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Voto de TOM REGAN:
7
7,1
2.507
Thriller. Drama
En 1977, durante el horror de la última dictadura militar argentina, un grupo de tareas secuestra a Claudio Tamburrini, arquero de un equipo de fútbol de la "B", y lo traslada al centro Mansión Seré: una vieja y aristocrática casona ubicada en el barrio de Morón, en Buenos Aires. Allí, Claudio conoce a Guillermo, el Vasco y el Gallego. Durante cuatro meses de cautiverio en ese lugar que se asemeja a un manicomio carente de reglas, los ... [+]
31 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
185/24(29/08/18) Sugerente y buen film argentino, un sólido thriller dramático basado en hechos reales (descritos en la novela autobiográfica Pase libre: la fuga de la Mansión Seré, de Claudio Tamburrini), que ponen los pelos de punta, dirigido con pulso firmo por Adrián Caetano, con un guión propio junto al binomio Esteban Student y Julián Loyola (“El clan”), recreando la odisea que vivieron cuatro detenidos en un centro clandestino de detención (La Mansión Seré en Buenos Aires) en la Argentina, durante la última dictadura militar argentina (1976-1983). El autor de la novela sobre la que se basa la película, Claudio Tamburrini, es uno de los detenidos que estuvo allí 100 días. Tras Caetano alcanzar el éxito con series como "Tumberos" o de películas como "Un oso rojo" el director uruguayo/argentino Israel Adrián Caetano vuelve se embarcó en una película que denuncia el régimen totalitario-militar argentino con "Crónica de una fuga", competidora en la selección oficial de Cannes.
Una historia sólida, sencilla, concisa, que muestra con crudeza las cloacas de la dictadura, con un estilo cercano al documental, con mucho cámara en mano, haciéndonos sentir en modo subjetivo lo que sufren estos “raptados”, siendo de gran valor por la denuncia de las tiranías, de sus tropelías, de su guerra sucia, de su villanía y desprecio por el que piensa diferente. El 24 de marzo de 1976, la junta militar reaccionaria de Jorge Rafael Videla tomó el poder en Argentina. Lo que se conoció como la "Guerra Sucia" se produjo. En esta guerra política, entre 9,000 y 30,000 ciudadanos argentinos desaparecieron. Desapareció como tomado de las casas y fuera de la calle y a menudo torturado y asesinado. Su crimen era estar bajo sospecha de asociación con terroristas. El propio Claudio Tamburrini relató en su libro “Pase libre” su arresto, secuestro, reclusión en una mansión y todo tipo de penurias que tuvo que sufrir por parte de sus torturadores. Era inocente aunque eso poco importaba en ese instante si estabas en el momento y lugar equivocados.
La cinta te atrapa en sus malsanas redes desde su estremecedor arranque, con un grupo de violentos tipos asaltando una humilde casa y vejando a una mujer, pateándola y humillándola, ella grita desconsolada, mientras el resto de su familia asiste impotente a la invasión de su hogar, ello como portal de entrada a lo que será un duro metraje. Todo transcurre rápido en este primer cuarto, estableciéndonos en una mansión de los horrores convertida en reina pesadillesco, donde un grupo de infelices serán sometidos a todo tipo de torturas con tal de sonsacarles información delatora, sentiremos por el modo verité de filmar Caetano el dolor en nuestra piel, en nuestro estómago, en nuestros huesos, las heridas parecerán nuestras, los cardenales los sentiremos propios, la sangre parecerá caer por nuestra piel al mugriento suelo, como el modo angustioso en que se les corta el pelo, la forma tremebunda en que son tratados por seres que parecen salidos del inframundo de los monstruos, verdugos que no tendrán empatía alguna por sus víctimas a las que ven como trozos de carne con ojos. Ello en una hábil miscelánea entre el terror físico y el psicológico, ello por el modo denigrante en que son tratados, que me recuerda a las imágenes de los nazis con los judíos en los campos de exterminio, estos “carceleros” intentaran romper su sentido humano haciéndoles estar todo el tiempo desnudos, con los ojos con una venda, con las manos amarradas, impidiendo miren a sus guardianes a los ojos, en pos de anular su personalidad.
Se construye un clima asfixiante de amenaza latente donde el límite entre la vida y la muerte es escaso, donde la opresión nos comprime el corazón en muchas ocasiones, siendo prodigioso como vemos a los “reos” ir degradándose físicamente por momentos (loa a los mauilladores), los vemos consumirse ante nuestros ojos, sintiendo la atmósfera venenosa. Caetano en este escenario Avernal sabe dotar de personalidad propia a los protagonistas, cada uno con su forma de ser, unos más pendencieros y con ansias de violencia, otros con ánimo conciliador con sus captores, y otros afligidos y resignados.
