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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Narra la historia del mítico atleta Jesse Owens, el coloso de la velocidad que saltó a la fama en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, cuando dejó al mundo boquiabierto con sus espectaculares marcas que echaron por tierra la teoría de Hitler sobre la supremacía de la raza aria. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
146/04(07/08/16) Muy entretenido biopic, un drama deportivo de Stephen Hopkins sobre la mítica figura del atleta Jesse Owens, un icono sociocultural para los afroamericanos, centrándose el guión de Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, se centra entre 1934 (con 19 años), cuando entró en la Universidad y conoció a su entrenador y finaliza con la vuelta de las Olimpiadas de 1936 de Berlín (con 22 años), entremezclando sus vivencias de corredor con el racismo imperante en la sociedad norteamericana, además abre el foco a la trastienda que hubo tras estos polémicos juegos, el debate en el comité olímpico estadounidense sobre si había que boicotear a la nación xenófoba nazi, en otro plano estaba como los germanos anhelaban estos juegos fueran una campaña publicitaria sobre su grandeza para organizar el evento, símbolo su Estadio olímpico para 100000 espectadores, y para mostrar que sus deportistas (por Alemania) eran los mejores, y los más preparados, para dar altavoz a esta propaganda estaba la cineasta Lenni Riefenstahl, que hizo del documental sobre unas Olimpiadas el más famoso de la Historia, pero a esta “Oda” a la raza aria le salió un grano en forma de Jesse Owens. El nombre de la película es un juego de palabras de doble sentido, por un lado “race" quiere decir raza en Inglés, y por otro lado se puede traducir como carrera, el protagonista Jesse con la importancia de su raza negra y con lo que lo hizo eterno, las carreras. Es una cinta amena, que no aburre a pesar de su metraje de más de dos horas, con una excelente recreación de la época, con momentos sugerentes, con picos de emotividad y emoción, como la gran escena de la entrada de Owens al estadio olímpico, pero en su debe peca de corrección política, resulta un tanto desequilibrada en exhibir la intimidad de Jesse, le falta fuerza dramática, se siente un producto ameno, hecho para no molestar, pero sin valentía para ir más allá de lo académico y de lo ya conocido, si, se atreve a enseñar el racismo que sufre Owens y sus infidelidades, pero esto se siente blanqueado, como hay que mostrarlo, pero tampoco nos pasemos”, derivando esto en superficialidad. En 1984 se estrenó en la televisión estadounidense una serie sobre el atleta The Jesse Owens Story”.

El relato toca temas con carácter como el afán de superación personal, la lucha contra el racismo (en los dos planos, el de USA y el Nazi), sobre la doble moral, sobre los prejuicios sociales, sobre el juego contradictorio de la política, sobre el patriotismo, sobre la corrupción del poder, exaltando el nacimiento de una Leyenda deportiva, de un Héroe para su raza negra en tiempos difíciles. Vemos la etapa deportiva, sus métodos de entrenamiento, su relación con su entrenador, sus victorias, esto junto a su vida familiar, su complicada relación con el padre, así como la relación con la madre de su hijo, de cómo el éxito lo cambia, sus infidelidades, su arrepentimiento. Asimismo vemos la contradicción de cómo este héroe sufre en Alemania el racismo, demolió razonamientos rancios de la superioridad blanca, pero paradójicamente lo sangrante es que también lo padece en su país (USA), incluso tras ser recibido como en loor de multitudes el racismo impera, tanto que el presidente Roosevelt nunca lo recibió en la Casa Blanca.

Lo que más emoción provoca es la tierna relación entre su entrenador blanco, Larry Snyder (Jason Sudeikis), este se convierte en un figura paterna para el atleta, ve en él la prolongación de lo que no pudo llegar a ser él, y entre los dos se apoyan y aconsejan en los momentos bajos. También es destacable, aunque más corta, la singular relación entre un negro, Jesse, y un atleta ario alemán, Carl "Luz" Long (David Kross), el vínculo de amistad que se forja entre ellos, con esa gran conversación final en la habitación del germano donde los dos hablan de todo lo toxico de sus países, tan diferentes y tan parecidos, una charla cargada de vibración, donde las barreras y las fronteras se difuminan, muy bueno.

Hay una jugosa subtrama referente a la organización de los Juegos Olímpicos y los juegos políticos interesados que se cocían en el background, aquí se interrelacionan, primero las dudas de USA sobre si hacer boicot a Alemania, para ello vemos el enfrentamiento (tenue) dos fuertes componentes del comité USA, el Juez Jeremías Mahoney (William Hurt) intransigente con que no se podía por ética moral ir a un lugar con los nazis en el poder, por otro lado estaba el más pragmático (y ambiguo) industrial Avery Brundage (Jeremy Irons), deseoso de en tiempo difíciles de la Gran Depresión, en crear héroes que levantaran la autoestima de la nación (Avery fue un atleta de pentatlón que participó en los Juegos Olímpicos de Estocolmo del 1912, asimismo hasta ahora único presidente del COI estadounidense entre 1952-1972), de aquí parte la singular relación entre Avery y el ministro de propaganda nazi Goebbels (Bernaby Metschurat), donde al final no sabemos realmente de que pata cojea el industrial, atrapado entre su codicia y lo que es justo. En medio está un carismático y pragmático personaje, el espíritu indomable Leni Riefenstahl (Carice Van Houten), la que se realizadora del gran documental de los Juegos, preocupada por la belleza pura de los mismos, más que de trasladar el mensaje nazi, aunque para ello deba alterar la realidad de lo que vemos, aunque no su sentido estético sensorial, me refiero a la última escena que vemos rodar, con Owens con el estadio vacío, saltando longitud, pero con la directora enfocando en un bello y homérico contrapicado (por cierto esta imagen no aparece en el verdadero documental), Leni tiene unos neurálgicos ententes con Goebbels, espléndido el momento sin palabras cuando ella llega al estadio cuando van acorrer los 200 metros lisos, y las cámaras están encapuchadas por orden del ministro de propaganda, Leni decide por su cuenta dar orden de destaparlas y rodar, ello ante la inquisidora mirada de Goebbels.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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