo, una sesión espiritista, una oficina de un detective que no hace nada en el argumento (que no se sabe que pinta, seguro en el libro tiene importancia, aquí es un parche sin sentido alguno¿?), una librería o una sastrería, todo ello para reflejar una conspiración rocambolesca que no aguanta el mínimo análisis, y más con el comportamiento ridículo de la mayoría de personajes que no se sabe bien pro que actúan como lo hacen. Todo para desembocar en un rush final anticlimático, coronado por un epílogo digno de haberlo escrito un Billy Wilder borracho.
Unas actuaciones bastante low cost, rutinarias, sin fuste, en unos roles sin chispa alguna, generándome zero empatía, e importándome con ello lo que es pase. Por no haber, ni siquiera hay un villano con empaque, solo una sucesión de malos encadenados sin sustancia, sin que sepamos sus ideales, simplemente malos por imperativo del guion. Ray Milland simplemente está cumplidor, sin más hace lo que puede con un rol de carácter plano, le añaden un pasado tormentoso de claros efluvios de eutanasia, que por mor del guion (en la novela es claramente eutanasia) pasa a ser asistencia al suicidio, pero que a la postre no le aporta arista alguna al protagonista (cuando lo cuenta queda en un elemento extraño en el tono ligero del film). Especialmente sangrante es el desaprovechamiento de un grandioso secundario como Dan Duryea (al menos tiene el momento más turbador del film, que da idea de lo que podría haber suido y no fue. Me refiero a cuando juega con unas grandes tijeras de sastre frente al protagonista y acaba marcando con ellas un número de teléfono), que el mismo Lang tendría exprimiría sensacionalmente ese mismo 1944 en “La mujer del cuadro” y al año siguiente en “Perversidad”. Nos cuelan un romance grimante sin química alguna entre los dos, un desubicado Milland y una insípida Marjorie Reynolds.
Lang pretende mucho más de lo que puede, creando escenas tan irreales como la persecución del ‘ciego’ con tarta donde acaban cayendo bombas, o la sesión de espiritismo ridícula en su desarrollo.
En Gran Bretaña en tiempos de guerra durante el Blitz, Stephen Neale (Ray Milland) es liberado del asilo de Lembridge. Mientras espera un tren a Londres, Neale visita una fiesta en el pueblo organizada por la organización benéfica Madres de Naciones Libres. Se le insta a ir a la tienda del quiromántico para que la señora Bellane (Hillary Brooke), una mujer mayor, le diga la fortuna. Él le pide que ignore el pasado y cuente el futuro, lo que la sorprende. Ella le dice crípticamente que participe en un concurso y adivine el peso de un pastel. Neale lo hace y gana el pastel. Entonces un joven rubio (Dan Duryea) se apresura a ver a la señora Bellane. La gente intenta persuadir a Neale para que le dé el pastel al rubio, pero Neale se niega. Neale sale de Lembridge con solo un ciego (Eustace Wyatt) compartiendo su compartimiento de tren.
Fritz Lang se inspira claramente en Alfred Hitchcock y sus famosos mantras cinéfilos tantas veces utilizados, como es un protagonista falso culpable que se encuentra en una odisea por demostrar su inocencia de un crimen, y con ello se ve envuelto en una red macro de espías, amén de haber un clásico McGuffin en la tarta, ah, y el interés amoroso del prota es una rubia. Esto el director lo adorna con algunos toques propios, con personajes pintorescos sombríos, sembrados de ambigüedad, con elementos de cine negro expresionista, siendo profuso en el uso de escaleras para muchas escenas, surtiéndose de la cinematografía en glorioso b/n de Henry Sharp (“The Crowd” o “Sopa de ganso”), siéndome el mejor plano por la tensión que puede emitir cuando una habitación queda a oscuras tras huir el villano cerrando la puerta, alguien (no quiero spoilear) le dispara y vemos el orificio en la madera por el que entra la luz, unos segundos eternos y tras ello se abre la puerta, se hace la luz y con ella vemos el cadáver provocado.
