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Voto de TOM REGAN:
7
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Drama. Cine negro
La fría y calculadora esposa del propietario de una plantación de caucho en Malasia asesina a un hombre, supuestamente en defensa propia. Pero, de repente, aparece una comprometedora carta cuyo contenido echa por tierra la versión de los hechos de la protagonista. (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
380/21(20/11/20) Buen melodrama creado en la época dorada de Hollywood, dirigido por el perfeccionista William Wyler y hecho a mayor gloria de la gran diva Bette Davis, componiendo unos de esos roles que tan bien encarnó de femme fatale. Mezcla ágil de cine negro, drama y cine judicial, para un relato bastante simple en su argumento, pero que hace atractiva la realización wyleriana, creando halo de misterio, clima denso y húmedo (propio del lugar asiático Singapur, con ese ambiente colonialista british, y eso que fue rodado en estudio en Hollywood), componiendo por momentos una atmósfera cercana al terror, con un manejo sofisticado de sombras y contrastes lumínicos (gracias en gran medida a la ayuda de la cinematografía de Tony Gaudio, responsable de la cámara en “Robin de los bosques”), y esto asistido por un elenco de excelentes actuaciones, con además de la protagonista, unos formidables Herbert Marshall (Herbert Marshall también apareció en la versión de 1929, en la que interpretó al amante que fue asesinado por Leslie), como el confiado esposo y James Stephenson como el elegante y moralista abogado. Film que formó parte de la trilogía de films que Wyler había realizado con el protagónico de Bette Davies (la anterior fue Jezabel en 1938 y el film posterior a La carta fue La loba –The Little Foxes- en 1941), éxitos que catapultaron a la fama a la Davies como villana. Aquí el guión de Howard E. Koch (“Casablanca” o “El sargento York) se basa en la obra de teatro de 1927 homónima de W. Somerset Maugham derivada de su propio relato corto de 1924, publicado en "The Casuarina Tree" colección de cuentos ambientados en la Malasia británica de los años 20. Obra filmada por primera vez en 1929, por el director Jean de Limur. La historia se inspiró en un escándalo de la vida real que involucra a la esposa del director de una escuela en Kuala Lumpur, quien fue condenada en un juicio por asesinato después de matar a tiros a un amigo en abril de 1911, finalmente fue indultada. La película obtuvo siete nominaciones a los Oscar (director, actriz principal, película, edición, música original, fotografía y actor secundario), se quedó sin premio alguno, el de mejor película fue para "Rebeca".
La cinta ya te engancha e intriga desde su ingenioso inicio, ello en una noche vemos una toma de seguimiento al siniestro cielo nublado que deja entrever una luna llena lóbrega (utilizada a modo circular en el desarrollo), vemos sobre un letrero estamos en Singapur, nos abrimos paso entre trabajadores de una plantación tumbados en sus hamacas, tras lo que vemos la puerta de entrada de un bungalow colonial, tras lo que oímos un disparo, sale de la vivienda tambaleante un hombre, cae al suelo y tras él una mujer empuñando una pistola que junto a él descarga las balas de modo frío. El misterio sobre el porqué de los hechos los relata la ‘disparadora’, Leslie Crosbie (Bette Davies) acusando al muerto, Hammond, de querer abusar de ella y de ahí su defensa de su honor. Pero su relato gélido a su abogado Howard Joyce (James Stephenson), parece demasiado calculado, dejando entrever que quizás no dice toda la verdad. El esposo Robert (Herbert Marshall) la cree sin mácula, apoyándola cariñosamente. Pero la aparición de una carta hace que la versión pétrea de Leslie se agriete.
Es un film donde lo que se trata se hace de modo superficial, los abusos sexuales, la infidelidad, el amor puro, la ética profesional, el sentido del deber, el perdón, todo esto se aborda con sentido lineal, sin ahondar. Aquí lo que prima es el pulso de Wyler para crear un tono de thriller angustioso que va oprimiendo a los protagonistas poco a poco hasta provocar un halo siniestro claustrofóbico, desembocando en un final aparatoso (spoiler*) por mor de la censura imperante que debilita el conjunto.