Todo desarrollado con una intensidad abrasante, por momentos insoportable que te hace revolverte en tu asiento, tanto que este es para mí una de las taras la redundancia, como factor quizás de inseguridad en el realizador de no saber si el espectador ha captado el sufrimiento extremo de estos “presos”. Esto da un giro cuando surge la idea de la fuga, aunque esto para mí esto defecto, me refiero al spoiler del título, pero al menos no sabemos si los capturaran de nuevo. Entonces se genera un thriller absorbente en el tramo de la huida, sucediendo en medio de una estruendosa tormenta eléctrica, en silencio, con cada detalle medido al milímetro, con tensión, con nervio, con vigor, traspasándonos el temor a ser atrapados, está emoción se ve aumentada por ver a este cuarteto desnudos ante el peligro, en una imagen valiente por parte de los actores.
No es una cinta que tenga ansias didácticas sobre explicar las causas y derivas de la dictadura, aquí hay que venir con la lección aprendida, es una radiografía de cómo los regímenes sátrapas hacen y deshacen a su antojo, convirtiéndose el epítome en este relato de cómo pueden torturar a la persona que quieran por sospechas, especie de escuadrones de la muerte urbanos. Cayendo en este desvarío en provocar situaciones como la que se da en la película, que las torturas derivaban en información torticera-manipulada, algunos al verse obligados para dejar de sufrir el martirio daban nombres, algunas veces de gente que nada tenía que ver (llamados “perejil” los simpatizantes no activos) para salvaguardar a los verdaderos perseguidos anti-gobierno, esto lo que representa el protagonista Claudio, un “perejil” acusado de algo que no es, envuelto en una vorágine sin comerlo ni beberlo, lo cual da un tinte cuasi-kafkiano a la narración.
Una historia sólida, sencilla, concisa, que muestra con crudeza las cloacas de la dictadura, con un estilo cercano al documental, con mucho cámara en mano, haciéndonos sentir en modo subjetivo lo que sufren estos “raptados”, siendo de gran valor por la denuncia de las tiranías, de sus tropelías, de su guerra sucia, de su villanía y desprecio por el que piensa diferente. El 24 de marzo de 1976, la junta militar reaccionaria de Jorge Rafael Videla tomó el poder en Argentina. Lo que se conoció como la "Guerra Sucia" se produjo. En esta guerra política, entre 9,000 y 30,000 ciudadanos argentinos desaparecieron. Desapareció como tomado de las casas y fuera de la calle y a menudo torturado y asesinado. Su crimen era estar bajo sospecha de asociación con terroristas. El propio Claudio Tamburrini relató en su libro “Pase libre” su arresto, secuestro, reclusión en una mansión y todo tipo de penurias que tuvo que sufrir por parte de sus torturadores. Era inocente aunque eso poco importaba en ese instante si estabas en el momento y lugar equivocados.
La cinta te atrapa en sus malsanas redes desde su estremecedor arranque, con un grupo de violentos tipos asaltando una humilde casa y vejando a una mujer, pateándola y humillándola, ella grita desconsolada, mientras el resto de su familia asiste impotente a la invasión de su hogar, ello como portal de entrada a lo que será un duro metraje. Todo transcurre rápido en este primer cuarto, estableciéndonos en una mansión de los horrores convertida en reina pesadillesco, donde un grupo de infelices serán sometidos a todo tipo de torturas con tal de sonsacarles información delatora, sentiremos por el modo verité de filmar Caetano el dolor en nuestra piel, en nuestro estómago, en nuestros huesos, las heridas parecerán nuestras, los cardenales los sentiremos propios, la sangre parecerá caer por nuestra piel al mugriento suelo, como el modo angustioso en que se les corta el pelo, la forma tremebunda en que son tratados por seres que parecen salidos del inframundo de los monstruos, verdugos que no tendrán empatía alguna por sus víctimas a las que ven como trozos de carne con ojos. Ello en una hábil miscelánea entre el terror físico y el psicológico, ello por el modo denigrante en que son tratados, que me recuerda a las imágenes de los nazis con los judíos en los campos de exterminio, estos “carceleros” intentaran romper su sentido humano haciéndoles estar todo el tiempo desnudos, con los ojos con una venda, con las manos amarradas, impidiendo miren a sus guardianes a los ojos, en pos de anular su personalidad.