La trama es confusa, caótica, difusa, arrojándose en brazos de un montón de casualidades, siendo más sencillo que te toque el gordo de la lotería que la cantidad de componentes azarísticos que se suceden. No hay vergüenza al rebosar el metraje de escenarios excéntricos poco verosímiles, un psiquiátrico, una feria en el campo, una sesión espiritista, una oficina de un detective que no hace nada en el argumento (que no se sabe que pinta, seguro en el libro tiene importancia, aquí es un parche sin sentido alguno¿?), una librería o una sastrería, todo ello para reflejar una conspiración rocambolesca que no aguanta el mínimo análisis, y más con el comportamiento ridículo de la mayoría de personajes que no se sabe bien pro que actúan como lo hacen. Todo para desembocar en un rush final anticlimático, coronado por un epílogo digno de haberlo escrito un Billy Wilder borracho.
Unas actuaciones bastante low cost, rutinarias, sin fuste, en unos roles sin chispa alguna, generándome zero empatía, e importándome con ello lo que es pase. Por no haber, ni siquiera hay un villano con empaque, solo una sucesión de malos encadenados sin sustancia, sin que sepamos sus ideales, simplemente malos por imperativo del guion. Ray Milland simplemente está cumplidor, sin más hace lo que puede con un rol de carácter plano, le añaden un pasado tormentoso de claros efluvios de eutanasia, que por mor del guion (en la novela es claramente eutanasia) pasa a ser asistencia al suicidio, pero que a la postre no le aporta arista alguna al protagonista (cuando lo cuenta queda en un elemento extraño en el tono ligero del film). Especialmente sangrante es el desaprovechamiento de un grandioso secundario como Dan Duryea (al menos tiene el momento más turbador del film, que da idea de lo que podría haber suido y no fue. Me refiero a cuando juega con unas grandes tijeras de sastre frente al protagonista y acaba marcando con ellas un número de teléfono), que el mismo Lang tendría exprimiría sensacionalmente ese mismo 1944 en “La mujer del cuadro” y al año siguiente en “Perversidad”. Nos cuelan un romance grimante sin química alguna entre los dos, un desubicado Milland y una insípida Marjorie Reynolds.
Lang pretende mucho más de lo que puede, creando escenas tan irreales como la persecución del ‘ciego’ con tarta donde acaban cayendo bombas, o la sesión de espiritismo ridícula en su desarrollo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El tiroteo en la azotea, con esa puerta a oscuras que da acceso a la misma donde a oscuras se producen fogonazos de disparos, hasta que se hace la luz y aparece el Inspector Prentice (Percy Waram) subiendo como símbolo de que el bien ha vencido al Mal. Tras ello hay una elipsis y vemos a Stephen conducir un auto descapotable con Carla a su lado, ella va diciendo que es un buen día para una vida y comer pastel, a lo que Stephen se impacta y dice ‘Más pastel no!’ (o algo así). Una ridiculez.