El director trata con esmero la figura de Bette Davies, ensalzando su rostro, su mirada de ojos saltones, con su potente expresividad, haciéndonos empatizar con su situación tensa y ambigua. La Davies tenía gran don para encarnar a personas complejas en su egoísmo malsano, a lo que ayudaba su particular físico con esos ojazos y faz delgada, ella es el motor de esta cinta, consigue atraparnos en su telaraña de mentiras que termina explotando; Herbert Marshall dando vida al marido de Leslie, crea a un tipo noble, bueno y a la vez demasiado confiado, lo hace emitiendo haciéndolo creíble en su nivel calzonanazos; James Stephenson es maravilloso como el decente leguleyo envuelto en una red de engaños que se puede llevar por delante sus principios morales por tal de impedir el dolor a un amigo, lo hace desprendiendo reflexión y sabiduría; Gale Sondergaard encarna a la asiática esposa de Hammond, enigmático rol que apenas dice unas palabras en ‘chino’, solo se expresa con su planta y mirada torcida de villana draculiana, muy sobreactuada, además de error de casting que entre tantos asiáticos de figurantes ella sea una caucásica mal maquillada dando el cante. Llama la atención que en la historia original es escrita como “gorda, no muy joven, con una cara ancha”, además de no ser la esposa, si no su amante; Ejemplo de rol asiático en el film es Sen Yung como Ong Chi Seng haciendo de secretario del abogado, metido en mediador de la obtención de la carta, con el que se deja ver por parte del letrado cierto colonialismo condescendiente hacia su empleado.
La cinta ya te engancha e intriga desde su ingenioso inicio, ello en una noche vemos una toma de seguimiento al siniestro cielo nublado que deja entrever una luna llena lóbrega (utilizada a modo circular en el desarrollo), vemos sobre un letrero estamos en Singapur, nos abrimos paso entre trabajadores de una plantación tumbados en sus hamacas, tras lo que vemos la puerta de entrada de un bungalow colonial, tras lo que oímos un disparo, sale de la vivienda tambaleante un hombre, cae al suelo y tras él una mujer empuñando una pistola que junto a él descarga las balas de modo frío. El misterio sobre el porqué de los hechos los relata la ‘disparadora’, Leslie Crosbie (Bette Davies) acusando al muerto, Hammond, de querer abusar de ella y de ahí su defensa de su honor. Pero su relato gélido a su abogado Howard Joyce (James Stephenson), parece demasiado calculado, dejando entrever que quizás no dice toda la verdad. El esposo Robert (Herbert Marshall) la cree sin mácula, apoyándola cariñosamente. Pero la aparición de una carta hace que la versión pétrea de Leslie se agriete.
Es un film donde lo que se trata se hace de modo superficial, los abusos sexuales, la infidelidad, el amor puro, la ética profesional, el sentido del deber, el perdón, todo esto se aborda con sentido lineal, sin ahondar. Aquí lo que prima es el pulso de Wyler para crear un tono de thriller angustioso que va oprimiendo a los protagonistas poco a poco hasta provocar un halo siniestro claustrofóbico, desembocando en un final aparatoso (spoiler*) por mor de la censura imperante que debilita el conjunto.