Se construye un clima asfixiante de amenaza latente donde el límite entre la vida y la muerte es escaso, donde la opresión nos comprime el corazón en muchas ocasiones, siendo prodigioso como vemos a los “reos” ir degradándose físicamente por momentos (loa a los mauilladores), los vemos consumirse ante nuestros ojos, sintiendo la atmósfera venenosa. Caetano en este escenario Avernal sabe dotar de personalidad propia a los protagonistas, cada uno con su forma de ser, unos más pendencieros y con ansias de violencia, otros con ánimo conciliador con sus captores, y otros afligidos y resignados.
Todo desarrollado con una intensidad abrasante, por momentos insoportable que te hace revolverte en tu asiento, tanto que este es para mí una de las taras la redundancia, como factor quizás de inseguridad en el realizador de no saber si el espectador ha captado el sufrimiento extremo de estos “presos”. Esto da un giro cuando surge la idea de la fuga, aunque esto para mí esto defecto, me refiero al spoiler del título, pero al menos no sabemos si los capturaran de nuevo. Entonces se genera un thriller absorbente en el tramo de la huida, sucediendo en medio de una estruendosa tormenta eléctrica, en silencio, con cada detalle medido al milímetro, con tensión, con nervio, con vigor, traspasándonos el temor a ser atrapados, está emoción se ve aumentada por ver a este cuarteto desnudos ante el peligro, en una imagen valiente por parte de los actores.
No es una cinta que tenga ansias didácticas sobre explicar las causas y derivas de la dictadura, aquí hay que venir con la lección aprendida, es una radiografía de cómo los regímenes sátrapas hacen y deshacen a su antojo, convirtiéndose el epítome en este relato de cómo pueden torturar a la persona que quieran por sospechas, especie de escuadrones de la muerte urbanos. Cayendo en este desvarío en provocar situaciones como la que se da en la película, que las torturas derivaban en información torticera-manipulada, algunos al verse obligados para dejar de sufrir el martirio daban nombres, algunas veces de gente que nada tenía que ver (llamados “perejil” los simpatizantes no activos) para salvaguardar a los verdaderos perseguidos anti-gobierno, esto lo que representa el protagonista Claudio, un “perejil” acusado de algo que no es, envuelto en una vorágine sin comerlo ni beberlo, lo cual da un tinte cuasi-kafkiano a la narración.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La puesta en escena resulta escalofriante en su crudeza, en emitirnos la inquietud constante, empezando por su fenomenal dirección artística de Jorge Ferrari (“Kamchatka”), Juan Mario Roust (“Tiempo de valientes”), rodando en Buenos Aires, siendo estremecedora la recreación de esa Mansión Infernal, parece salida de un film de terror, feista, mugrienta, tétrica, parece un lugar en medio de la nada; exaltada por la formidable cinematografía de Julián Apezteguia (“El clan”), con iluminación onerosa, lúgubre, jugando con el expresionismo, con contrapicados, con subjetivos, con mucha cámara en mano para dar un aire de inmersión real en los hechos, con muchas tonalidades macilentas apagadas, con cuidado en mostrar el calvario fdísico, gran labor; potenciada por la ominosa música de Iván Wyszogrod (“Gatica”).
Espectacular que el cuarteto protagónico rueden desnudos, yendo un paso más allá en lo de desnudarse ante la cámara: Rodrigo de la Serna da una actuación mayúscula, con coraje, con dramatismo, trasladándonos su desconcierto ante lo que vive, en una arco de desarrollo maravilloso en su potencia emocional; Nazareno Casero como el valiente raptado Guillermo da una lección de pundonor que nos llega, con ese toque en el rush final del tornillo en la boca; Pablo Echarri como el siniestro torturador deja huella por su villanía.
Spoiler:
Momentos recordables (además de alguno mencionado): Todo el tour de torturas; Cuando llevan a Claudio ante “el juez” (Guillermo Fernández, uno de los reales raptados), y lo interrogan; Cuando los “guardianes” en la Mansión ofrecen en Navidad un trago de vino y un trozo de pastel, un acto de condescendencia que enerva aún más cuando estos celadores alegremente se declaran "hombres de honor"; El tenso tramo en que dos de los reos en la cocina con raptores se miran planeando a sartenazos acabar con ellos, mientras los celadores observan entusiastas un partido de futbol de la selección argentina, acabando todo cuando la selección ché marca y todos juntos (guardianes y reos) lo celebran alborozados; La bajada que hacen desnudos por la mansión, duele verlos en medio de la tormenta, de ponerse el vello de punta el suspense como nos hacen desear escapen; Ese cruel momento en que uno de los huidos, Claudio, es bajado en medio de la carretera del maletero por el padre de uno de ellos, entonces el auto se aleja y el hijo (Guillermo) saluda a Claudio con una mirada trémula.