El protagonista de Graham Greene, Arthur Rowe (Stephen Neale en la película), está profundamente atormentado por la culpa por haber asesinado a su esposa. En la película, se trata de un simple asesinato misericordioso, un suicidio asistido. En el libro, Rowe desliza el veneno en la leche de su esposa – "qué extraño sabe", dice - y la deja morir sola. A pesar de la conclusión oficial de que se trató de un asesinato por piedad, cree "que en algún lugar había justicia y la justicia lo condenó". Sabe que el acto no era tanto poner fin al sufrimiento de ella como poner fin al suyo propio. Este abrumador sentimiento de culpa, que impregna la novela de principio a fin, está ausente en la película; La película omite todo el encarcelamiento de Rowe en el asilo privado del Dr. Forester con amnesia, después de que explota la bomba en la caja de libros con trampa explosiva. Poco a poco descubre que la institución está dirigida por agentes nazis y que los reclusos que descubren demasiado son eliminados. Aunque le resulta doloroso recuperar sus recuerdos, se da cuenta de que debe recordar todo lo que pueda y salir a informar a la policía; Su interés amoroso, Anna Hilfe (Carla Hilfe en la película), aparece en la película de Fritz Lang como ajena a las actividades de espionaje de su hermano. En la novela, ella no mata a tiros a su hermano y no hay ningún tiroteo en los tejados con agentes nazis. Su hermano Willi Hilfe, armado con una pistola de una sola bala, se suicida en los baños de una estación de tren, cuando no puede escapar. Anna (Carla) siempre debe temer ser expuesta como espía, del mismo modo que Rowe (Neale) teme ser expuesta como asesina. Siguen juntos, amantes, pero no son la pareja feliz y despreocupada retratada en la película: "Tenían que andar con cuidado durante toda su vida, nunca hablar sin pensarlo dos veces... Nunca sabrían lo que era no tener miedo de ser descubierto." Eso, y no la persecución de espías de la película, es el núcleo de la novela de Graham Greene.
Se habla del desembarco aliado en Francia en la WWII, este es el objetivo nazi, descubrir donde se hará. Curioso es, porque el Día D aún no se había producido en el momento del externo del film el 19 de mayo de 1944, faltaba menos de un mes para el mismo en Normandía el 6 de junio de 1944.
Errado film ‘langiano’. Gloria Ucrania!!!
PD. Greene tomó el título de un poema de Wordsworth.
El protagonista de Graham Greene, Arthur Rowe (Stephen Neale en la película), está profundamente atormentado por la culpa por haber asesinado a su esposa. En la película, se trata de un simple asesinato misericordioso, un suicidio asistido. En el libro, Rowe desliza el veneno en la leche de su esposa – "qué extraño sabe", dice - y la deja morir sola. A pesar de la conclusión oficial de que se trató de un asesinato por piedad, cree "que en algún lugar había justicia y la justicia lo condenó". Sabe que el acto no era tanto poner fin al sufrimiento de ella como poner fin al suyo propio. Este abrumador sentimiento de culpa, que impregna la novela de principio a fin, está ausente en la película; La película omite todo el encarcelamiento de Rowe en el asilo privado del Dr. Forester con amnesia, después de que explota la bomba en la caja de libros con trampa explosiva. Poco a poco descubre que la institución está dirigida por agentes nazis y que los reclusos que descubren demasiado son eliminados. Aunque le resulta doloroso recuperar sus recuerdos, se da cuenta de que debe recordar todo lo que pueda y salir a informar a la policía; Su interés amoroso, Anna Hilfe (Carla Hilfe en la película), aparece en la película de Fritz Lang como ajena a las actividades de espionaje de su hermano. En la novela, ella no mata a tiros a su hermano y no hay ningún tiroteo en los tejados con agentes nazis. Su hermano Willi Hilfe, armado con una pistola de una sola bala, se suicida en los baños de una estación de tren, cuando no puede escapar. Anna (Carla) siempre debe temer ser expuesta como espía, del mismo modo que Rowe (Neale) teme ser expuesta como asesina. Siguen juntos, amantes, pero no son la pareja feliz y despreocupada retratada en la película: "Tenían que andar con cuidado durante toda su vida, nunca hablar sin pensarlo dos veces... Nunca sabrían lo que era no tener miedo de ser descubierto." Eso, y no la persecución de espías de la película, es el núcleo de la novela de Graham Greene.
Se habla del desembarco aliado en Francia en la WWII, este es el objetivo nazi, descubrir donde se hará. Curioso es, porque el Día D aún no se había producido en el momento del externo del film el 19 de mayo de 1944, faltaba menos de un mes para el mismo en Normandía el 6 de junio de 1944.
Errado film ‘langiano’. Gloria Ucrania!!!
PD. Greene tomó el título de un poema de Wordsworth.