El director trata con esmero la figura de Bette Davies, ensalzando su rostro, su mirada de ojos saltones, con su potente expresividad, haciéndonos empatizar con su situación tensa y ambigua. La Davies tenía gran don para encarnar a personas complejas en su egoísmo malsano, a lo que ayudaba su particular físico con esos ojazos y faz delgada, ella es el motor de esta cinta, consigue atraparnos en su telaraña de mentiras que termina explotando; Herbert Marshall dando vida al marido de Leslie, crea a un tipo noble, bueno y a la vez demasiado confiado, lo hace emitiendo haciéndolo creíble en su nivel calzonanazos; James Stephenson es maravilloso como el decente leguleyo envuelto en una red de engaños que se puede llevar por delante sus principios morales por tal de impedir el dolor a un amigo, lo hace desprendiendo reflexión y sabiduría; Gale Sondergaard encarna a la asiática esposa de Hammond, enigmático rol que apenas dice unas palabras en ‘chino’, solo se expresa con su planta y mirada torcida de villana draculiana, muy sobreactuada, además de error de casting que entre tantos asiáticos de figurantes ella sea una caucásica mal maquillada dando el cante. Llama la atención que en la historia original es escrita como “gorda, no muy joven, con una cara ancha”, además de no ser la esposa, si no su amante; Ejemplo de rol asiático en el film es Sen Yung como Ong Chi Seng haciendo de secretario del abogado, metido en mediador de la obtención de la carta, con el que se deja ver por parte del letrado cierto colonialismo condescendiente hacia su empleado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): La noche en que Leslie y HoWard acompañados de Ong Chi Seng se adentran en el sórdido Singapur en busca de comprar la carta, todo ello con gran componente de intensidad latente, cual bomba que escuchamos el tic tac en el encuentro de ambas mujeres, Leslie y la Sra. Hammond, con miradas que atraviesan, el tiempo se detiene en una especie de duelo de haber quien se aguanta más una frente a otra de modo flemático, con la Hammond tirando la carta al final al suelo para que Leslie deba agacharse ante la asiática a recoger la epístola; El clímax de cuando Robert se entera del ‘pastel’ y con la aquiescencia de Leslie lee la carta y se entera de que Hammond no era un violador, si no el amante de su mujer; Y está el rush final con dos partes. Primero Robert con sus planes de cambiar de aires junto a Leslie, a la que ha perdonado, como ella sabía, le pide le bese, ella se le acerca, pero le suelta, “Todavía sigo amando al hombre que maté”. Robert se levanta y se aleja de ella dejándola sola en a la habitación. La obra acaba con la pareja tras esto viajando a la nueva hacienda, con el soportando los cuernos. Pero en el Hollywood del Código Hays el crimen no podía quedar castigo, y hacen añadir un epílogo moralista donde el crimen debe purgarse. Tras salir Robert de la habitación, Leslie sale al jardín, donde hacía poco había visto un puñal que antes estaba donde hizo el intercambio con la carta con la Sra. Hammond, señal de que esta mujer la acecha con aviesas intenciones, y cual pecadora en busca de su merecido destino-castigo Leslie camina por el jardín en medio de una noche nublada, con una luna similar a la de la noche del asesinato, sale a la calle y allí está la Sra. Hammond, esta la mira con desprecio, tras Leslie un hombre que la coge, y la Hammond la apuñala. La cámara se eleva y vemos la residencia Crosbie celebrando el sarao celebración de la exoneración de Leslie, cuando paradójicamente yace asesinada en la acera. Todo ello asistido por un trávelin dramático.
El gran agujero del guión es que no tiene sentido que tras Leslie conseguir la carta no la destruya, pues no tiene sentido esta se mantenga intacta para poder inculparla en cualquier momento. Claro que si se deshacen de ella el deux machine no hubiera sido el mismo.
El director William Wyler y la estrella Bette Davis , que habían trabajado juntos anteriormente en Jezabel , no estuvieron de acuerdo sobre la escena culminante en la que Leslie le admite a su esposo que todavía ama al hombre que asesinó. Davis sintió que ninguna mujer podía mirar a su esposo cuando admite tal cosa. Wyler no estuvo de acuerdo y Davis salió del plató. Más tarde regresó y lo hizo a la manera de Wyler, pero desde entonces, Davis insistió en que su enfoque habría sido mejor.
Me queda un ameno melodrama, con una actuación carismática de Bette Davis. Fuerza y honor!!!
El gran agujero del guión es que no tiene sentido que tras Leslie conseguir la carta no la destruya, pues no tiene sentido esta se mantenga intacta para poder inculparla en cualquier momento. Claro que si se deshacen de ella el deux machine no hubiera sido el mismo.
El director William Wyler y la estrella Bette Davis , que habían trabajado juntos anteriormente en Jezabel , no estuvieron de acuerdo sobre la escena culminante en la que Leslie le admite a su esposo que todavía ama al hombre que asesinó. Davis sintió que ninguna mujer podía mirar a su esposo cuando admite tal cosa. Wyler no estuvo de acuerdo y Davis salió del plató. Más tarde regresó y lo hizo a la manera de Wyler, pero desde entonces, Davis insistió en que su enfoque habría sido mejor.
Me queda un ameno melodrama, con una actuación carismática de Bette Davis. Fuerza y honor!!!