"Debíamos presentar un aspecto muy peculiar, desnudos, rapados, corriendo esposados en medio de la tormenta." La misma imagen con la que Claudio Tamburrini transmitió a los presentes en el juicio a las juntas militares toda la angustia y la incertidumbre de la huida de la Mansión Seré es la que despertó en Israel Adrián Caetano la voluntad de reconstruir la historia de los únicos cuatro secuestrados que lograron escapar de aquel centro clandestino de detención. Una historia de resistencia, de coraje, de empecinada lucha por la supervivencia y por la conservación de una identidad de la que habían querido despojarlos.
Es la historia de Claudio Tamburrini, un portero de fútbol con un club local, arrancado de su casa por agentes que actuaban en nombre de la junta militar en Buenos Aires en 1976, y llevado a un centro de detención clandestino donde es golpeado y torturado antes logrando escapar con otros tres. Había estado cautivo por 121 días. Es una historia real, basada en la evidencia que varios de esos hombres dieron en los juicios de derechos humanos de la dictadura militar en 1985.
Guillermo Fernández, otro de los miembros del grupo que escapó, es actor profesional e interpreta a uno de los represores de la dictadura apodado "el Juez". Se trata del único caso de fuga registrado durante la última dictadura.
Al final queda una de esas odas ensalzables al espíritu de supervivencia humano en las peores de las circunstancias, y sobre todo como denuncia y recuerdo de lo que sucedió en este país andino. Fuerza y honor!!!
Espectacular que el cuarteto protagónico rueden desnudos, yendo un paso más allá en lo de desnudarse ante la cámara: Rodrigo de la Serna da una actuación mayúscula, con coraje, con dramatismo, trasladándonos su desconcierto ante lo que vive, en una arco de desarrollo maravilloso en su potencia emocional; Nazareno Casero como el valiente raptado Guillermo da una lección de pundonor que nos llega, con ese toque en el rush final del tornillo en la boca; Pablo Echarri como el siniestro torturador deja huella por su villanía.
Spoiler:
Momentos recordables (además de alguno mencionado): Todo el tour de torturas; Cuando llevan a Claudio ante “el juez” (Guillermo Fernández, uno de los reales raptados), y lo interrogan; Cuando los “guardianes” en la Mansión ofrecen en Navidad un trago de vino y un trozo de pastel, un acto de condescendencia que enerva aún más cuando estos celadores alegremente se declaran "hombres de honor"; El tenso tramo en que dos de los reos en la cocina con raptores se miran planeando a sartenazos acabar con ellos, mientras los celadores observan entusiastas un partido de futbol de la selección argentina, acabando todo cuando la selección ché marca y todos juntos (guardianes y reos) lo celebran alborozados; La bajada que hacen desnudos por la mansión, duele verlos en medio de la tormenta, de ponerse el vello de punta el suspense como nos hacen desear escapen; Ese cruel momento en que uno de los huidos, Claudio, es bajado en medio de la carretera del maletero por el padre de uno de ellos, entonces el auto se aleja y el hijo (Guillermo) saluda a Claudio con una mirada trémula.
"Debíamos presentar un aspecto muy peculiar, desnudos, rapados, corriendo esposados en medio de la tormenta." La misma imagen con la que Claudio Tamburrini transmitió a los presentes en el juicio a las juntas militares toda la angustia y la incertidumbre de la huida de la Mansión Seré es la que despertó en Israel Adrián Caetano la voluntad de reconstruir la historia de los únicos cuatro secuestrados que lograron escapar de aquel centro clandestino de detención. Una historia de resistencia, de coraje, de empecinada lucha por la supervivencia y por la conservación de una identidad de la que habían querido despojarlos.
Es la historia de Claudio Tamburrini, un portero de fútbol con un club local, arrancado de su casa por agentes que actuaban en nombre de la junta militar en Buenos Aires en 1976, y llevado a un centro de detención clandestino donde es golpeado y torturado antes logrando escapar con otros tres. Había estado cautivo por 121 días. Es una historia real, basada en la evidencia que varios de esos hombres dieron en los juicios de derechos humanos de la dictadura militar en 1985.
Guillermo Fernández, otro de los miembros del grupo que escapó, es actor profesional e interpreta a uno de los represores de la dictadura apodado "el Juez". Se trata del único caso de fuga registrado durante la última dictadura.
Al final queda una de esas odas ensalzables al espíritu de supervivencia humano en las peores de las circunstancias, y sobre todo como denuncia y recuerdo de lo que sucedió en este país andino. Fuerza y honor!!!